martes, 24 de febrero de 2009

Six, please


Hay días en los que, colgado de un cable, echas un baile frente al espejo; das un último repaso a tu indumentaria antes de salir de fiesta; haces muecas imposibles o improvisas un nunca pronunciado discurso de última hora para pedir un aumento de sueldo… Ese habitáculo de apenas metro cuadrado en el que algunas veces hay un charco sospechoso y dudas si es agüilla de una bolsa de basura o el pipí de un perro. Allí donde alguna vez expeles una ventosidad ruidosa sorpresa justo cuando en ese momento se abre la puerta para que entre el del cuarto. Ese lugar comunitario que nunca quieres compartir con nadie y que cuando ocurre, se desarrollan en él las conversaciones climatológicas más estúpidas que hayas tenido. Ese espacio cabinoide que se eleva a velocidad tortuguil cuando te estás meando. Allí donde siempre que se cierran las puertas te das un beso con el novio de turno y que cuando empiezas a no dártelo significa que pronto dejará de serlo. Ese sitio en el que se puede leer un muy instructivo y curioso cartel:

Soy de tu propiedad,
me tienes que cuidar
Trátame con sumo esmero,
que no te cueste el dinero,
Si soy maltratado,
por todos serás censurado
Desecha tus malos pensamientos
durante todo el trayecto
Todos estarán agradecidos,
viéndome embellecido.

El ascensor en el que te subiste este mediodía por enésima vez. Se te había olvidado la radio del coche. Ibas justo de hora para llegar al curro y corrías por el portal otra vez para la casa. Un viejo avanzaba en la misma dirección. Consigues llegar antes que él y te montas en el mismo en el que acababas de bajar hacía un par de minutos. La vieja maquillá estaba dentro con su carrito de la compra, en una esquina, y la puerta a punto de cerrarse... ¡Clash! Un bastón la bloquea. Lograba colarse el anciano también. El hombre muy encorvado, con movimientos lentísimos se pegaba contra el lado opuesto… y se pegó contra ti. Su orondo culo daba contra otra de las esquinas de la cabina y su cabeza… justo rozando tu barbilla. La vieja maquillá quedó literalmente aprisionada. Los blancos pelos de la coronilla del abuelo cosquilleaban los de tu barba. La cercanía era tan próxima que si girabas un poco la cabeza podrías contarle incluso las venillas rojas y azules de sus colorados mofletes. No había otra posición posible, el habitáculo es estrechísimo, a no ser que se colocara éste de forma contraria, esto es, su cara contra una de las esquinas del ascensor y su culo contra tu paquete y la verdad, no estabas como para prácticas gerontófilas...

Six, please, te indica El Hombre Alcayata. Arqueas el brazo subiéndolo por su cabeza y le das casi a tientas al botón. Os eleváis. Te pegas contra la pared irguiéndote un poco más y miras hacia el techo-lámpara agujereado. Habían colado, una vez más, un paquete de tabaco vacío. Desde tu perspectiva puedes ver cómo el anciano se saca un pañuelo de tela del bolsillo y se lo lleva a la nariz. ¡Horror! Tu cara se nauseafica: Cierras los ojos fuertemente, elevas tus mejillas y aprietas los labios. Contienes la respiración esperando que comience la Sonata de verdes seres extraños, la cual se adivinaba atronadora… Abres un poco tu ojo izquierdo , sólo un poco, para contemplar, estuporizado, la escena codificada por tu pestaña y… ¡ni rastro de la vieja!.

domingo, 22 de febrero de 2009

PENÉEEELOOPEEEEEE!!!!....

Llegó...



...vio...

(Por cierto Maritoñi, ¿no es éste su perrito Brian?...)


...¡¡¡y lo ganó!!!



viernes, 13 de febrero de 2009

Canción de amor propio


A veces me desdoblo y me digo al oído:
"¡Qué bueno respirar, sentirte vivo!
¡Qué bueno que te cruces por mi camino!".
Rodeado de un espejo circular,
soy feliz con esta esquizofrenia tan particular.

¡Qué grato es encontrarme vaya donde vaya!
Por más que me cuento mis chistes
siempre me hacen gracia.
Si me voy, si me duermo, la vida se apaga.
¡Qué potra saber que siempre me seré fiel!
¡Qué suerte desde un principio caerme tan bien!

Y voy y me levanto cada mañana,
feliz y seguro.
Me hago el desayuno,
me lo sirvo en la cama,
y allá voy,
menudo soy,
me dedico un arrechucho:
sexo seguro,
sin riesgos, sin contemplaciones,
dudo que nada me satisfaga mejor que un servidor,
menudo soy para el amor.
Y que le voy a hacer si la gente
me condenó al olvido, a ser autosuficiente,
si con eso sobrevivo, que no es poco,
mejor loco que mal acompañado.

¡Qué bonita, qué divertida es conmigo la convivencia!
¡Descojonarme de mi última ocurrencia!
Y esperarme despierto, vuelva a la hora que vuelva,
o cocinar para mí mi plato favorito,
no encontrar en el baño más pelos que los mios.

Sólo yo controlo, sólo yo determino,
mis hábitos de higiene.
Lloro en mi hombro cuando nadie me entiende.
Si me siento solo miro a la luna,
me juro amor eternamente.
Rodeado de un espejo circular,
soy feliz con esta esquizofrenia tan particular.

Y voy...

Y voy y me levanto cada mañana,
Feliz y seguro.
Me hago el desayuno,
me lo sirvo en la cama,
y allá voy,
menudo soy,
me dedico un arrechucho:
sexo seguro,
sin riesgos, sin contemplaciones,
dudo que nada me satisfaga mejor que un servidor,
menudo soy para el amor.
Y que le voy a hacer si la gente
me condenó al olvido, a ser autosuficiente,
si con eso sobrevivo, que no es poco,
mejor loco que mal acompañado.

Y voy y me levanto cada mañana,
feliz y seguro.
Me hago el desayuno,
me lo sirvo en la cama,
y allá voy,
menudo soy,
me dedico un arrechucho:
sexo seguro,
sin riesgos, sin contemplaciones,
dudo que nada me satisfaga mejor que un servidor,
menudo soy para el amor.
Y que le voy a hacer si la gente
me condenó al olvido, a ser autosuficiente,
si con eso sobrevivo, que no es poco,
mejor loco que mal acompañado.


Ismael Serrano (La memoria de los peces-1998)


jueves, 5 de febrero de 2009

Matar a Sharki

Hay un lugar donde habitan los deseos: deseos que se cumplen, deseos que son órdenes, deseos de deseo. Lugar próximo al exterminio. De ahí mi temor a acercarme. Extraña soledad la que allí reposa entre tanta compañía exaltada. ¿Acaso no sabes dónde está ese lugar? Dímelo tú. Seguro que lo conoces. ¡Vamos! ¡No te hagas de rogar! Seguro que alguna vez fuiste. Ya. Sé que te estoy poniendo nervioso. Noto cómo tragas saliva. Está bien, dejo de agobiarte. Descansa ahora. Debes estar cansado de estar cansado...

Estoy hablando solo. ¿Hay alguien por aquí? Sí, queda un alma y no la mía. Al menos sé que me escuchas, me atiendes, me sientes...De cualquier forma a mí me lo parece. Asquerosa soledad la que te acompaña. No hay nada peor que un verano así. Sin nadie. Estabas acostumbrado a padecerla en otras estaciones. Célebres periodos de hibernación apartado de todo bicho viviente y conocido. Siempre buscando explicación a tan extraño hastío. ¿Por qué lo haces?, ¿tienes algún problema? ¿No estás contento con lo que eres, lo que tienes o cómo eres? A todo tenías respuesta y a la vez encontrabas nuevas dudas. No conozco a nadie que tuviese la autoestima más alta que tú. Simplemente creo que ibas demasiado lento y que a la vez el tiempo pasaba demasiado rápido.

Ahora todo es distinto. Ahora no tienes mantas con las que cubrirte y así poder ocultarte de tu propia existencia. Hace demasiado calor, no corre un soplo de aire... Además de abochornar, el calor ralentiza el tiempo, ralentiza tu vida... Ya. Lo sé. Quisieras empezar de cero... Sí. Volver a tener la capacidad de quedarte pasmado observando el centrifugar de una lavadora... Volver a leer por primera vez eso de "mi mamá me mima"... Volver a experimentar con los pueriles besos de labios de Eva... ¿Por qué dicen que cuando mueres ves en segundos toda tu vida? ¿Se puede enmendar lo que ves? ¿De qué sirve pues? ¿Qué sentido tiene? Si te vale de ayuda, últimamente por las noches, solías repasar, por instantes, todo lo que hacías durante el día. Empezábas siempre en sentido inverso, esto es, desde el final hasta el principio, con el único objetivo de poder conciliar el sueño. Además, nunca te habían crecido las uñas y el pelo tanto como entonces. No sé que pensarás si te digo esto pero sólo sé que me hacía sentir más cerca de ti. No he conocido a nadie que me lo pudiese desvelar hasta ahora. Porque, de eso vamos a hablar ¿verdad? ¿no te parece? ¡Estás irreconocible eh! ¿No me habré equivocado de puerta? . Espera un momento. A ver qué pone en la entrada.

Ves, otra vez he vuelto a cagarla. Duermes otra vez. Noto de nuevo un zumbido. Debe ser tu respiración o algo así. Aún no he aprendido a descifrar los leves movimientos y reacciones que en ti se producen. Lo siento, no volveré a aburrirte con mi discurso. Encadeno uno con otro buscando el que más te pueda interesar. No desesperes. Todo lleva su tiempo. No es culpa mía que estés ahí todavía. Te creíste eso que te contaron de las almas, ¿no es así?, pues la tuya se ha quedado encerrada en este metro y medio cuadrado. Pregúntale a tu dios el motivo. Pídele cuentas a él, no a mí. Yo no puedo ayudarte. Siento no poder hacerlo. No creo en nada ni en nadie. Apenas creo en mí. Ya me gustaría. No te preocupes, deja de pensar en ello. Puedes quedarte aquí todo el tiempo que quieras, es más, tienes todo el tiempo del mundo. Es curioso pero no me molesta en absoluto tu presencia, ni siquiera tu putrefacción y menos aún esa fauna cadavérica que tú mismo has creado. Sí, es un olor intenso y extraño el que ha invadido todo este edificio, pero ni mejor ni peor que otros. ¿Acaso no puedo acompañar a un cuerpo inerte de verdad? ¿Acaso no hay millones de parejas ahí fuera que follan bajo la misericorde mirada de un joven desnudo, crucificado y chorreante de sangre?... Tómatelo como quieras, pero toda clase de morbos pueden llegar a ser respetables. Incluso los míos.


Hace poco más de tres años que terminé con tu mudanza y te encerré justo aquí. Ni siquiera te di opción a elegir entre bajo o ático ¿verdad?. Ya lo hice yo por ti. No te quejes. Soy yo el que te paga el alquiler de este cuartucho. Nunca quisiste acabar como ellos pero aquí estás: esperando encontrar un sitio en el limbo de los mentirosos. Algún día te hablaré de ellos. Hoy sólo vine para traerte unas flores y asegurarme de que permanecías ahí, bien quietecito; bien muerto.

Hola Sharki. ¿Te acuerdas de mí? Soy Arguifonte.