Fin del periplo, se acaba la aventura. Madrid, Toledo, Salamanca, Asturias, San Sebastián, Zaragoza, Barcelona, Valencia y feliz regreso a Plutón... A lo largo de quince días y más de 4.000 kilómetros recorridos en un viejo coche he vivido a un ritmo acelerado. He descubierto ciudades alucinantes y pueblos que me han engullido. En sus plazas he mirado de cara a gentes que quizá nunca vuelva a encontrarme. He visto ríos, montañas, lagos, bosques y gigantescas extensiones desérticas. He pisado playas de todos los mares y en algunas hasta he nadado. He pasado calor, frío e incluso empapado de la lluvia he huido. He hecho el amor, he abrazado hasta crujir, me he reído hasta llorar y llorado de felicidad. He conocido a personas que sin pretenderlo me han dado lecciones de vida. He hecho volar farolillos con deseos escritos en la noche más calurosa de Madrid en cien años y, por qué no decirlo, ¡hasta poder recuperar mi barba ha sido la hostia!...
En este perderme para encontrarme quizá me haya gastado más de lo debido pero, ¿acaso no hubieras hecho tú lo mismo si presientes que va a ser el viaje de tu vida?...