sábado, 14 de junio de 2008

Negativo.

Cuelgo el teléfono y empiezo a alterarme. Ansiedad. Puta ansiedad. Vuelve a aparecer. Busco síntomas y me pregunto por qué a mi. Tecleo atropelladamente palabras en Google. Palabras que prometí no volver a buscar. "Sudoración", "lengua blanca", "pérdida de peso", "pérdida de masa muscular"...No sé aún lo que tengo pero me ataca la cibercondia. Dejé de fumar hace nueve meses y apenas he engordado un kilo. Podría ser un aviso. Cada vez que mis amigos me ven siempre me dicen lo mismo: Estás más canío,¿no?- Lo que debería ser un halago pasa a convertirse en un insulto hacia mi aspecto. Miro fotos actuales y antiguas de hace más de tres años. Antes y después de empezar a "ejercer" regularmente, este último año con más asiduidad que nunca. Noto claramente la diferencia. Dejé de ser un loco, casi la tengo plastificada pero empiezo a acordarme de los que jodí y de los que me jodieron. El sexo ya ha pasado a ser una cuestión de jodienda y no placer.

Pudo ser él, o el otro, o aquél...Seguro que fue con el de este fin de año, sí sí, seguro que fue con el brasileño ese. Con tanto cava y whisky se me fue un poco la polla, pero sólo un poco... en un momento de lucidez a duras penas alcancé el condón. Me levanto, me miro en el espejo. Es cierto. Ya no tengo los mofletes que tenía hace tres años en Ibiza.

Pido cita y solicito que me hagan la prueba. La enfermera, en un tono entre teatral y didáctico me hace un cuestionario personal. Miento un poco en las respuestas. Tiro por lo bajo en cuanto a cantidad de parejas sexuales, sin embargo, aparecen todos en mi cabeza alineados, como si estuvieran en una rueda de reconocimiento con un rótulo debajo preguntando: ¿Quién de estos hijos de puta habrá sido? Me pinchan y veo cómo se rellena la jeringuilla de una sangre roja oscurísima, casi negra. No me parece normal ese color, seguro que es sangre infectada. En quince días te damos el resultado. ¡¡Joder macho!! ¡¡Quince días!! ¿A dónde van los análisis? ¿A la NASA?. Mi actual pareja, aún no sé si sólo sexual o sentimental, no sabe nada de esto. Cada noche, en estos días, es abrazado de modo indulgente, como si cada apretón significara un "perdóname".

Catorce, trece, doce, once....siete, seis, cinco, cuatro...Abandono Granada para reunirme en Madrid con C., amiga confidente pero no me atrevo a contarle nada por teléfono. Justo cuando bajo del autobús, en el andén de la estación Sur recibo una llamada inesperada de P., mi última pareja sí sentimental, tenemos una charla amistosa y confusa, acabo de llegar y no sé por dónde salir. A la pregunta final de si estoy bien le respondo con voz temblorosa de que bien, muy bien.-durante el viaje había estado tramando dos o tres formas de quitarme del medio para cuando me diesen el resultado el viernes a mi regreso- Recuerdo entonces el lunes negro del año pasado. Pasé por este trance pero a la inversa pues esta vez el analizado era él. Incluso me hice pasar por éste sin que lo supiese para recoger el resultado y evitarle esa desesperante espera de apertura del sobre.

Dos...uno...Tengo cita para el viernes pero llamo el jueves desde la estación, ya de vuelta:
-Hola, buenos días. Mi expediente es el número tal, ¿Podría decirme si han llegado los resultados de un análisis que me hice?.
-Un momento.- Mantengo la respiración y mi corazón empieza a bombear.
-Sí aquí están- asiente la señorita que me atiende.
-Bien, verá, estoy en Madrid y bajo ahora para Granada, me gustaría recogerlos cuando llegue. Verá... estoy un poco nervioso. Podría decirme si todo está bien.
-Tranquilo, puede venir con tranquilidad.- Esa tranquilidad que me piden desde el otro lado me irrita aún más.
-Pero ¿está todo bien?, necesito que me diga esas palabras. "Está todo bien",.- ya le subo un poco el tono.
-No podemos decirle nada por teléfono. Venga con toda la tranquilidad del mundo. Buenos días.- Me cuelga.

Tranquilo, tranquilo... Ahora me martillea esa palabra durante cinco horas de viaje en autobús hasta Granada. Tranquilo, por qué me dice "tranquilo" si me dice que me tranquilice es que tengo que preocuparme por algo... seguro que es por eso. Nunca he odiado ese parsimonioso acento granadino tanto como ahora. Joder, en Málaga me habrían dicho un no te preocupes, todo está bien. La situación consigue sacar lo peor de mí. Llego al destino y cojo otro autobús que me lleva hasta el centro. La ciudad ahora me parece fea, vieja, calurosa y apestada de hippies y pintadas. No le encuentro el encanto que tenía hace unos días. Ultima parada. Arrastro la maleta por una pedregosa acera hasta llegar al monumental edificio, sigo las indicaciones que hay en este: Centro de E.T.S., Sida.---> Sigo la puta flecha. Entro en la sala de espera, respiro hondo y pido de nuevo el resultado. La administrativa que hay allí se niega a dármelo. Me habla de una jodida ley de protección de datos y me comenta que es el médico el único autorizado para hacerlo. Se había retrasado. Debía empezar la consulta a las cuatro. Quince minutos pasaban ya de esa hora.

Llega el médico y recoge el maldito sobre con mi número de expediente. Su aspecto es decrépito, desalentador. Bajito, delgaducho y rondando los setenta casi, al menos en apariencia. Vaya esperanza de vida que me das con ese aspecto, pienso mientras le sigo por el corredor hasta llegar a la consulta de gas. Nos sentamos, abre el sobre y dicta sentencia:

-Negativo, eres negativo.

2 comentarios:

  1. Me alegro de esa negatividad que da calma. Conozco a gente cuyo resultado fue otro, y he aprendido mucho de ellos. Entre otras cosas, a relativizar ese pánico que tenemos al azaroso mundo de la vida y la muerte. Pero enhorabuena, a follar y a cuidarse.

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  2. Debería servirme esto de escarmiento. La "jodienda" volvió a convertirse en placer. Un beso.

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