martes, 27 de enero de 2009

Antony

“Prodigio de la naturaleza”; "todas las emociones del planeta se encuentran en su increíble voz”...alabanzas hacia esta especie de “Faleta neoyorkina” (¡de más de dos metros de estatura!), hicieron que me fijara en él (o en ella) y… que me haya descuajeringado el alma por completo desde hace un par de meses. Mis vecinos deben fliparlo, pues sube su torrente de voz por el ojo patio del bloque con la misma facilidad con la que planean los violines de Camela sobre los arrabales de Plutón. La primera vez que me percaté de su existencia fue en su colaboración con Björk en su “Volta a la normalidad” después del inclasificable trabajo anterior que hizo la Esquimala del Pop:


Al sentirlo por primera vez, porque a este hombre que quiere ser mujer no se le oye, se le siente, pensé que era un negrazo del Norte de Europa. Cuando di con su aspecto por el Google imágenes, mi devoción hacia él fue ya absoluta. Su canción, Hope there´s someone, se instaló de casualidad en mis oídos y es que, a pesar de tener una cultura cinéfila fotogramera, no caí en la cuenta de que era la canción de La vida secreta de las palabras, y es que mi fuente fue el anuncio de la colonia de Massimo Dutti, ¡otra vez la publicidad!. Y nada, que buscando y rebuscando, encontré una maravillosa adaptación de un poema de Edgar Allan Poe, The Lake :


In youth's spring, it was my lot
To haunt of the wide earth a spot
To which I could not love the less
So lovely was the loneliness
Of a wild lake, with black rock bound
And the tall trees that towered around

But when the night had thrown her pall
Upon that spot as upon all
And the wind would pass me by
In its stilly melody

My infant spirit would awake
To the terror of the lone lake
My infant spirit would awake
To the terror of the lone lake

Yet that terror was not fright
But a tremulous delight
And a feeling undefined
Springing from a darkened mind
Death was in that poisoned wave
And in its gulf a fitting grave
For him who thence could solace bring
To his dark imagining
Whose wildering though could even make
An Eden of that dim lake

But when the night had thrown her pall
Upon that spot as upon all
And the wind would pass me by
In its stilly melody

My infant spirit would awake
To the terror of the lone lake
My infant spirit would awake
To the terror of the lone lake

Springing from a darkened mind
So lovely was the loneliness
In youth's spring, it was my lot
In its stilly melody
An Eden of that dim lake
An Eden of that dim lake
Lone, lone, lonely...


o la simplemente genial Bird Girl...



tantas...hasta que llegué a la catarsis con Cripple and the Starfish. Puede que me pillara sensiblote en aquella primera escucha, pero os puedo asegurar que nunca una canción me había provocado "tanta cosa junta":



Sus canciones hablan del amor, la soledad, la muerte, el dolor y la transexualidad con una naturalidad pasmosa a la vez que intrigante. Creo que esto ha hecho que el personaje de Antony Hegarty me parezca cuanto menos fascinante, y vamos….¡a años luz de su homólogo sevillano!, por compararlo con alguien y salvando oceánicas distancias, que soy yo muy dado a las comparaciones por el mero hecho de que sean odiosas. Este sosias de la Gioconda ha tocado otros palos, haciendo incursiones con éxito en la música de baile con el grupo Hercules and the Love Affair,

algo totalmente distinto a su desgarro habitual, así como colaboraciones con Boy George, Rufus Winewright, Lou Red, CocoRosie y otros. Con su grupo, Antony and the Johnsons, acaba de sacar un nuevo album con tenebrosa portada, “The Crying Light”, que voy devorando poco a poco, ¿o me va devorando a mí?
El cantar de este ángel en busca de su sexo recalará en Plutón próximamente en lo que será una gira universal, pero no diré ni cuando ni dónde, que luego me quedo sin entradas. Mientras tanto, lo sentiré.




lunes, 19 de enero de 2009

¿Usted a qué hora lo tiene?

Entras en el ambulatorio abarrotado de gente. Viejos que van a echar la mañana allí;
una mesa de intérpretes voluntarios para los guiris asentados en Plutón; tomas de tensión; loteros; periódicos gratuitos por todos lados; puestos de fulares y paraguas en la entrada; cola kilométrica para pedir número…Parecía aquello un mercadillo más que un centro de salud. Subes las escaleras. Buscas la consulta de tu doctor. No es el Clooney de "Urgencias" el que se ha citado contigo pero tiene su punto (y sus canas) también. Llegas a tu sala de espera, la puerta de la consulta 23 está cerrada. Seis mujeres que sobrepasan la cincuentena y un chico joven de unos veinte años con pinta de cani jackandjonizado sentado justo en frente de ellas, están esperando.

-Buenos días, ¿usted a qué hora lo tiene?.-preguntas a la primera que se te antoja.

-Yo lo tengo a las 11.30.- te contesta con acento gaditano una señora morena de aspecto agitanado .

-Ah, pues después de usted voy yo.

Don José Manuel, como te informa una señora oronda de pelo corto aceitoso y mirada ojiplática, aún no había empezado la consulta, que todavía no había llegado. Ésta, empieza a contarle a grito pelao a su vecina de silla que estaba jarta de que le cambiasen de médico; que cada vez que le hacían esto le cambiaban el tratamiento y que eso no podía ser; que la atiborraban de valium y estaba tol día apollardá.

-Ay que ver, ¡es que siempre pasa lo mismo aquí eh! Acá instante están cambiando de doctor. El año pasado nos cambiaron y ahora tiene mi marío una dortora y yo tengo otro. Es que esto no puede ser!..., es que asin no pueden seguir tu historial…!-le contesta su nueva amiga.

Te colocas al lado del chaval, bien parecido visto de cerca, adoptando la misma posición de espera que él: sentado con los codos apoyados en las rodillas y los dedos de las manos entrelazados. Los dos os convertís sin querer en espectadores de excepción de un show de señoras clónicas.

Se abre la puerta del ascensor del fondo del pasillo y sale de éste una señora con permanente rubia tapándose media cara con el ADN, el periódico claro está. Se acerca hasta la sala. Al preguntar a la gitana el clásico "¿usted a qué hora lo tiene?", descubrimos que tiene un cacho del ADN, esta vez de su cara, quemado, abarcando éste desde la comisura del labio hasta la barbilla. Ese trozo de cara lo tenía repellado con plastas de crema blanca. Dos señoras indiscretas, por suerte para todos que fuesen así pues mataron nuestra curiosidad de un tiro, le preguntaron un tanto exaltadas:

-Oy ¿qué le ha pasado a usted?

- Ay, esto de una pólvora, que me ha explotao en la cara.

-Oy oy oy….. ¡Vamos que le podría haber saltao un ojo!…Eso como el otro día, que ha salío en la tele y , a esa que en nochevieja se le vació un ojo con un petardo.. Si es que vamos, yo es que prohibía los petardos, los cohetes, prohibía eso…

-Pero ¿qué es lo que ha sío?, ¿un cohete?, ¿un petardo? ¿qué ha sío en la calle?…- pregunta chillando la oronda señora ojiplática, sin parar de tejer una bufanda combinada de colores imposibles.

-En una fiesta, en un chalé, algo parecido a una pólvora, que se vino pa mí y se me quedó en la cara pegao… es que en mi pueblo celebramos San Antón muy a lo grande ¿sabe usté?.

-Ay pues yo soy muy devota de San Antón, pero vamos yo nunca he escuchao eso en mi vida lo de los petardos eh….y...¿no va usted a denunsiá ni ?.- le dice la clónica matriarca de los Flores.

-No, no, no,… yo no quiero meterme en jaleos, yo que se me cure esto y ya está. Ma disho Don José Manuel que no me puede dar la luz.

-Oy, pues eso seguro que se le va a quedar la señal eh…. Que a mi vesina le explotó la olla express el año pasao y vamos….¡la cara desfiguraíta, señalá pa toa la vida!...- le advierte otra "nueva amiga".

-Lo que podría usted ponerse son unas gafas así grandesitas, de estas de Sol, pa que no se le quede eso.- le aconseja la señora a la que le habían cambiado a su marío de dortora.

-Pero señora, no ve usted que tengo la quemadura al lao de la boca…

El chaval jackandjonizado y tú os miráis de reojo y echáis una sonrisa cómplice. Hacía veinte minutos que debía haber empezado la consulta y don José Manuel aún no había aparecido por allí ... y ni falta que hacía.

-….Y bueno…¿qué crema es la que se está usté eshando?...


miércoles, 14 de enero de 2009

Contra Jaime Gil de Biedma

De qué sirve, quisiera yo saber, cambiar de piso,
dejar atrás un sótano más negro
que mi reputación —y ya es decir—,
poner visillos blancos
y tomar criada,
renunciar a la vida de bohemio,
si vienes luego tú, pelmazo,
embarazoso huésped, memo vestido con mis trajes,
zángano de colmena, inútil, cacaseno,
con tus manos lavadas,
a comer en mi plato y a ensuciar la casa?

Te acompañan las barras de los bares
últimos de la noche, los chulos, las floristas,
las calles muertas de la madrugada
y los ascensores de luz amarilla
cuando llegas, borracho,
y te paras a verte en el espejo
la cara destruida,
con ojos todavía violentos
que no quieres cerrar. Y si te increpo,
te ríes, me recuerdas el pasado
y dices que envejezco.

Podría recordarte que ya no tienes gracia.
Que tu estilo casual y que tu desenfado
resultan truculentos
cuando se tienen más de treinta años,
y que tu encantadora
sonrisa de muchacho soñoliento
—seguro de gustar— es un resto penoso,
un intento patético.
Mientras que tú me miras con tus ojos
de verdadero huérfano, y me lloras
y me prometes ya no hacerlo.

Si no fueses tan puta!
Y si yo supiese, hace ya tiempo,
que tú eres fuerte cuando yo soy débil
y que eres débil cuando me enfurezco...
De tus regresos guardo una impresión confusa
de pánico, de pena y descontento,
y la desesperanza
y la impaciencia y el resentimiento
de volver a sufrir, otra vez más,
la humillación imperdonable
de la excesiva intimidad.

A duras penas te llevaré a la cama,
como quien va al infierno
para dormir contigo.
Muriendo a cada paso de impotencia,
tropezando con muebles
a tientas, cruzaremos el piso
torpemente abrazados, vacilando
de alcohol y de sollozos reprimidos.
Oh innoble servidumbre de amar seres humanos,
y la más innoble
que es amarse a sí mismo!

Jaime Gil de Biedma
Poemas Póstumos (1969)

sábado, 3 de enero de 2009

Morfina de vainilla

Despegas la tapa del yogur. Le metes un lametazo. Mmm…Te encanta la vainilla. Partes una manzana en dos mitades. Pelas la que no tiene corazón. La divides a su vez en pedacitos dejándolos caer sobre tu preciado lácteo. Los trocitos van hundiéndose lentamente en la amarilla crema hasta que empiezan a acumularse en la superficie. Paras la disección del fruto. Introduces el cubierto y lo devoras entero. Vas buscando con la cucharilla hasta el último rincón del envase. No le des más vueltas. Ya no hay más. Apagas el flexo. Te metes en la cama. Todas las noches el mismo ritual antes de acostarte: Abrazas tu almohada rellena de lana de oveja, la misma que estrujas contra ti desde hace treinta y dos años. ¿Es que todavía temes al Coco? El cojín. Sin éste no podré atraparte. No lograrás entonces conciliarte conmigo. Lo buscas a tientas y te lo colocas entre los muslos. Ya notas ahí ese calor y crees tener la posición perfecta. Justo ahora esbozas una pequeña sonrisa de bienestar. Sientes una especie de leve quemazón al cerrar los ojos... Ya. Ya te tengo. Ya eres mío. Déjame que te cuente...