miércoles, 30 de diciembre de 2009

Rincón Exquisito

Relatar el principio
no puede ser tan complicado,
antes iba deprisa,
perdóname si voy despacio.

Arrancad los motores,
que no haya
silencio,
descorcharemos las mejores
bebidas que tenemos
.
Aunque estoy agotado, iré a buscar lo que me pidas.

Desde aquella habitación,
desde aquel rincón
tan exquisito,
lanzamos un mensaje para todo el universo.
A través de aquel calor,
yo me transmito
al exterior,
por tus gestos, en tu arte,
por los nuestros, en tu forma de entenderlo,
ha merecido ...

Trataré de llevarme
imagenes que me harán la espera soportable,
fueron incalculables
diamantes al fondo en cada una de las tardes.

Desde aquella habitación,
desde aquel
rincón tan exquisito,
lanzamos un mensaje para todo
el universo.
A través de aquel calor,
yo me transmito al exterior,

por tus gestos, en tu arte,
por los nuestros, en tu forma de entenderlo.

Donde me sentaba yo,
escribo desde donde me sentaba yo.

Desde aquella habitación,
desde aquel rincón tan exquisito,
lanzamos un mensaje para todo el universo.
A través de aquel calor,
yo me transmito
al exterior,
por tus gestos, en tu arte,
por los nuestros, en tu forma de entenderlo.

(Donde me sentaba yo)
Por tus gestos, en tu arte,
(escribo desde donde me sentaba yo)
por los nuestros, en tu forma de entenderlo.
Donde me
sentaba yo,
escribo desde donde me sentaba yo.
Donde me sentaba yo,
escribo desde donde me sentaba yo.
Donde me sentaba yo,
escribo desde donde me sentaba yo ...


sábado, 12 de diciembre de 2009

Matar a uno mismo

El portal de mi bloque es hortera. Antiguo aparthotel, conserva reminiscencias de principios de los setenta aunque el divertido estilo kitsch de la época pasó de largo. A unos sofás de skai polvorientos en el hall, unas flores de plástico imposibles y una descascarillada estatua de la diosa Iris, hay que sumarle ahora una churrigueresca decoración navideña. Iris, con un pecho descubierto, te conduce hacia una fuente que emana agua en forma de seta rodeada de unos ventanales que, con sus cortinas, azulean el patio de luces interior. Frente a la seta, desde hace casi una semana, plantaron una palmera en un gran macetón, emergiendo vigorosamente por el hueco.

Ayer por la tarde, bajé para renovar un libro en la biblioteca y a los pies de la palmera, tirado en el suelo, había un ramo de flores con nota incluida, "Alguna despechada" pensé sin pensar y continué aprisa pues me cerraban en diez minutos. Al regresar, la curiosidad por ver qué decía esa nota, provocó que saltase la pequeña valla que rodeaba la planta. En la nota, escrita en inglés, una madre rogaba por el alma de un hijo. El escalofrío fue instantáneo. Me acerqué a recepción para interesarme: "Un chico de treinta y tres años se ha "caído" desde el quinto hace seis días", me confirmó, apesadumbrado, el conserje de turno; "Hoy ha muerto". Cuando le insinué si era un suicidio no hubo respuesta. Ni yo seguí preguntando. Treinta y tres años, la edad que yo tengo, la misma edad que rondaría el conserje. Al hacer memoria, recordé que aquella noche hizo muchísimo viento, tanto, que el golpeteo constante de un cedé "espantapalomas" contra la barandilla de la terraza de mi vecino, me despertó a eso de las cuatro de la mañana, - a las cinco "cayó" mi vecino muerto-. Para sujetar el cedé con unas pinzas de la ropa, asomé medio cuerpo por la terraza y en ese instante imaginé, casi soñando, lo espachurrado que quedaría si con la somnolencia perdiese el equilibrio y cayera siete pisos abajo. No era la primera vez que había fantaseado con mi propia muerte, algo así como si me convirtiese de repente en un duelista de mi propio entierro. Incluso hubo un tiempo en el que, por depresiones varias, la deseé. Me pregunto si mi vecino muerto, al que nunca conocí, ni siquiera de vista, fantaseó alguna vez con esto o quizá hubiera más que premeditado lanzarse al vacío. De todas formas, transitoria o no, nunca sabré por qué cometió la locura de matarse él mismo y huir así de este mundo raro.

Desconcertado y confuso, me despedí del conserje al que nunca saludo. De camino al ascensor, al volver a pasar por delante de la palmera, miré de nuevo hacia el ramo de flores. Antiguamente, las flores cumplían la función de enmascarar el olor a descomposición del muerto, sin embargo, allí no había cuerpo, sólo un presunto alma por el que su madre rogaba. Dudé al principio, pero, a pesar de que Dios huyó de Plutón hace años para dejarlo todo muy frío, me detuve un segundo y, por si acaso, me santigüé.


Rapture -Antony & The Johnsons

domingo, 22 de noviembre de 2009

Antes de haber nacido



Lejos donde no llega la voz
Rebota el eco de una imagen muda
El amanecer, con la niebla del recuerdo, confundido
Me atrapa y lanza a un viaje veloz
Acercándome al calor de la estrella que persigo


Cuando la noche solo era el día oscurecido
No existía el dolor amargo del vencido
Cuando vivir no era privilegio restringido
yo podía ser feliz sin ser el elegido


Hasta aquí he llegado
Desde aquí he partido
Un camino sin descanso que buscó donde nacer
Antes de haber nacido.

Canción inédita de Antonio Vega, 2009

lunes, 16 de noviembre de 2009

Cansa2

-Venga, ya hablamos mañana. De verdad, me da cosilla por ti, pero hoy estoy reventado. No he parado en todo el día en el curro. Necesito un par de días para mí. Llevamos dos meses juntos las veinticuatro horas, apenas nos separamos.

-Joder, macho. Para dos días libres que tengo entre semana…

-En serio, no lo tomes a mal. Nos vemos mañana por la tarde si quieres.

Embobado esperas a que se apague la luz del móvil y apuras el ya frío café de un trago. No entiendes a son de qué viene eso. No insististe para no parecer un coñazo. Sólo es una noche. No pasa nada por no dormir juntos una noche. Será por noches. Puede que incluso tenga razón. No lo pienses. No te ralles… Un rato largo de Facebook, un rato con el blog; y piensas y le intuyes; y tientas y le buscas…

Fauno31- Hola
Odiseo29- Hola
Fauno 31- Q tal, q buscas
Odiseo29- Sexo, y tú?
Fauno31- Yo tb.
Odiseo29- ¿Cómo eres?
Fauno 31- 182. 79 bastante wapete. Tú?
Odiseo29- 181 , 83 con barba, wapo dicen.
Fauno31- Ok
Odiseo29- Act, pas?
Fauno31- Yo más act. pero me dejo llevar.
Odiseo29- Yo más pas.
Fauno31- Tienes sitio?
Odiseo29- Sí
Fauno31- Ok, Msn? Cam?
Odiseo29- Sí, dame tu msn.
Fauno31- arguifonte@pluton.com, agrégame
Odiseo29-
Fauno31- ¿Estás?
Odiseo29-


No te llega el pantallazo gris del messenger. Lo que sí ves es cómo tu novio emerge desde abajo a la derecha con un insólito icono:


-Oye nene, voy a apagar el móvil, estoy muy cansado. Me voy a acostar ya. Te kiero mucho, no lo olvides.



-Y yo mi vida. Yo también.

domingo, 8 de noviembre de 2009

El ataque de Amígdala

Érase que se era, un treintañón que sobrevivió a una terrible enfermedad: Amigdalitis aguda. Gracias a ésta, entendió a la perfección lo de que se le pongan a uno los huevos de corbata. Efectivamente, pareciera que se hubieran instalado dos huevos amigdagalácticos en la garganta del muchacho. Estos ovoides, provistos de una brutal artillería letal, atacaban a su presa con bombardeos febriles de hasta 42 grados provocando en el indefenso Arguifonte extraños síntomas como escalofríos, espasmos, titiriteras, delirios… Incluso en uno de esos ataques, le pareció levitar de su cama.... El pobre animalito, desvalido y encerrado en 28 metros cuadrados con prospectos en su mesita de noche como única lectura, apenas tenía fuerzas para ir al baño y su despensa y nevera acusaban el vacío. En penumbras, empapado en sudor y lágrimas y más solo que Hitler en el día del amigo, recibió una llamada, la única durante su convalecencia: la de su madre. Disfrutaba con su nuevo marido de un viaje con el Imserso por el desierto de Almería, "que por algún desierto habrá que empezar",-decía ella. Le contaba por teléfono, ilusionadísima y emocionada, lo maravillosa que era Carbonara -Carboneras para el resto de la humanidad- y que lo había flipado en el Oeste del Mini-Jolivus de Tabernas. Con tanta alegría le relataba su particular paraíso árido, que el afligido plutoníaco no quiso chafárselo con el repentino infierno que padecía.

Pasados cuatro días, se reincorporó, todavía paliducho, a su puesto de frutero. Cuando dieron las 11 de la mañana, fue a desayunar. Diligente sacó de su mochila un pitufito de jamón y un zumito que traía de casa, y es que la economía apretaba y no estaba el horno para bollos en panaderías y aún menos para cafeterías. Su hora del desayuno coincidía con la de los estudiantes de un instituto cercano, por lo que rápido y veloz, antes de que se lo quitaran, pilló un banco con vistas a la autovía, para ver los coches pasar y aprovechar también unos rayitos de Sol cada vez más fríos...

Primer bocado al pitufito…!!Ñam¡¡ Hum... !!Qué güeno¡¡ "Güeno" era la palabra exacta, "bueno" equivaldría a normal y no era el caso de tan exquisito manjar. Nuestro escuálido personaje ya casi había olvidado los sabores después de tanta amoxicilina y paracetamol por lo que el primer mordisco le supo a gloria.

A por el segundo bocado..... ¡¡Plof¡¡. Escuchó un leve sonido a su derecha. Torció la vista hacia su hombro diestro y comprobó cómo le deslizaba una materia blanquecina y viscosa en forma de rombo. Miró a ambos lados con cara circunspecta asegurándose de que nadie se dio cuenta del fenómeno. Con la boca abierta llena de mijillas, levantó la vista y pudo ver cómo le sobrevolaba una gran e inmaculada gaviota descolgada de sus compañeras que migraban rumbo a Neptuno. Sólo le faltó, al estúpido animal, soltar una gran carcajada y señalar con un ala al infausto protagonista.


domingo, 1 de noviembre de 2009

Inertes

"No es el muerto quien provoca el estupor,
es la sorpresa de ver cómo olvidamos
su propia muerte, nuestro gran dolor.
Queda el muerto, nosotros nos marchamos.

No es el muerto, no, quien se retira.
Somos nosotros que vamos discutiendo,
sobre el cadáver que mudo nos mira,
la posibilidad de seguir sobreviviendo.

Cuando en la memoria al muerto divisamos
(juegos del tiempo, macabro escandiador)
no es pues al muerto a quien estamos viendo:

Somos nosotros que tétricos quedamos
al ver cómo miramos sin horror
al que en el gran horror se va pudriendo."


No es el muerto quien provoca el estupor , de Reinaldo Arenas.

http://www.flickr.com/photos/25002236@N06/2611187562


domingo, 25 de octubre de 2009

De rositas


El verano se resiste a decir adiós y los barrenderos no tienen hojas de otoño para recoger. La luz de la mañana emerge exultante sobre una aletargada ciudad a punto de reactivarse. Un olor a churros y café inunda el centro de ésta. Las mesas y sillas de los bares van ocupando milimétricamente su espacio en las terrazas. Las carretillas transportan cajas que provocan un característico ruido al mezclarse el tintineo del vidrio con el rodar sobre el adoquinado suelo. Camiones y furgonetas descargan en los ennegrecidos muelles del mercado central frutas, carnes y pescado: los únicos cartuchos que les quedan para luchar contra las grandes superficies. Aquí, en esta parte de la alameda, el olor a pescado gana por goleada. En frente, los mimos y artistas, en improvisados camerinos a la intemperie, ultiman detalles en sus maquillajes antes de subirse al cajón. Al final, casi pegados al puerto, los kioskos de flores despliegan su mercancía, la más voluminosa del año, dando más color que nunca al día que se avecina: el día de los muertos. A este guirigay mañanero, se unirán en breve los turistas que desembarcarán, cámara en ristre, dispuestos a digitalizar media ciudad, no sin antes reventar con el desayuno que se autoservirán en el buffete del crucero.

Los primeros exploradores comienzan el asalto a la capital por el mar. Unos jóvenes enchaquetados aspirantes a ejecutivos -la mayoría agentes inmobiliarios- les miran de reojo mientras apuran el último cigarrillo antes de empezar a faenar. Ioana también los mira. La gran urbe está ya preparada para ser trabajada y viajada; incluso para ser robada. Ioana, amiga de lo ajeno, observa con atención a cada uno de los viandantes que pretenden infartar el corazón de la ciudad.

Primera presa: Mario, treintañero con rasgos caucásicos, eterno opositor a bombero. Error, no es un turista. Astuto él, se da cuenta del tirón a la cremallera de su mochila. Ella, más astuta, se esfuma entre la muchedumbre que ya abarrota la zona más turística de la capital de Plutón.

Segunda y tercera presa: Däniel y Raflex, pareja holandesa en viaje de novios. Däniel contempla embobado los edificios modernistas de la zona mientras su marido aguarda fila en el kiosko para regalarle una extraña flor ibérica: un clavel.

Cuarta presa: Ioana, nuestra protagonista. En el puesto de enfrente, Rubén, el vendedor de flores más veterano de la zona, harto de ver cómo día tras otro conseguía salir indemne de comisaría por la levedad del delito, conocía de sobra la técnica que la señorita venida del Este quería perpetrar contra Däniel. Se acerca sigilosamente por detrás y con rabia vuelca un cubo de agua sobre ella. Chorreando, la sujeta fuertemente de un brazo y le susurra al oído:

-Ahora ya puedes irte de rositas, hija de puta.

domingo, 18 de octubre de 2009

Zzz...


Dejadme dormir que mañana madrugo. No quiero besos, ni abrazos ni llamadas deseando un descanso. El móvil está apagado y el fijo descolgado. La persiana cerrada y mis oídos taponados. Tras cenar poco y batirme en duelo con Onán , no puedo resistirme a la invitación de María Luisa. Ahora no quiero más historias, ni dramas, ni siquiera chutes endorfinados. Ahora sólo quiero una noche en blanco. Sólo quiero dormir.



Dedos, planta, talón, gemelo...
Dedos, planta, talón, tobillo, gemelo...



sábado, 10 de octubre de 2009

De puntillas

Viernes noche. El descanso de los demás no hace otra cosa que avivar una curiosidad en alerta desde hace un mes. Todo empezó con una italiana. Hoy toca una alemana. A oscuras, con cuidado de no despertar a tu hermano, te levantas y marchas de puntillas hacia la cocina procurando no tropezar con el taquillón de la entradita. Con sigilo, cierras la puerta evitando hacer ruido con el pestillo. Cagado de miedo, pegas la oreja al cristal de la puerta y aguantas un segundo la respiración para confirmar que no escuchas la grave voz de tu padre. Ha habido suerte: no hay vida en casa; todos se han quedado sopa. Vía libre para avanzar excitado hacia el final en medio de un intenso olor a fritanga. Colocas una silla de hierro frente al mueble-máquina de coser y te acoplas. A tientas, consigues meter la clavija de los auriculares del walkman en el televisor pequeño que hay encima y te los colocas. Con un pie en garra sobre el borde del mueble, te balanceas y buscas el canal con el dedo gordo del otro. Aquí está. Menos mal. Acaba de empezar...


viernes, 25 de septiembre de 2009

Amistosamente

(Entrada en permanente construcción)

En contadas ocasiones me dejo ver por alguna celebración cuando el porcentaje de desconocidos es considerable. Durante los primeros cinco minutos, suelo ser una entidad parsimoniosa, torpe, balbuceante e inconexa; incapaz de controlar mi, ya de por vida, timidez. Dieciocho besos, y tres manos después, acepto a regañadientes a “novios de” como amigos, regresando a mí la calma, aunque el proceso de introspección no cesa.

Noche especial, mucho más que un cumpleaños. Ella, magnífica anfitriona, consigue el más difícil todavía: reunirnos a todos. No falta nadie. Miento: casi nadie. Algún día volverán del exilio los ausentes no inertes. Con una Luna llena como foco, apostado en mi atalaya de plástico, repaso a "nuevos" y a viejos conocidos. Nacidos en los setenta, peinamos canas y algunos hasta calvas; la flaccidez en las caras atenaza y la mayoría nos aferramos ya a eso de que “la arruga es bella”. Comienza la tertulia...

Quince años dan para mucho, sin embargo, volvemos a recrear, una y otra vez, los mismos recuerdos, las mismas anécdotas. No fallan en ningun reencuentro. Recopilados en la misma mesa futuros ya pasados pero siempre latentes. Mesa circundada por presuntos abogados, profesores, historiadores o químicos… Otros lo consiguieron. Discusiones, anhelos, desengaños, entusiasmos, frustraciones, contradicciones, nacimientos, decesos... Década y media de risas y llanto pero más llantos de risa.

La fiesta termina y me despido con un hasta luego. Ya en la calle, los subo a todos en el coche, los traigo a casa y los meto en mi cama. Allí tumbado, con la cámara en las manos, voy pulsando una a una la retrospección: pululamos por allí, a nuestras anchas, cargados de miseria y generosidad; dolencias y salud; fracasos y éxitos; ambigüedad y claridad... Me gusta el desfile que veo. Nunca hemos sido aburridos. Ella tampoco.


miércoles, 16 de septiembre de 2009

Puesta de Sol romántica


Qué hermoso el Sol parece cuando fresco se eleva,
Dando los buenos días como en una explosión

-Feliz aquel que puede, por el amor transido,
Saludar al poniente, más glorioso que un sueño.

¡Lo recuerdo!... Yo he visto todo, flor, surco, fuente,
Caer bajo su mirada como un corazón vivo...
-Pronto, pronto, ya es tarde, vamos al horizonte
Para atrapar al menos algún oblicuo rayo.

Pero persigo en vano al Dios que se retira;
La irresistible Noche establece su imperio,
Negro, húmedo, funesto, roto de escalofríos;

Un olor a sepulcro en las tinieblas boga,
Y mi pie temeroso roza, junto al pantano,
Sapos inesperados y babosas heladas.

Poema perteneciente a "Los Despojos" (1866) de Charles Baudelaire.

domingo, 30 de agosto de 2009

Al descubierto


$i abres la nevera y dentro no hay nada más que un bote de zanahoria rallada, un cartón de leche empezado y un polo-flash en el congelador; puede que te encuentres en alguna de estas dos situaciones: o bien te has convertido en el hermano espiritual de Carpanta o estás más tieso que una mojama. Decantémonos por esta última erección...

Si vas al Mercaplutona, haces la compra del mes y a la hora de pagar con tarjeta, tu cajera favorita, fichaje estrella de la temporada estival, te dice en su cordoplutoníaco acento: "Lo siento, no me pasa la tarjeta"; con la poca dignidad que te pueda quedar, serías capaz de decir eso de que "debe ser un error" para acabar abandonando, con el rabo entre las piernas, tu supermercado de "desconfianza", no sin antes mirar pesaroso al soslayo tu carrito repleto de zumos, leches y demás viandas.

Un viernes veintiocho de mes siempre es catastrófico para el bolsillo de cualquier posible plutoníaco que me lea. Si el ente leyente en cuestión es además un tirado cuasimileurista como yo, digno sucesor del señor Barragán; siempre podría echar mano de alguna de estas dos figuras:

1) Mamá: llamarla, preguntarle que qué tal está, decirle lo mucho que la quieres e ipso facto plantarte en casa, almorzar con ella y regresar cargado de tupperwares para mi famélico frigorífico, o bien;

2) Mónica: mi "asesora financiera", la que administra mis leuritos en el banco y así pedirle una ayudita, que la cosa está muy mala.

Hará un par de años que caí rendido a la aventura del crédito, esto es, echo treinta leuros de gasolina con la tarjeta del Tinti Inglés para que me lo pasen a finales del mes que viene; comprar una cámara digital en doce cómodos plazos para poder fotografiar así mis vacaciones en Plutoconil, pagadas éstas a su vez con la VISA, etc... Al llegar a casa, después del bochorno en el super, cuando miré la "descuenta" por internet, los excesos etílicos en las fiestas de mi pueblo justificaron mi retirada del establecimiento, y es que me quedaba tan sólo la paupérrima cantidad de 0.97 € para echar los tres días que restaban de mes. Ya. Ya sé que tengo fama de ser un puto tacaño rata agarrado, pero no soy tan hábil como para hacer malabarismos con semejantes céntimos. Desde que se instaló aquí la puta crisis, (sí señores, en Plutón también tenemos crisis) aún no había tenido que pedir auxilio. Tras cagarme en mí y en todo lo que se menea por no haberme administrado mejor, marqué el número de la esperanza:

-BBVA, buenas tardes, le atiende Mónica, ¿en qué puedo ayudarle?

Con voz suavona le imploré a mi asesora, casi pidiendo una absolución por mi delito fiscal, que me hiciese el favor de adelantarme algo este mes. La bajada de pantalones no funcionaba...

-Lo siento Arguifonte, desde el mes pasado, estas operaciones sólo se pueden realizar en la oficina.

Menos de diez minutos hicieron falta para que me plantase delante de su mesa, cariacontecido, suplicándole que me anticipase algo de la nómina, al menos cincuenta euros; que yo llevaba ya 8 años con ésta domiciliada allí, que si yo era de confianza, que estaba al día de todos mis pagos, bla, bla, bla...-Mónica, una cuarentañera canija, morena y con un escote saturado de pecas, tras arquear una ceja en un gesto altivo, de sobrada la muy zorra, cogió el teléfono, marcó un par de cifras, miró con sus negros ojos saltones a ambos lados, (yo ya no sabía dónde mirar ni meterme del sofoco que tenía) y colocó una mano en el auricular para cubrirse la boca. Sólo pude acertar a oir, con una voz impostada, decirle al director de la sucursal:

-Juan Ramón, otro descubierto.



miércoles, 12 de agosto de 2009

Ser feliz

-Qué bien se está aquí ¿a que sí?, ¡qué fresquito!. Los dos, repachíngaos con la cervecita.... Esta noche no se puede estar en la casa ¿verdad?. Deberíamos habernos traído el colchón para dormir.

-¡Estás loco!

-Si no fuera por aquella luz del barco se verían perfectamente hoy. ¡Bah!, me da igual pringarme de arena, me voy a tumbar; me duele ya el cuello.

-¡¡Mira, mira, mira!!! ¡¡Una!! ¡¡Joder qué guapa!!

-¿Dónde, dónde?

-¡Por allí, por allí!

-Vaya, ésta no la he visto...Son ya las dos, es muy tarde, deberíamos irnos.

-¡¡¡Hostiaaaaa!!! ¡¡¡Mira, mira, mira...!!!!!Qué grande ésta! ¡¡¡Niño se ha escuchado y todo!!!

-¡¡Qué cerca ha pasado!!! Joder, ¡parecía una bengala!. ¡Ha pasado lentísima! Con ésta sí que me ha dado tiempo. ¿Tú qué has pedido?

-Eso no se dice... A ver, ¿y tú?

-Lo mismo, siempre pido lo mismo.

jueves, 30 de julio de 2009

martes, 30 de junio de 2009

Un chant d´amour

Dedicado a los que aman y a los que no dejan amar.



"Un Chant d'Amour (Una Canción de Amor) es la única película del escritor francés Jean Genet, que dirigió en 1950. Debido a su explícito (aunque artísticamente presentado) contenido homosexual, la película de 26 minutos de duración, fue durante mucho tiempo prohibida y repudiada incluso por Genet al final de su vida.

La acción se centra en una prisión francesa en donde un guardián de la prisión obtiene el placer observando cómo se masturban los prisioneros. En dos celdas adyacentes, hay un argelino de mediana edad y un guapo convicto veinteañero. El hombre mayor, enamorado del más joven, se roza contra la pared y comparte con su amado el humo de los cigarrillos a través de una pajita.

El guardián de la prisión, celoso de la relación de los presos, entra en la celda del condenado de más edad, le golpea y le hace chupar su arma de manera inequívocamente sexual. Sin embargo, el recluso se deja llevar por una fantasía donde él y su objeto de deseo vagan por los campos. En la escena final, queda claro que el poder del guardián no es rival para la intensidad de la atracción entre los presos, aunque su relación no esté consumada.

Genet no utiliza el sonido en su película, lo que obliga al espectador a centrarse sólo en primeros planos de caras, axilas, y penes erectos. La obra, de atmósfera altamente sexual (no pornográfica) ha sido reconocida como un factor de evidente inspiración para otros autores, como Andy Warhol."






Texto traducido de la Wikipedia.

jueves, 18 de junio de 2009

De putas


A los dieciséis, aparentando más de dieciocho, estaba en plena ebullición hormonal y feromónica. Ningún objetivo claro al que disparar pero a todo apuntaba. Maneras también. Ya casi acabado el contrato en un currelo que me busqué ese verano, una semana antes de finiquitar, recibí, y lo que es peor, acepté un dinero como anticipo a cambio de una relación sexual, nunca llevada a cabo, con mi jefe. Veinte mil pesetas, el resto, ciento ochenta mil, las percibiría de la venta de un bonsai de su colección al museo del jardín botánico de la ciudad; una vez cumplido el "contrato", claro. Nunca fue explícita la petición del patrón pero no me iba a dar ese dineral por mi bella cara, aunque bien que podría haber sido por esta causa y es que a los dieciséis muy callo tienes que ser para no estar medio apetecible. No sé por qué, pero ese dinero me quemaba en los bolsillos por eso decidí deshacerme de parte del motín-chantaje de la forma más rápida posible. Había algo que llevaba trajinando desde hacía tiempo. Busqué un periódico y un par de llamadas bastaron para tener un plan esa tarde:

-Estamos en Avenida de Sorrento, 43. Es un chalé que hace esquina. Llamas al timbre, dices "Severine" y entras.

Allí que me planté en Sorrento. Aparqué el Vespino cerca del chalé. Saqué cinco mil pelas del sobre y las quince mil restantes las escondí dentro del sillín de la moto. Miré por todos lados antes de quitarme el casco, para comprobar que no hubiera nadie conocido por la zona. Hacía un par de semanas que había ido por primera vez a un Sex Shop y me encontré con la sorpresa de que mi siniestro vecino, el del tercero, ése que pasaba desapercibido para todo el bloque, era ni más ni menos que el dependiente del impúdico local. ¡Vaya cara que se me quedó!...

39, 41, 43. Aquí es.

-Estoo...¡Hola qué hay!,....ehm...,¡Severine!.

La verja se abrió sola y entré en el chalé. La puerta estaba abierta. Allí, en la entradita de la casa, me esperaba una señora rubia, una Madame. "Madame". Me parece divertida la idea de denominarla así a pesar de que la señora en cuestión no le hacía honor a tan estiloso nombre. Nada qué ver con la Madame Lysiane de Querelle. Ésta iba sin maquillar, desaliñada y con un rubio platino que pedía a gritos ser teñido. Con voz aguardentosa me pidió que la acompañase a otra estancia y obedecí al leve gesto que me hizo la Madame acomodándome en un sofá de skay rojo que había en el salón.

- Estas son mis chicas: Jessica...,Amaranta...,Natalia...,Raquel...,Susana...,Lola...

La Madame las iba nombrando lentamente conforme van saliendo. Desfilaron sus chicas por el salón en bragas y sostén. Mi atención se centró sobretodo en las incipientes estrías y celulitis de la mayoría de las chicas, la mala cara de algunas, el antimorbo de sus ligueros de encaje y el lunar pintado encima del labio que llevaba Raquel.

-Raquel, me quedo con Raquel.

Raquel parecía la más profesional, la más experta, en definitiva, la más puta de todas. Una morenaza de metro setenta y pico, generosamente dotada en curvas y tetas. Ella era la que debía obrar el milagro: levantármela. El hecho de estar seguro en la decisión y el tono que empleé en la elección hizo que la orden diera más credibilidad a una supuesta virilidad. Raquel, en un intento de parecer encantada , magnífica actriz por cierto, me regaló una gran sonrisa prometedora y me cogió de la mano conduciéndome hasta una habitación color lila al fondo del pasillo. Durante el camino me explicó que serían quince minutos, prorogables, y que si quería besarla tendría que pagar un plus. Raquel tenía un inusual acento guamaqueño: una extraña mezcla entre borde y pasteloso. En su primer intento de conquista, ya sentados en la cama, al desabrocharme la camisa mientras me mordisqueaba la oreja, al ver mi espalda me soltó un "Mmmm... hombre pecoso, hombre sabroso..." que hizo que mi líbido se desparramase por completo por los suelos. Notó Raquel mi nerviosismo y mi inexperiencia. Las piernas me temblaban y las manos me sudaban, aunque en realidad poco debía importarme un fracaso ya que ante la más que probable posibilidad de un gatillazo, siempre tendría la socorrida excusa de la primera vez.

- Ven. Acompáñame.

Me llevó al cuarto de baño y allí me bajó los vaqueros.

-Siéntate en el bidé...Mira, así. Mirando para el grifo. -hizo el ademán de sentarse.

Cogió un bote de gel de la bañera y se echó un poco en las manos.

-No te preocupes por nada cariño. Verás qué bien lo vamos a pasar, mi amor...

martes, 9 de junio de 2009

Quinientas copias

Marzo de 1985. Ocho de la mañana. Abre la puerta de tu cuarto bruscamente y una fuerza centrífuga hace que te sobresaltes:

-¡¡¡Neneeeee!!!….¡¡¡Levántate ya!!….¡¡¡Mira qué hora es ya!!

Así de maternal te levanta tu mami todos los días para ir al cole. Te vistes rápido para bajar un momento anca Francísco, la tienda de ultramarinos de la calle, para comprar una barra de Viena. Ves cómo tu mamá mientras tanto se va para la cocina arrastrando las zapatillas, con parte de su camisón metido en el culo y el pelo aplastado por la coronilla para medio prepararte el desayuno. A la vuelta ya estaba el chorizo cortado en enormes rodajas de gran grosor sobre un papel plata y la leche calentada en el cazo con una capa de nata. La cuelas y te preparas el Nesquik, que el ColaCao en tu casa es para ricos. Los bocadillos que llevas al colegio son un auténtico espectáculo. Tu madre tiene una manía obsesiva conque estás muy canío y quiere que engrases tu cuerpo a costa de lo que sea. Cada vez que ves las fotos de la comunión te acuerdas de cómo te puso a engorde durante seis meses el año pasado a base de leche con magdalenas para que salieras en éstas con lustre. Sí. Hermoso saliste en las fotos, pero hermosa también era la picadura de mosquito en el ojo la noche anterior a la toma del cuerpo de Cristo.

Bajando ya por las escaleras del portal, con tu mochila de diez kilos- diez kilos no nueve como habitualmente pues ese día tocaba el Senda y su Roulotte- y con tu pedazo de bocadillo, liao en papel Albal, para comértelo nudosamente en el recreo de las once, se podía escuchar una atronadora voz emitiendo para toda la barriada desde el porterillo:

-¡¡Neeneeee¡¡, ¡¡Sube pa´rriba ahora mismo!! ¡¡A dónde te crees que vas con esos pelos!!!

Al subir de nuevo, al fondo del pasillo puedes ver a tu madre en la puerta amenazante, brazos en jarra remangándose el camisón y con el pie derecho aleteando constantemente. Acercándote temeroso, tu madre, con unas artimañas domésticas y trucos que supones leería alguna vez en el Pronto de anca la Chari, se mete los dedos en la boca, se los impregna de saliva y te aplaca el flequillo, cuan perfecto peine epidérmico. Su "niño modelo" tiene que ir presentable al cole. Tu abuela solía decirle a tu madre que tú eras un “niño modelo“, por lo bueno que eras; pero por aquel entonces pensabas que te lo decía porque fueras el niño más guapo de toda la calle y que ibas para modelo. Venga que me lío…que...¿por dónde iba? ¡Ah!, que eso, que para el cole que vas, cruzando todo el barrio de Santa Julia con tus diez kilos de mochila ,tu bocaíllo de shorizo liao en papel Albal, que también pesaba lo suyo, y tus doscientas copias con la frase "No volveré a hablar con mis compañeros en clase" hechas a escondidas la tarde anterior...

11.30 de la mañana. Acabado el recreo y tras haber bebido un buche de agua del lavabo del servicio (no recuerdas la existencia de botellines de agua en los ochenta, por lo menos anca Francísco no los vendían) y que un cabrónjoputa te gritara desde el fondo del pasillo" ¡¡¡Orejóooon¡¡", entras en el aula y te sientas en tu sitio. Al empezar la clase de inglés...."clinc, clinc, clinc, clinc..." No. No es una onomatopeya inglesa…..es el tornillo de tu mesa que se ha caído. Al ir a recogerlo, "El Kinder" te reprende:

-¿Qué hace levantado?. Para mañana me va a hacer usted trescientas copias en las que ponga "No debo levantarme en horas de clase".

¡¡Dios Mío!! (sólo hacía un año que habías recibido tu primera hostia y aún lo implorabas) ¡¡Esto sí que es una hecatombe, una desgracia¡¡ Trescientas copias que sumadas a las doscientas que tenía hechas hacían un total de quinientas copias¡¡¡ ¿Sabéis lo que es eso? Estamos de acuerdo con que la letra con sangre entra pero a ti ya te habían salido ampollas en los nudillos de tanto escribir. Joder macho, la marca BIC debería haberte becado de por vida por el monumental gasto ocasionado.

Tu vida pueril acaba de desmoronarse. Justo antes del toque de la sirena tomas la que con el tiempo pasó a ser tu primera gran decisión. “Voy a escaparme de casa”, le dejó el enano mensajero Arguifonte en una notita a Manolo, su compañero de pupitre, el segundo niño más guapo de la calle. “Pero, ¿a dónde vas a ir?" preguntó al devolverte el papelito el que iba detrás de ti en el ranking de niños modelos, (a alquilarme un piso y compartirlo ¡no te jode!), "No lo sé, por ahí", le contestaste. Y aquí acabó la relación epistolar entre los dos ese día. La decisión no estaba razonada pero era contundente...y vaya si la llevaste a cabo.

12:30. Puerta del colegio. Sin un puto duro. Dispuesto a saltarte el turno de tarde con un rumbo desconocido y es que también está muy bien éso de hacer viajes sin planearlos. Te haces con un arma transparente: una regla de 50 centímetros de la clase de dibujo con la que defenderte de todo el mal que te acechase. Superespada que envainas en la primera papelera que te encuentras al doblar la esquina, pues piensas que debes liberarte de toda carga, mochila incluida, para tu primera odisea.

Recorres la ciudad de Oeste a Este, de Sur a Norte… Ves a lo lejos la cárcel, el Pryca, la playa, la desembocadura del río seco, el puente de hierro que lleva al puerto, el castillo musulmán... Son las cinco de la tarde cuando en un parque a los pies de la fortaleza, haces una parada. Al sentarte bajo un árbol empieza a llover. Estás chorreando y titiritando pero el bocadillo mordisqueado de jamón que algún turista tiró por allí hace que entres en calor...y te sabe a gloria. Cuando escampa te metes en la biblioteca del centro para leer cuentos. Cierran a las ocho así que otra vez en la puta calle,... Nueve de la noche, diez, ¡¡qué hambre y qué frío tienes!!. Cuando te das cuenta de que todos los semáforos de la ciudad están en ámbar eres consciente de lo tarde que es y de que posiblemente estás equivocado debiendo esperar unos añitos más para viajar... Doce...una...La posibilidad de un inminente regreso lo provoca el hambre bestial, pero te retiene una probable bofetada de tu padre durante una hora más. El hecho de no querer convertirte en "El Increíble Niño Ampolla" también fue determinante y es que tus pies no daban para más.

No teniendo ni idea de la que se avecina, abres la puerta del ascensor y lo flipas. Todo el bloque, los 52 pisos, está en tu planta y en tu casa metido. No falta nadie: "el cartero", "la presidenta", "la telediario", "la culo gordo", "el sordo", “la cara caballo”… toda la comunidad para darte la bienvenida. Un paseíllo de murmullos se abre a tu paso acompañado de palmaditas en la espalda y frotes de manos en tu cogote. ¡Qué pechá de llorar se da todo el mundo! Más que un reencuentro parecía aquello un duelo. No asimilas hasta años después el lío que habías montado. Al día siguiente, Manolo, en otra tanda de notitas en clase, te cuenta que te habías convertido en una especie de héroe en el barrio; que incluso habían avisado a la policía; que habían organizado patrullas vecinales y que hasta te anunciaron en Radio Popular, hoy Cope Plutón. Lástima que a nadie le diera por grabar esta cuña para que pudieras oírla: "SE BUSCA NIÑO DESPEINADO, MUY GUAPO, CON ALIENTO A CHORIZO Y CON UNA REGLA DE 50 CENTÍMETROS".

A pesar de la fechoría, lo que te quedó de forma indeleble aquella noche fue una maldad descubierta en ti: ver a ese renacuajo de nueve años sonreír frente al espejo del baño antes de irse a la cama. Un extraño efecto indulgente que aún no has resuelto.



sábado, 30 de mayo de 2009

Nocturna anhedonia pasajera

Anoche tuve un plan. Anoche quería abstraerme en mi minúsculo y solitario espacio. Una botella de whisky bastó para tener una catarsis necesaria; un reseteo. Con el tiempo he logrado adquirir una extraña capacidad para decidir cuándo y cómo se producirán las temidas noches aciagas. La de anoche fue una de esas. Durante el día ya advertí en mi estómago un nudo, un miedo, un acecho: una proximidad de algo. Se lo puse fácil al germen fatal. Abrí la botella a eso de las doce y fue así cómo comenzó el festival de desgracias y calamidades frente a un maldito portátil por el que desfilaban, aleatoriamente, fotos del pasado al son de músicas para el ocaso. A eso de la una, con tres copas ya, el nudo se desató y pude llorar. Entre lágrimas y moqueos alzé el vaso y frente al espejo con la cara desencajada brindé por mí. Había ganas de miseria, de martirizarme con los recuerdos, de autocompadecerte y darme pena. Anoche necesitaba sumergime por enésima vez en una mierda cada vez más hedionda...

En un intervalo de tres horas fui maltratado, abusado, insultado, atemorizado... Sorteé cordialmente la enfermedad y asistí otra vez al funeral de mi hermana. Reivindiqué con rabia , una vez más, tu explicable odio a un dios en el que te niegas a creer. Rechacé de nuevo la compañía y el afecto efímero de otros huyendo de los que te quisieron. Anoche, no tuve la necesidad de ir a la barra y subir dos veces la mano para que me llenasen más la copa; casi acabaste con la botella. Liquidé el funesto ritual con un arrebato: cogí la maquinilla y me rapé la cabeza al cero, me afeité la ya presuntuosa barba y me depilé todo el cuerpo; todo. Anoche ideé la posibilidad de arrancarme el personaje para convertirme en otro. Un ente que no tuviera que dar explicaciones, carente de ambición e ilusión sin más desgarros que el que te produjera el hambre o la salida de un diente. Anoche, desnudo en el sofá, después de intentar rezar entre sollozos alguna oración olvidada, acabé cerrando fuertemente los puños, succionando el dedo pulgar de uno de ellos, logrando así dormir durante ocho profundas horas. Como un niño chico.


lunes, 18 de mayo de 2009

Canción última


Pintada, no vacía:
pintada está mi casa
del color de las grandes
pasiones y desgracias.

Regresará del llanto
adonde fue llevada
con su desierta mesa
con su ruidosa cama.

Florecerán los besos
sobre las almohadas.
Y en torno de los cuerpos
elevará la sábana
su intensa enredadera
nocturna, perfumada.

El odio se amortigua
detrás de la ventana.

Será la garra suave.

Dejadme la esperanza.

Miguel Hernández (Poema perteneciente a Viento del Pueblo (1937))


sábado, 25 de abril de 2009

Un año en Plutón


Hoy hace un año que me instalé aquí. Un año ya desde que aplutonicé en este mi reivindicado planeta, exterminado del Sistema Solar por una pandilla de astrónomos de pacotilla de tres al cuarto. Cuando facturé mi maleta, sólo me daban la opción a elegir una cosa para traerme al que por entonces era un planeta desierto. No pude. Quería hacer mi estancia lo más terrenal posible; nunca renegué de mi procedencia por lo que logré colar en el doble fondo de ésta mucha memoria, dosis de humor, algo de música, un poco de cine y una pizca de poesía.

Hoy, desde este vanidoso y endogámico blog, quisiera agradecer a todos los que me acompañaron en algún momento a lo largo de esta plutoníaca aventura sin retorno. Gracias a los que pasaron de puntillas, a los que se quedaron una temporada, a los que se marcharon para nunca volver...

jueves, 16 de abril de 2009

La merdellona y el palomo cojo

Lunes. La primavera estaba ya instalada en Plutón y en el Tinti Inglé también. El Sol lucía con fuerza en el peor día de la semana para la mayoría, sin embargo tú estabas más optimista que nunca. Ibas recargado de energía gracias a unas minivacaciones semanasanteras con el nene. El verde era más verde, las florecillas brotaban, los pajarillos cantaban y las nubes espantadas estaban. ¡¡Basta ya de happy happy que te va a subir el azúcar cohone!!… Entrabas al mediodía a trabajar y aprovechaste esa mañana para bajar al centro y llevar a la tienda los carretes de fotos y es que, si no hay fotos, es como si no hubieras estado en Chiplutiona. Aún no habías sucumbido a la digitalización del planeta y te iba el rollito sentimental ése de abrir el sobre y descubrirlas en papel una semana después. Circulabas por una vía de dos carriles. Música de Bruce Springsteen a tó meter. Creíste haber nacido en USA, prestándote a hacerle los coros al Boss. Furgonetas que descargaban en doble fila después de un largo puente provocaron un brusco cambio de carril. Por el retrovisor ves una moto pegada a ti haciendo eses y a su conductora haciendo aspavientos con las manos. Rojo. Paras en el carril de la derecha. El semáforo está en el cruce más céntrico de la ciudad. El cruce que te lleva al Tinti Inglé, a la Fnac, a un enorme Mercadona, a la central de la mayoría de los bancos y oficinas, a los despachos y consultas de los mejores abogados y médicos de pago de la ciudad… Una hormiga plutónica, parada también, continúa gesticulando a tu izquierda. Se está dirigiendo a ti. Bajas la música y la ventanilla y apoyas el brazo en ésta. Tu actitud es chulesca y la desafías con una mirada neutralizadora y pretendidamente contundente; hace poco que te has aficionado a los "Héroes" e intentas así descubrir cuál es tu superpoder. Se hace la voz:

-¡Oye que passa! Que te has dejao la "L" en la cassa ¿no? ¿Te la han dao en una tómbola o qué?. Maharón, ¡¡que eres un maharón!! ¡Desde luego que estás shalao perdío! Si es que… Sí, sí tú.. No te hagas el tonto.. Tú, tú…. ¡¡Que te he visto cómo te sacas los mocos!! Sí sí no mires pa´rriba. Qué pasa, que no dices ¿no? Que no te atreves con una mujer…. Desde luego…. Si es que mira, tienes pinta de ser un maricón…. Vamo, maricón que un palomo cojo, eso es lo que eres…

Ante tal avalancha de insultos y viendo que tus presuntos superpoderes habían de ser empleados para otros menesteres, idéas un plan b: llevar a la práctica uno los consejos leídos en un reciente cursillo on-line de Protocolo de Empresa. Tema 2: Negociación. Le lanzas un mensaje conciliador y diplomático:

-Eres muy graciosa ¿no?

Tu diplomacia falla. El mensaje conciliador, carente de rotundidad alguna, hace que la hormiga lycrada, mujer desertora del peso ideal, se ponga hecha un obelisco. La gente circunspecta, apelotonada en el paso de cebra, asiste a un espectáculo mañanero que les alegraría el resto del peor día de la semana.

-Eso es, eres más maricón que un palomo cojooooooooooo…!!!- "MOOOOooooooo”…. la
merdellona plutónica se pira del follón, saliendo to follá dirección para el supermercado en cuanto el semáforo se pone en verde. El “-jo” del cojo se mezcló con el “” del sonido de su moto e hizo que por todo el centro neurálgico de la ciudad se expandiera tu condición.

"¡Más maricón que un palomo cojo!… A mí. Joer tanto se me nota. Ya es casualidad que hace un par de días le estaba preguntando al nene en las playas de Chiplutiona si pensaba él que la gente nos lo notaba. Me lo negó, me dijo que los dos éramos muy machos. Joder, si tengo barba, eso es muy de tío ¿no? Mi voz es grave y estaba muy serio en mi papel de aniquilador. Muchas veces me han dicho que cuando estoy serio suelo tener cara de mala hostia. Mi camiseta es negra, ningún color llamativo y llevo al Springsteen a tó meter. Ni en todos los días de mi vida me habría imaginado que El Jefe fuera reconocido como un icono gay… Joer, no me quiero imaginar si llego a tener música más delatora, cántese Madonna, Kylie o Mónica… Ya está: El brazo. El brazo apoyado en la ventanilla. Con esa posición, con el codo al aire, mi mano queda así en suspenso dentro del coche: lánguida, floja, lacia, ¡¡¡mariquita!!!… Sí, sí, es eso. ¡Se ha chivado mi mano! ¡La puta mano delatora! El semáforo continúa en verde pero aún estás paralizado. Sigues barruntando. La Merdellona Plutoníaca sí que te neutralizó. Tu estado es catatónico. Temes acelerar, doblar la esquina y que con tanto aceite soltado derrapar y estrellarte contra el escaparate de la perfumería del Tinti Inglés…..(!!mariposón hasta para eso¡¡). "!Ya está!… Con eso habrá querido decir justo todo lo contrario. Quiero decir, que se nota que soy muy macho y quería atacar mi virilidad, mi hombría. Además, como merdellona es perfecta para ser una mariliendres. Fijo que estará rodeada todo el santo día de maricones y sabrá que ese insulto no les afecta..."

Una vez soltados los carretes de mala gana en la tienda, ya de vuelta a casa conduciendo por la autovía y con el día de repente nublado, sigues dándole vueltas a la cabeza…. Popom..popón…popom….y popomm…

-
Qué hija de puta, seguro que es de las que el lunes pasado iban dándose golpes en el pecho detrás del Cautivo…. Gorda asquerosa… ¡¡me cago en tó lo que se menea!!! No te estamparas contra una farola, so mierdosa…!…Tenía que haberle dicho eso. La muy hija de la gran puta se ha quedao tan pancha! ¡Seguro que está mal follá!. ¡¡¡Zoooorraaaa!!!…Y voy yo y le suelto un” qué graciosa eres…” Ofúuuu…. , ¡¡La “L” de lerda, pedazo de guarra!! So, so…so ¡¡merdellona de mierdaaaa!!!…¡¡¡AGRGHHHHHHHH….!!

Tu lengua, por alguna extraña razón, ha sido merdellonizada. Lame de las fuentes de los arrabales de Plutón. No paras de soltar lindezas por la boca. Gritas como un descosido por la autovía a más de 120 por hora. Toda tu diplomacia y el cursillo on-line de protocolo a tomar por culo. ¿A quién coño se le ocurriría hacer de una merdellona la musa de esta entrada?



domingo, 5 de abril de 2009

Brindemos por un infierno más digno

Finales de otoño. Puerto deportivo. Nada que hacer. Sólo admirar la opulencia en tiempos de crisis. Esta acumulación desorbitada de vanidades hace que tu carácter se paletice aún más. Un par de latas de cerveza y un paquete enorme de pipas os basta para contrarrestar la ostentación de tanto yate con helipuerto y tiendas de ropas con iniciales impronunciables. En los escaparates de éstas, se reflejan y contonean rubiáncanas putitas recauchutadas cogidas del brazo de ridículos millonarios cincuentones. Hacéis una parada sentándoos en el borde de uno de los muelles. Abrís las cervezas e iniciáis una estúpida charla. Allí, con los pies colgando en el aire, brindáis al Sol. No deseáis nada al chocar las latas. Él bromea con la posibilidad de dejarte en ese mismo momento. Se te atraganta el buche, de hecho lo escupes al mar a causa de la tos que te da. Sueltas la Mahou, subes tus piernas y te acurrucas en ellas. Un lagrimón rebosa el párpado y hace que tu mirada sea pretérita…

En ocho meses la historia estaba acabada. Habíais agotado todas las posibilidades. No había de dónde rascar, nada más que hurgar, arañar, exprimir... Una historia seca, vacía de contenido. Aún así, dudabas siempre de un inminente final. Lo temías. Seguías al pie de la letra el consejo de una compañera de trabajo, experta en relaciones suicidas: “Continúa hasta que te canses, hasta que no puedas más, hasta que no te queden cartuchos por quemar, hasta que no te apetezca seguir jugando…” Descubrir el sexo a los 30 produjo en ti un curioso efecto revelación-revolución. No es que fueras virgen a los 30, sino que nunca surgieron oportunidades tan seguidas. La consecución de este objetivo produjo el deseo de querer experimentar todo a la vez. Declarasteis en vuestras vidas un Estado falocrático: Grandes, gordas, largas, delgadas, picudas, chatas, dobladas, venosas,… Sexo y amor. El sexo en pareja ya estaba establecido pero apareció el amor sin tenerlo previsto. Amor y sexo descubierto al mismo tiempo. Demasiada información que procesar para tan poco tiempo ejerciendo. El amor te idiotizó. El sexo te desbordó. Múltiples salidas encontrabais para aquel túnel: Segundas, terceras, cuartas oportunidades de más… cuatro, cinco, seis kilos de menos. Palabras como “cuarto oscuro“, “sauna“, “cruising” y “cama” acabaron teniendo la misma definición. Cualquier lugar era perfecto para practicar. Tríos, cuartetos, orgías, cambios, intercambios, préstamos… Chats, perfiles, nicks ocultos descubiertos, polvos violados, polvos obligados por el mero hecho de la pertenencia y no el placer... Vale tío, para. ¡Para ya! ¿Es que no has tenido suficiente? ¡No es necesario que en cuatro meses te gradúes y hagas de ti una cobaya más del informe Kinsey!

Conscientes de que estos juegos desestabilizaban vuestra historia, continuabais adelante en vuestro firme empeño por exterminarla. ¿Consistía esto en quemar el último cartucho? ¿Era necesario reventar aquello?. Lo que al principio os producía risas y abrazos exultantes por lo novedoso de la experiencia acabó por producirte un continuo desgarro interior. Recuento de condones, pitadas al móvil de madrugada…

Una noche, en pleno intercambio con una pareja de parisinos, justo cuando estabas enculando en el salón a un tal François, viste cómo él cogió la mano de un tal Reduan para llevarlo a vuestro dormitorio, convertido desde hacía ocho meses en un fornicatorio público . Se detuvieron un instante en el pasillo y contra la pared lo besó. Interpretaste ese beso como algo demasiado íntimo, por la forma, por la ternura, por cómo esas manos rastreaban su mandíbula; por cómo te recordaron a tus besos, los que te pertenecían, los que desaparecieron. Tus besos perdidos. Ya habíais jugado con eso en otras ocasiones. Cuando eras tú el que besabas a otros, nunca apartabas la vista de él, le mirabas fijamente, sin pestañear. Procurabas que fueran éstos especialmente enfáticos; que le quedase bien claro que estabas disfrutando. Era tu particular venganza. Querías encontrar en él alguna muestra de celo y hasta que no conseguías esa engañosa señal no cerrabas los ojos. Sin embargo, ese beso al tal Reduan despertó en ti la añoranza de tiempos mejores. Es triste intentar hacer el amor con tu pareja y darte cuenta de que sólo has follado, que su mirada es opaca, que te esquiva al besarlo. Lo es aún más notar cómo quiere despegarte de tu propia cama y desear que las sábanas vuelvan a estar limpias y frías.

En esa noche, de aparente normalidad dentro de vuestra anomalía, el Caos y el Drama quisieron también ser partícipes del intercambio. Ese beso, el que te había robado un desconocido franchute de mierda, prendió la mecha de tu último cartucho. Dejaste al tal François tirado en el sofá, corriste hacia vuestra habitación y los sacaste a empujones de la cama, vuestra cama. Seguían comiéndose la boca. Aún no se habían desnudado y parecía que no tuvieran la intención de hacerlo. Tus ojos ensangrentaron. Le gritaste que estabas harto de todo, que habíais llegado demasiado lejos, que en casi un año habías aprendido suficiente, que si esta era la vida que te esperaba ya no querías ser maricón. Volaron cuadros, botellas, libros y biznagas por la casa. Salió enfurecido del apartamento dando un portazo. Le perseguiste bajando rápidamente por las escaleras. Alcanzaste su coche y desde fuera, con la ventanilla a medio bajar, llorando como un niño chico le pediste perdón. Perdón por llorar, por haberle gritado, por quererle como le querías. Perdón por no haber dicho un no a tiempo. Un arranque del motor zanjó tu monólogo…

Aquella tarde, allí, en el muelle 4, mascando pipas y desnortado mirando a la nada, llegaste a la conclusión de que ese punto de sufrimiento confirió cierta credibilidad a la relación. Tuviste que odiar para olvidar y así poder perdonar para después querer. La ausencia de ausencia se instaló definitivamente en tu cabeza casi sin darte cuenta. Pretendías darle un final digno a aquel infierno. Un final feliz.



miércoles, 25 de marzo de 2009

Búrlate de la crisis



"No pretendamos que las cosas cambie si siempre hacemos lo mismo.La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países porque la crisis trae progresos. La creatividad nace de la angustia como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supera la crisis se supera a sí mismo sin quedar 'superado'. Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias violenta su propio talento y respeta más a los problemas que a las soluciones. La verdadera crisis es la crisis de la incompetencia. El inconveniente de las personas y los países es la pereza para encontrar las salidas y soluciones. Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos. Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia. Hablar de crisis es promoverla, y callar en la crisis es exaltar el conformismo.En vez de esto trabajemos duro. Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora que es la tragedia de no querer luchar por superarla."


ALBERT EINSTEIN

martes, 17 de marzo de 2009

Final y a ciegas


No tienes que darme cuentas
A ciegas yo te he querido,
Yo voy por el mundo a tientas
Desde que te he conocido
Llevo una venda en los ojos
Como pintan a la fe
No hay dolor como esta gloria
De estar queriendo sin ver.

Yo muchas noches sentía
Cercano ya el día
Tus pasos en la casa.
Gracias a Dios que has llegado
Que no te ha pasado
Ninguna cosa mala.

En tus manos un aroma
Que transminaba como el clavel,
Pero yo lo echaba a broma
Porque era esclavo de tu querer.

No tienes que darme cuentas
Que no te las he pedido
Quien va por el mundo a tientas
Llevando rumbo perdido.
Yo me clavaré en los ojos
Alfileres de cristal
Para no verme cara a cara
Contigo y con tu verdad.

Yo muchas noches sentía
Cercano ya el día
Tus pasos en la casa.
Gracias a Dios que has llegado
Que no te ha pasado
Ninguna cosa mala.

En tus manos un aroma
Que transminaba como el clavel,
Pero yo lo echaba a broma
Porque era esclavo de tu querer.

No tienes que darme cuentas...


Tema perteneciente a la banda sonora de "Los abrazos rotos", de Pedro Almodóvar. Con música de Alberto Iglesias y voz de Miguel Poveda, es una adaptación de una copla compuesta por Quintero, León y Quiroga en 1953. Si esta canción no consigue cuanto menos escarpiarte los pelos, quizá deberías considerar que existe una posibilidad, por pequeña que sea, de que hayas nacido en Plutón.