miércoles, 30 de diciembre de 2009

Rincón Exquisito

Relatar el principio
no puede ser tan complicado,
antes iba deprisa,
perdóname si voy despacio.

Arrancad los motores,
que no haya
silencio,
descorcharemos las mejores
bebidas que tenemos
.
Aunque estoy agotado, iré a buscar lo que me pidas.

Desde aquella habitación,
desde aquel rincón
tan exquisito,
lanzamos un mensaje para todo el universo.
A través de aquel calor,
yo me transmito
al exterior,
por tus gestos, en tu arte,
por los nuestros, en tu forma de entenderlo,
ha merecido ...

Trataré de llevarme
imagenes que me harán la espera soportable,
fueron incalculables
diamantes al fondo en cada una de las tardes.

Desde aquella habitación,
desde aquel
rincón tan exquisito,
lanzamos un mensaje para todo
el universo.
A través de aquel calor,
yo me transmito al exterior,

por tus gestos, en tu arte,
por los nuestros, en tu forma de entenderlo.

Donde me sentaba yo,
escribo desde donde me sentaba yo.

Desde aquella habitación,
desde aquel rincón tan exquisito,
lanzamos un mensaje para todo el universo.
A través de aquel calor,
yo me transmito
al exterior,
por tus gestos, en tu arte,
por los nuestros, en tu forma de entenderlo.

(Donde me sentaba yo)
Por tus gestos, en tu arte,
(escribo desde donde me sentaba yo)
por los nuestros, en tu forma de entenderlo.
Donde me
sentaba yo,
escribo desde donde me sentaba yo.
Donde me sentaba yo,
escribo desde donde me sentaba yo.
Donde me sentaba yo,
escribo desde donde me sentaba yo ...


sábado, 12 de diciembre de 2009

Matar a uno mismo

El portal de mi bloque es hortera. Antiguo aparthotel, conserva reminiscencias de principios de los setenta aunque el divertido estilo kitsch de la época pasó de largo. A unos sofás de skai polvorientos en el hall, unas flores de plástico imposibles y una descascarillada estatua de la diosa Iris, hay que sumarle ahora una churrigueresca decoración navideña. Iris, con un pecho descubierto, te conduce hacia una fuente que emana agua en forma de seta rodeada de unos ventanales que, con sus cortinas, azulean el patio de luces interior. Frente a la seta, desde hace casi una semana, plantaron una palmera en un gran macetón, emergiendo vigorosamente por el hueco.

Ayer por la tarde, bajé para renovar un libro en la biblioteca y a los pies de la palmera, tirado en el suelo, había un ramo de flores con nota incluida, "Alguna despechada" pensé sin pensar y continué aprisa pues me cerraban en diez minutos. Al regresar, la curiosidad por ver qué decía esa nota, provocó que saltase la pequeña valla que rodeaba la planta. En la nota, escrita en inglés, una madre rogaba por el alma de un hijo. El escalofrío fue instantáneo. Me acerqué a recepción para interesarme: "Un chico de treinta y tres años se ha "caído" desde el quinto hace seis días", me confirmó, apesadumbrado, el conserje de turno; "Hoy ha muerto". Cuando le insinué si era un suicidio no hubo respuesta. Ni yo seguí preguntando. Treinta y tres años, la edad que yo tengo, la misma edad que rondaría el conserje. Al hacer memoria, recordé que aquella noche hizo muchísimo viento, tanto, que el golpeteo constante de un cedé "espantapalomas" contra la barandilla de la terraza de mi vecino, me despertó a eso de las cuatro de la mañana, - a las cinco "cayó" mi vecino muerto-. Para sujetar el cedé con unas pinzas de la ropa, asomé medio cuerpo por la terraza y en ese instante imaginé, casi soñando, lo espachurrado que quedaría si con la somnolencia perdiese el equilibrio y cayera siete pisos abajo. No era la primera vez que había fantaseado con mi propia muerte, algo así como si me convirtiese de repente en un duelista de mi propio entierro. Incluso hubo un tiempo en el que, por depresiones varias, la deseé. Me pregunto si mi vecino muerto, al que nunca conocí, ni siquiera de vista, fantaseó alguna vez con esto o quizá hubiera más que premeditado lanzarse al vacío. De todas formas, transitoria o no, nunca sabré por qué cometió la locura de matarse él mismo y huir así de este mundo raro.

Desconcertado y confuso, me despedí del conserje al que nunca saludo. De camino al ascensor, al volver a pasar por delante de la palmera, miré de nuevo hacia el ramo de flores. Antiguamente, las flores cumplían la función de enmascarar el olor a descomposición del muerto, sin embargo, allí no había cuerpo, sólo un presunto alma por el que su madre rogaba. Dudé al principio, pero, a pesar de que Dios huyó de Plutón hace años para dejarlo todo muy frío, me detuve un segundo y, por si acaso, me santigüé.


Rapture -Antony & The Johnsons