sábado, 21 de diciembre de 2013

EL DÍA QUE ME MUERA

   El día que yo me muera quiero estar acompañado. Ya es triste vivir para morir y encima tener que hacerlo solo. Desecharé entonces ese miedo que siempre he tenido. No quiero que haya lloros, si acaso desprecios y escucharlos sin poder rebatirlos. No revelarme porque por una vez ya no me importará saber  lo que opinen de mí. Quiero que asista al sepelio mi hermana y me de una explicación convincente de por qué se fue tan pronto. Supongo que vendría acompañada de mi padre, que por ley natural tampoco estará de cuerpo presente y poder así reconciliarme de una puta vez con él. Morir en paz es lo que más desearía. Pondrán en la sala mi voz en off, aunque la última palabra quede en suspiro, para agradecer a todos su presencia a lo largo de mi, espero, longeva vida. Fui bien nacido y es de bien muerto ser agradecido. La noche de mi velatorio, poco antes de extinguirme, pincharán mis músicas, proyectarán en bucle Los Cuatrocientos Golpes  y al amanecer aparecerá un aprendiz de cura que me recitará desnudo a Gil de Biedma y a Lorca mientras lanza en mi ataúd fotos mías ardiendo, instantáneas que acabarán prendiendo mi alcoholizado cuerpo. En este, mi funeral imaginado, donde únicamente los girasoles como flores estarán permitidos, alguien estará vetado pues de lo contrario me cagaré en Él. Aunque bien es cierto que si Dios se presentase en mi entierro me contendría en el último momento, por si acaso.




NO VOLVERÉ A SER JOVEN

Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.

Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos
-envejecer, morir, eran tan sólo
las dimensiones del teatro.

Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra.


Gil de Biedma, 'Poemas Póstumos' (1968)



domingo, 15 de diciembre de 2013

EL RIVAL MÁS FUERTE

   Lo tenía frente a mí. Se giró para cuchichear con su compañera e identifiqué al instante su pronunciada mandíbula. Superó con creces mis expectativas. Su cara era cuasiperfecta, exenta de marcas y agujereada por unos ojazos de dibujo anime que me acuchillaron un par de veces. Se preguntaría al verme qué coño haría un cuarentón como yo en un salón de actos repleto de jovenes estudiantes de Comunicación Audiovisual. Razón no le faltaba. Más que el novio de uno de ellos parecía un colega del chulángano profesor de Producción, sosias perfecto de Risto Mejide, que con arrogancia y fanfarronería acribillaba en público los proyectos presentados por sus alumnos, la prueba del 'Pitch' le llamaban ellos. Con descaro escruté al chaval: sus manos, su autocorte de pelo, su indumentaria, su prominente nariz, su delgadez, su rapidez de movimientos... Leí una vez que si uno se arrima a gente vitalista y joven experimenta algo así como un lifting del alma que se acaba reflejando en su propia cara. Lamentablemente esa mañana no fue así. En uno de los descansos fui a mear y al mirarme en el espejo del baño encontré demasiadas imperfecciones en mi ya marchito rostro. Cuando regresé, al verlo de frente, confirmé que sin duda era él, el chico de sexualidad aún no definida que decenas de veces había visto en su canal de Youtube y por fotos en Facebook. Sí, el que había sido el amor platónico de mi chico el año pasado, ese cabrón tan insultantemente guapo que tenía sentado delante de mí.



viernes, 6 de diciembre de 2013

VIDA

  Desde pequeño siempre me llamó la atención cómo los bebés al acercarles mi dedo chico lo agarraban con fuerza. Leí una vez que este acto era algo así como engancharse a la vida. La vida, qué cosa... Hace unos días que me estrené como tito y la casualidad quiso que fuera con la sobrina más guapa del mundo.  En esta foto estoy con ella mano a mano y os puedo asegurar que lo que leí era falso, el que se agarra a la vida soy yo. 

   Bienvenida a la Tierra, preciosa.


martes, 12 de noviembre de 2013

QUÉ BIEN

"Qué bien que en mis pupilas siga entrando luz del sol, qué bien que en mi cerebro se produzcan intercambios de información, qué a tiempo te pusiste en medio..."


domingo, 3 de noviembre de 2013

LA NADA ENCONTRADA


"Cuando de veras se quiere, el miedo es tu carcelero..." Rafael de León



  Aprovechó que se estaba duchando para contar los condones que había en su mesita de noche. No faltaba ninguno, los mismos siete de la última vez. Olió las sábanas para corroborar que no las había cambiado porque siempre lo hacía en domingo.  Buscó en la ropa tirada el calzoncillo en el que no había rastro de semen. El móvil, quería saber con quién habló a las 00:37, la última conexión de wasap que le había visto  por la mañana. Resultó ser su madre que había quedado con él para desayunar al día siguiente. Facebook, Line, Gmail, SMS... El no encontrar nada le desesperó aún más porque se sintió muy ridículo. Derrotado se tumbó sobre la cama y mirando al techo, a la nada encontrada, notó cómo un escalofrío de miedo, ansiedad,  infelicidad y rabia le recorrió todo el cuerpo hasta que rompió a llorar.


domingo, 27 de octubre de 2013

RONRONEO

   Buscaba apareamiento esa noche y lo encontró.  Era rapado, con barba hipsteriana y casi cuarentón. Burraco le fue roneando a ritmos espasmódicos de house y cuando lo tuvo a pocos centímetros en un acto reflejo le lamió la calva. Raspar su lengua con centenares de milimétricos pelos le resultó muy placentero. Lejos de responder de mala hostia, el otro le asestó una dentellada en el labio inferior. Sangrante y baboso, así comenzó  lo que se adivinaba un  polvazo. Con un dedo se enganchó a la presilla del pantalón y se dejó arrastrar por el calvo hasta la salida de emergencia. Ya  fuera, en la escalera de incendios, le desabotonó el vaquero con la intención de comerle su más que prometedor aparato cuando, de repente, una sirena sonó a lo lejos y alguien le zarandeó el hombro advirtiéndole con voz carrasposa: 

— Nene,nene... Levántate ya que llegas tarde al curro. 







miércoles, 16 de octubre de 2013

EL AMANTE AMADO

   Ocurre a veces que, sin darte cuenta, un día  le sueltas a alguien un " te quiero" y  ese alguien responde con un  "yo también". Sobra decir quién es el amante o el amado. Ya lo escribió Antonio Gala en su 'Cuaderno de Amor':  "En toda relación amorosa hay, en último término, un devoto y un dios, un esclavo y un amo. Hay quien rompe a hablar y quien responde...".

   En mi corta aunque azarosa vida sentimental he sido amante y amado. Digo corta porque empecé a ejercer en esto del amor a los treinta, casi un año después de salir del armario. En siete años y cinco relaciones he interpretado dos veces el papel más desagradable y sufrido.  Fue tan catastrófico hacer en mi primer noviazgo de amante que cuando salí de aquel infierno juré, copazo de whisky en  mano y a lo Escarlata O´Hara, que jamás volvería a sufrir por amor.  Qué equivocado estaba, en mi última interpretación de esta tragicomedia que es la vida he vuelto tropezar con la misma piedra en el arte de amar. Amar o querer, pues yo sé querer más que amar, me implica espera, celos, ansia de correspondencia y si me apuras sumisión. Aún así,  de cara a los demás, el de amante es un papel estelar muy agradecido . Todos ven en él al bueno de la película y al amado como al villano. Ahora, que ya sé lo que es querer, más que nunca comprendo lo injusto que fui con mis amantes por menospreciar lo que me dieron y desde este egoísta blog catárquico les pido perdón. 

    Hace dos días que no tengo a mi lado a quien quiero querer, a mi  presunto villano. En un principio fue un pactado amor finito que me niego a extinguir porque presiento que está inacabado. Inútilmente inspiro  un aire que no quiere atravesarme, porque este oxígeno no me sirve, me envenena, me oprime el pecho y me confirma lo que algun hijo de puta un día sentenció: amar duele. 




lunes, 23 de septiembre de 2013

DULCE PECADO

   

   Conducía de regreso a casa en la última noche de verano. Veníamos de ver un microteatro en un bar del centro de la capital, un show pervertido de plumas, risas y diálogos. A cinco minutos de nuestro destino, y a quince de despedirnos, empezó a contarme lo que según él era su secreto:

—Argui, te tengo que decir algo muy importante. Llevamos ya dos meses juntos y creo que es justo que lo sepas.
   
  Frené el coche de golpe pero mi corazón se aceleró. Un enfermedad, LA ENFERMEDAD, o una infidelidad. Dos únicas posibilidades rebotaban en mi hipocondríaca y malpensada cabeza.

—Verás, antes de instalarme en Plutón, cuando vivía en Madrid con mis tíos, trabajaba en una sala parecida a la que acabamos de estar.  Hago shows y eso, como drag...

—¡Pero qué dices! ¡Anda, anda estás de coña! Te estás quedando conmigo.

—Que no Argui, de verdad, para mí es muy importante que lo sepas. Llevo sólo cuatro meses haciéndolo y lo más probable que en octubre cuando regrese vuelva a trabajar allí. Nene, siento que te he estado engañando todo este tiempo pero ahora que me conoces y sabes cómo soy realmente...

  No daba crédito y es que parecía hablar totalmente en serio. En dos meses le había cogido mucho cariño y su aparente masculinidad hizo que me engañase como a una travesti paraguaya. Me confesó que hacía de una drag pavita y que por eso su nombre artístico era Dulce Pecado ("pues vaya mierda de nombre", pensé), que actuaba en dos salas de Madrid y que ganaba bien como para ayudarle a pagarse los estudios. Sólo lo sabían sus tíos, dos amigos y claro, ahora yo.

—Cuando se entere mi madre verás qué papeleta, un hijo maricón y transformista.

   Como una piedra, ése era mi estado de reacción. Pestañeé rápidamente para despertar del noqueo y empecé a atar cabos sin sentido. Le pedí que subiera a casa, que no podíamos dejar la conversación así, pero cuando entramos le huí y me fui a mear aunque la revelación fuera para no echar ni gota. Tumbado en la cama me seguía relatando su hasta ahora oculta vida artística pero logré transformar lo que me decía en unos bla, bla, blás imperceptibles cuando cerré la puerta del baño...

—Pero Argui, ¿qué piensas? Necesito saber qué piensas, es muy importante para mí —me dijo lloriqueando cuando salí.

   Respiré hondo y como si me fuera la vida en ello le solté:

—Pues no sé niño, no sé que decir. Me gustaría ir en plan guay   y decirte que no me importa pero no es así. Me has pillado de sorpresa. Yo te voy a seguir queriendo igual pero ahora estoy un poco descolocado.

  Mi cara ya debía estar lo suficientemente descompuesta como para que él empezara a apretar sus labios, activar su hoyuelo de la mejilla izquierda y soltar un sonora carcajada repleta de alambres de ortodoncia:

—¡Que no gilipollas, que es mentira!


martes, 20 de agosto de 2013

AMOR DE CANÍCULA


   Advirtieron al joven que cuando llegase a Plutón tuviera cuidado con los amores de verano. Hizo caso omiso. Dudoso e inseguro se entregó finalmente a la causa. De la copa al sudor, de las risas a la resaca, de la cama al sofá, de la ducha a la cama... Así pasaban  las horas pegajosas de aquel estío. A pesar de casi doblarle  la edad, el viejo buscaba en el joven protección, una suerte de abrazo compacto que le provocase una sonrisa de bienestar. Todo en él le resultaba curioso: su soltura, su desparpajo, su inocencia huidiza,  su pasmosa agilidad mental; incluso los patinazos propios de sus veintiún años le parecían magistrales. A veces, además de fotografiarse entre sábanas, simulaba  mandar wasaps para tomar notas y poder así retener algunos momentos en su memoria. Agosto fluía pero ninguno de los dos se daba cuenta de que el tiempo pasaba y que el sudor de esas sábanas iba secándose poco a poco. Desde el principio habían acordado que aquella historia fuera finita y septiembre acechaba a la vuelta de la esquina. Les importaba poco y es que, como escribió Cortázar, "nos mirábamos y sentíamos que eso era el tiempo..."



miércoles, 7 de agosto de 2013

DE GLORIAS Y ESPINAS

   
   Aquel reencuentro fue para uno de ellos más bien espinoso, para el otro glorioso. Cuando el uno fue a limpiarse, el otro, con el semen horadando su ombligo,  le rogó que le besara. Quería sellar de esta forma, aunque todo oliera a mentira, el que posiblemente había sido uno de los polvos más memorables que había echado en su vida. Definitivamente, aquella madrugada le habían follado el alma.








domingo, 28 de julio de 2013

YA HE PROBADO LAS PRISAS




Ya he probado las prisas,
el sexo exprés y los amores precipitados,
la abolición de los preliminares,
los ombligos pasajeros,
los te quiero a primera vista,
los cuerpos fugaces,
las bodas en Las Vegas,
las cremalleras atropelladas,
me enamoré de desconocidas
y las desquise a contrarreloj.

Ya no quiero eso.
Necesito un amor a fuego lento.

Marwan (La triste historia de tu cuerpo y el mío, 2013)


jueves, 4 de julio de 2013

ANTES DE

   

   De ruinas y tragedias, de dioses y monstruos, de amor y desamor... De todo esto está hecho Antes del anochecer, o mejor dicho: Antes de... Trilogía medular y latente, como la vida misma, no se entiende la una sin las otras. Su director, Richard Linklater, no podía haber elegido mejor escenario para la tercera parte que Grecia, país origen de la palabra "crisis". Con una trama simple pero con diálogazos retorcidos, agradecí infinitamente que en la sala se me tratase como un ser  inteligente.  En la película, los cuerpos de los protagonistas acusan el paso del tiempo mostrando sin pudor arrugas, redondeces, afeándolos incluso. Personajes imperfectos los de Cèline y Jesse que sin embargo edifican un conglomerado perfecto, un todo que se lanza al espectador de forma brutal, tan abismal que hasta duele.  Individualidades unidas que caminan hablando, a veces de la mano, con la ilusión y el fracaso presente, con el temor a que se acabe el bienestar quizá ficticiamente creado. El miedo a que el otro le robe al uno su ego, el superego  y demás egoísmos que no está dispuesto a compartir y que caló muy hondo  en el que escribe, posiblemente inhabilitado para dar, o lo que es lo mismo: amar. No es que me sienta identificado con los personajes— con Cèline más que con Jesse, es que sencillamente no sé si seré capaz de soportar otros nueve años sin saber de ellos.




sábado, 29 de junio de 2013

LA FUGITIVA




'Un juramento que fue promesa fugitiva, una mirada que fue mentira...'




(Canción de Agustín Lara dedicada a primera mujer. Pasaron los años pero ella nunca dejó de amarlo.)

miércoles, 19 de junio de 2013

NEGATIVO



Rescate de un relatucho escrito  hace 5 años. La historia se repite hoy con el mismo resultado.



MIÉRCOLES, 14 DE JUNIO DE 2008

   Cuelgo el teléfono y comienzo a alterarme. Ansiedad. Puta ansiedad. Vuelve a aparecer. Busco síntomas y me pregunto que por qué a mí. Tecleo atropelladamente palabras en 'Google'. Palabras que prometí no volver a buscar:"sudoración", "lengua blanca", "pérdida de peso", "pérdida de masa muscular"... No sé aún lo que tengo pero me ataca la cibercondia. Dejé de fumar hace nueve meses y apenas he engordado un kilo. Podría ser un aviso. Cada vez que mis amigos me ven siempre me dicen lo mismo: Estás más canío,¿no?- Lo que debería ser un halago pasa a convertirse en un insulto hacia mi aspecto. Miro fotos actuales y antiguas de hace más de tres años. Antes y después de empezar a "ejercer" regularmente, este último año con más asiduidad que nunca. Noto claramente la diferencia. Dejé de ser un loco, casi la tengo plastificada pero empiezo a acordarme de los que jodí y de los que me jodieron. El sexo ya ha pasado a ser una cuestión de jodienda y no placer. Pudo ser él, o el otro, o aquél... Seguro que fue con el de este fin de año, sí sí, seguro que fue con el brasileño ese. Con tanto cava y whisky se me fue un poco la polla, pero sólo un poco, sólo la puntita, pero en un momento de lucidez a duras penas alcancé el condón. Me levanto, me miro en el espejo. Es cierto. Ya no tengo los mofletes que tenía hace tres años en Ibiza.

   Pido cita para que me hagan la prueba. La enfermera, en un tono teatral y didáctico me hace un cuestionario personal. Miento un poco en las respuestas. Tiro por lo bajo en cuanto a cantidad de parejas sexuales, sin embargo, aparecen todos en mi cabeza alineados, como si estuvieran en una rueda de reconocimiento con un rótulo debajo preguntando: '¿Quién de estos hijos de puta habrá sido?' Me pinchan y veo cómo se rellena la jeringuilla de una sangre roja oscurísima casi negra. No me parece normal ese color, seguro que es sangre infectada. 'En quince días te damos el resultado', me dijo. ¡¡Joder macho!! ¡¡Quince días!! ¿A dónde van los análisis? ¿A la NASA?. Mi actual pareja, aún no sé si sólo sexual o sentimental, no sabe nada de esto. Cada noche, en estos días, es abrazado de modo indulgente, como si cada apretón significase un "perdóname".

 Catorce, trece, doce, once....siete, seis, cinco, cuatro...Abandono Granada para reunirme en Madrid con amiga confidente pero no me atrevo a contarle nada. Justo cuando bajo del autobús, en el andén de la Estación Sur, recibo una llamada inesperada de mi última y primera pareja sí sentimental. Tenemos una charla amistosa y confusa, acabo de llegar y no sé por dónde salir. A la pregunta final de si estoy bien le respondo con voz temblorosa de que bien, muy bien. Le omití que durante el viaje había estado tramando dos o tres formas de quitarme del medio para cuando me diesen el resultado el viernes a mi regreso. Recuerdo entonces el lunes negro del año pasado. Pasé por este trance pero a la inversa y es que aquella vez el analizado era él. Incluso me hice pasar por éste sin que lo supiese para evitarle esa desesperante espera de apertura del sobre.

   Dos, uno... El día D es el viernes pero llamo el jueves desde la estación, ya de vuelta:

—Hola, buenos días. Mi número de expediente es el número 555, ¿podría decirme si han llegado los resultados de la analítica que me hice?.

—Un momento-, me dice una señora mayor al otro lado del teléfono.

   Mantengo la respiración y mi corazón empieza a bombear:

Sí, aquí están- me confirma la señorita que me atiende.
Bien, verá, estoy en Madrid y bajo ahora para Granada, me gustaría recogerlos cuando llegue. Estoy un poco nervioso. ¿Podría decirme si todo está bien?
Tranquilo, puede venir con tranquilidad- esa tranquilidad que me piden desde el otro lado me irrita aún más.
Pero ¿está todo bien?, necesito que me diga esas palabras. "Está todo bien",.- ya le subo un poco el tono.
No podemos decirle nada por teléfono. Venga con toda la tranquilidad del mundo. Buenos días- me deseó y me colgó.

   'Tranquilo', 'tranquilo'... Me martillea esa palabra durante cinco horas de viaje en autobús hasta Granada. 'Tranquilo', ¿por qué me dice que esté tranquilo? Si me dice que me tranquilice es que tengo que preocuparme por algo, seguro que es por eso. Nunca he odiado ese parsimonioso acento granadino tanto como ahora. Joder, en Plutón me habrían dicho un no te preocupes, todo está bien. La situación consigue sacar lo peor de mí. Llego al destino y cojo otro autobús que me lleva hasta el centro. La ciudad ahora me parece fea, vieja, calurosa, apestada de hippies y pintadas. No le encuentro el encanto que tenía hace unos días. Ultima parada. Arrastro la maleta por una pedregosa acera hasta llegar al monumental edificio, sigo las indicaciones que hay. Un cartel. 'Centro de E.T.S., Sida'. Sigo la puta flecha. Entro en la sala de espera, respiro hondo y pido de nuevo el resultado. La administrativa que hay allí se niega a dármelo. Me habla de una jodida ley de protección de datos y me comenta que es el médico el único autorizado para hacerlo. Se había retrasado. Debía empezar la consulta a las cuatro. Quince minutos pasaban ya de esa hora.

   Entra un señor con bata blanca y recoge el maldito sobre con mi número de expediente. Su aspecto es decrépito, desalentador. Bajito, delgaducho y rondando los setenta casi, al menos en apariencia. 'Vaya esperanza de vida que me das con ese aspecto', pienso mientras le sigo por el corredor hasta llegar a la consulta de gas. Nos sentamos, abre el sobre y dicta sentencia:

—Negativo, eres negativo.


domingo, 16 de junio de 2013

PESQUISA

   
   Se enganchó tanto a él que le hizo crujir. Sollozando como un niño chico con el corazón encogido, se separó para mirar sus ojos fríos y en un grito desesperado le preguntó:

    —¿Es que no lo sientes? ¿Es que no sientes este abrazo como yo?


martes, 11 de junio de 2013

CUARENTA DE MAYO

  
   La sola imagen de mí bailando rodeado de niñatos me hacía sentir ridículo. Tuve y retuve, a pesar de mis casi cuarenta años, pero mi cara estaba lo suficientemente desencajada por las generosas dosis de alcohol y drogas de la noche. Quizá por eso nadie se atrevía a acercase a mí. Ni yo a ellos... Sevilla, 40 de mayo. Había huido hasta la capital que siempre me engulle después de cada ruptura. Digo 'cada' y es que mi vida comienza a ser una sucesión de amores, la vida de un monógamo de muchas parejas. 

   Serían las siete u ocho de la mañana cuando salí tambaleante de allí. Cerraba aquella discoteca al aire libre donde minutos antes habían danzado malditos púberes a ritmo de house. El sol comenzaba a alumbrar  mi careto perpetrado por la toxicidad y como pude conseguí llegar hasta el puente que cruza el río, un falso río que discurre por otro canal ajeno al suyo, como ajeno era yo a la ciudad aunque la adore más que la mía propia. Cabilaba con mis cosas cuando un niñato casi hombre que también salía del local me adelantó a un paso lento pero vacilón. Como en un pique de coches en la carretera, le aventajé aunque el caminar de los dos fuera pausado. Paré a unos diez metros de él y me apoyé en la barandilla para mirar pretéritamente a lo lejos. Cuando me alcanzó, adoptó la misma posición junto a mí, nos miramos y sin titubear, nos besamos. Cerré los ojos. El beso era placentero y muy reconocible, como si lo hubiese catado antes. Tosco y violento a veces; suave y caprichoso, otras. Tanta empatía me extrañó y abrí los ojos. Tenía frente a mí a un monstruo de cuatro cabezas, un monstruo con las caras de mis cuatro ex-novios. Reflejaban cada uno el drama de la última vez, el momento doloroso del llanto desconsolado del día que corté con ellos. No soporté tanto daño. Me sentí tan desolado y ruin que, en un acto reflejo, lo agarré  por los huevos y de una pierna, y al río, al falso río  lo tiré.



sábado, 1 de junio de 2013

HABLO CONMIGO

   
  Quiero hablar de mi a veces extrema timidez, de los pocos amigos que me quedan, de mi falta de elocuencia, de mi hermana muerta, de mi otro hermano desaparecido, del sobrino que viene en camino al que aprendo a querer, de la belleza de los bancos vacíos, de los museos que me atrapan, del sentimiento de amor frustrado, de la melancolía, de las anhedonias nocturnas, de lo raro e insoportable que puedo llegar a ser y de la maldita genética que me lo ocasiona, del abuso de cervezas,   de las lorzas que circundan mi osamenta,  del coche que estreno el lunes, de los dos días que llevo sin tele  y de mi dimisión irrevocable como amante.




jueves, 16 de mayo de 2013

LA CAMISETA



  Madrid, 12 de mayo, Puerta del Sol. Quince personas desconocidas hemos quedado para ver "Planeta Gómez Keminsky", una genial obra de teatro en un lugar secreto. Salgo de la estación de metro y me topo con una macromanifestación del 12M. Miles de personas reivindicativas y avalanchadas se concentran en la plaza. Son las ocho de la tarde pero un pleno Sol me deslumbra. Me dirijo casi a ciegas hacia el Oso y el Madroño. Allí es la cita de los invitados secretos y donde me espera mi novio. Zigzagueo como puedo entre la muchedumbre hasta llegar a la estatua. Busco sin éxito a mi chico cuando de repente se me acerca un viejo vestido de negro con cámara y trípode-bastón. El hombre me recuerda al viejo de Polstergeist. Me inspira cierta desconfianza y un poco de miedito. Con estilo perruno comienza a merodearme...

—¡Qué bonita camiseta llevas! ¿Es un Picasso? —me pregunta.

—No, es un Bershka —respondo tajante con la amabilidad y simpatía que me caracteriza.

  Me pide como aturullado que le deje hacerme una foto. Acepto con la mala follá que también me caracteriza y dándome las gracias me da un papelito con una dirección web... 


   Plutón, 16 de mayo. Se han acabado las vacaciones y estoy en casa de colada. Vaciando los bolsillos de unos vaqueros encuentro el papelillo y me da por buscarme en esa página. Visto el resultado he llegado a una conclusión: con semejante caruflo, definitivamente mi carrera como modelo está acabada.


lunes, 6 de mayo de 2013

EL FLAUTISTA DE COÑOLÍN



   Intenté esquivarlo pero se percató de que andaba por allí. Hizo una parada para respirar y se acercó para saludarme. Usó toda la parafernalia usual en él: me abrazó soltando un exultante  "¡qué dices!", se encrespó el flequillo con los dedos y desplegó una sonrisa  avasalladora, de una perfección casi ofensiva. Con eso bastó para engatusarme y que  yo empezara a hablar de forma atolondrada, encasquillándome como una escopeta de plomos. Los demás hombres sin rostro iban pasando por detrás como zombies. Utilizaba una frecuencia onírica de macho alfa que lograba eclipsarlos. A su alrededor, empezaron a acumularse decenas de mujeres en celo que tentaban su paquete mientras me saludaba. Sí, era él, en un sueño más: El Flautista de Coñolín apareció en uno de los casi diez que tuve aquella noche.


'Rostro del Gran Masturbador' - Dalí (1929)

jueves, 11 de abril de 2013

CERCANÍAS, LEJANÍAS


   Quien bien me conoce sabe perfectamente que tengo un ligero déficit de atención. Cuando me hablan me elevo al limbo, cuando veo una peli filmo la mía propia y cuando leo un libro me invaden las musarañas. Sí, es todo muy complicado de comprender, lo sé, o a lo mejor es que también tenéis ese déficit...

   Esta tarde tenía el coche jodido y necesitaba comprarme unos zapatos para una boda. Me fui en el Cercanías y sentado hacía que leía 'La Escafandra y la Mariposa'. Me lo regalaron hace años y en uno de mis viajes de carretera lo metí en el equipaje. No lo leí en esas vacaciones pero, en una parada para repostar, encontré pegada a las rejillas del radiador  una mariposa muerta y pensé que qué mejor sitio para disecarla. Vi la película que se hizo del libro y me impactó sobremanera. Habla sobre un editor francés de la revista Elle que tuvo un accidente de coche a consecuencia de un ataque cerebrovascular que lo dejó en coma durante tres semanas. Al despertarse, mediante un código de pestañeos, dependiendo del número de éstos equivalían a letras,  logró escribir un libro con la ayuda de su enfermera.

   En cada parada, en cada página, alzaba la vista para merodear por entre los pasajeros del vagón: un deportista con tiras terapéuticas en las rodillas, como las que me plantó mi fisio en el cuello con forma de conejito de Playboy; una señora con gafas de sol que adivinaba sobada por la posición de su cabeza; una joven gafapasta que tejía con brío una bufanda multicolor y de la que me proclamé ultrafans... Saqué el móvil para hacerle un Instagram cuando una señora marroquí con la cabeza cubierta por un pañuelo, también multicolor, se dirigió a mí:

-Perdone señor, ¿le importaría cambiarse?, es que si voy de espaldas me mareo.

-Sí, cómo no.- le contesté esbozando una sonrisa de complicidad al cederle mi asiento. Estas cosas me hacen sentirme bien pues con mi supuesta amabilidad le hago entender a la señora morita que no soy racista. A este tipo de estupideces mentales me refiero con lo de las musarañas, que mi cerebro no para de rular...

-Ay, me estoy mareando necesito tomarme la pastilla. ¿No tendrá agua verdad?,- me decía la mujer quejosa.

-No, no tengo lo siento,- le dije pasando la página sin enterarme de lo que decía la anterior.

-Es que esta mañana no me he tomado la pastilla y tengo la tensión por los suelos. Es que necesito la pastilla, me estoy mareando mucho. Me duele este lado, sólo este lado de la cabeza. Es que tengo miedo de que me pueda dar un infarto cerebral...

   Lancé el libro al asiento de enfrente saliendo la mariposa muerta disparada, me levanté y asustado grité a todo el vagón:

-¡¡¡Agua, agua!!! ¡¿Alguien tiene agua?!



sábado, 30 de marzo de 2013

MÁS AMOR

   
   Huía hasta de mi sombra. Se repetían esos días en los que el hartazgo me consumía y la realidad me superaba. Cogí un mapa y con el dedo índice señalé un lugar donde hiciera calor en un ya insoportable frío y lluvioso Plutón. Buscaba un sitio donde existiera la nada más absoluta. Cuando llegué, me adentré  con miedo en aquella nulidad y me senté sobre un peñasco. Toleré que un pleno Sol me achicharrara la sesera para que me inhabilitase la posibilidad de pensar. Cerré los ojos para ver qué pasaba. En los desiertos no se oye nada.  Los desiertos suenan a eso: a  desiertos. Miento. Se oía el zumbido del viento que movía la retama. Mientras tanto, en mi bolsillo, una maldita raya de cobertura se resistió a desaparecer y el sonido de un whatsapp quebrantó esa paz. Desde un móvil, a quinientos kilómetros de distancia, alguien me recriminaba que no le diese lo que otros con razón me habían exigido anteriormente, lo que quizá no sepa dar por culpa de esta hermética coraza oxidada que me oprime, que me mata de dolor y que cada día me pesa más.


domingo, 17 de marzo de 2013

EN MENTE


   Merodeo por el Centro de Arte Contemporáneo y pienso que debería ponerme el auricular izquierdo en el derecho y el derecho en el izquierdo para oír la música más fuerte. Ir por la vida con auriculares es muy cómodo  porque aunque me aísle parece que no vas solo y me creo que soy invisible. Si he venido solo esta mañana de museos es porque no puedo contar con nadie para verlos.  Salgo del primero impresionado de tanta belleza postmoderna  y  tanteo la idea de hacerme el corte de pelo de lengüetazo de vaca... Camino y bordeo un monte en el centro de la ciudad donde  nos hacíamos pajas  colectivas a lo Krámpack cuando éramos adolescentes. Iba a subir para rememorar escenas pero de mayor me da miedo por si me roban mi nuevo smartphone. Con el móvil le hago fotos a todo: a las ramas, a las piedras, a los troncos, a los cuadros de los museos, a las lámparas de los museos y me creo que soy moderno y artista. Lo cuelgo en Instagram y la gente pulsa el corazoncito, así me siento un poco querido... Las cervicales me siguen doliendo y me  producen vértigos que se parecen a los cuadros del segundo museo que visité esta mañana. Allí me dieron un folleto explicativo del arte indígena australiano  y llego a la conclusión de que cada vez tardo más en leer, que tengo déficit de atención para comprender lo que leo; que mi novio sale en el Fotogramas el mes que viene y yo aún sin terminar el de marzo. Entre Limones, el libro con el que estoy desde hace más de tres meses, me está gustando por la vitalidad que transmite pero que tampoco me cuenta nada... Espero que el semáforo se ponga en verde mientras me pongo chorreando por la lluvia; esta puta lluvia que no cesa y que no deja que se acabe el invierno.  Por esta época ya estaba el año pasado  en la playa haciendo que leía libros  y tumbado al Sol cerrando los ojos para ver el cielo de naranja... Mientras cruzo la avenida, me acuerdo de los amigos que me dejaron premeditadamente de lado y de los que yo dejé cruelmente de niño mediante cónclaves en los que manipulaba quién debiera salir expulsado de la pandilla. Echo mucho de menos a un amigo con el que veía pelis raras y a otro, porque me ponía mogollón. Era duro estar enamorado de tu enésimo mejor amigo y ver cómo le rondaban cientos de zorras cada vez que salíamos de fiesta como si tratase de El Flautista de Coñolín... Debería hacer ejercicios de socialización,  yo que sé, un psicólogo o algo, que con la edad me estoy convirtiendo en un ogro que tiene gran éxito entre sus cientos de amigos del Facebook pero que prefiere viajar solo a acompañado y hacer lo que le venga en gana para poder meterse en museos modernos o charlas de galeristas transexuales a las que a mi gente les importa un mojón y que si los avisase para ir, confirmarían su teoría conspiranóica de lo bicho raro que soy... La timidez, esta maldita timidez que me está matando, que saca lo peor de mí y que con excusas autoprotectoras y miopías operadas hace diez años, no saludo a nadie porque me bloqueo y me siento lerdo en un estúpido traje de neopreno... Voy a sacar el paraguas estampado porque me niego a tener uno negro aunque sea un tío, y es que sinceramente prefiero los estampados de los de señora, mucho más divertidos, que bastante triste es ya la lluvia de por sí... Maldito viejo coche que está en la quinta puñeta; que ayer calculé si me convenía más venir en el Cercanías o en coche y me salía a cuenta hacerlo en lo segundo.  Ya estoy montado, debería lavarlo  o al menos limpiarlo por dentro, pero es que con esta lluvia… Me voy a mi cueva, a ponerme los cojones en la frente comiendo huevos rellenos y a echarme una siesta de dos horas. Después, cuando me levante, con el café que afortunadamente me tomaré ya que al día siguiente no madrugo,  en pleno estado catatónico, catárquico y reparanóico,  escribiré lo que me salga de seguido y con muchos suspensivos, que me apetece hoy porque sí. 


martes, 12 de marzo de 2013

LOS AMANTES PASAJEROS




   No soy crítico, ni lo pretendo. Ni soy Boyero, más bien maricón. Eso sí, soy un “cinéfalo” empedernido, viciado y algo fanático. Vamos que cuando me da por algo me da, y a mí el de La Mancha me da (y me va) mucho. Las pelis te gustan o no te gustan. Sin más. Como el arte. A la mayoría de la gente si le preguntas por la obra de Picasso te dirá que  aborrece su pintura sobremanera, y míralo, considerado el mejor pintor del siglo XX. A mí Losamantespasajeros no es que me haya gustado, es que me ha flipado. Retrato caricaturesco de una España que vive narcotizada en clase turista que no se entera de nada de lo que ocurre en una clase bussiness libérrima, que hace lo que le viene en gana. Un retorno al principio, al origen del Almodóvar más transgresor, gamberro y petardo. Obra libre y hedonista, sin encorsetamientos ni dictados cinematográficos, contiene  diálogos y frases desternillantes que a buen seguro añadiremos a nuestra jerga, donde a los penes se le llaman pollas y la gente las mama. En este viaje que nos propone, lo maricones tienen pluma, mucha pluma, como en la vida real. Perdón, he dicho maricones en vez de homosexuales, no vaya a ser que se me ofenda el colectivo fino que dice tener cero plumas [risas enlatadas], ése que tanto masacra y aborrece esta película.

    En fin acabo ya, que se me nota la vena, el  fanatismo y la subjetividad almodovariana. Fíjate que este finde, I was so excited, que cuando empezaron los títulos de crédito, en vez de apagar el móvil, por inercia lo puse en “modo avión”… 

   Yo es que soy muy fans, así, en plural...





domingo, 24 de febrero de 2013

COMPARTIMENTOS


   Antes de instalarme en Plutón, compartí piso durante varios años, casi diez, con otros alienígenas. Sí, no eran seres humanos, eran alienígenas, seres de otro planeta con los que nunca llegué a entenderme. Mi primer compañero de piso fue por recomendación de un hermano de un amigo. Resultó ser un cubano negro fornido y pollón. Supe de la característica de su apéndice pues una noche llegué dolorido del trabajo y se me ofreció a darme un masaje. Cuando me di la vuelta se montó encima mía y acabamos, pues como teníamos que acabar. En aquella época, andaba yo acostándome también con chicas y al quedar mi presunta heterosexualidad en entredicho, todo esto me ocasionó un dilema mental de severa consideración por lo que no tuve más remedio que  abandonar la casa, a lo GH. 

   De allí me fui a vivir con dos informáticos. Los dos emigraban a sus pueblos los fines de semana y aprovechaba la ocasión para ejercer de anfitrión con los compañeros de universidad organizando macrofiestas en 90 metros cuadrados a las que de vez en cuando acudían personajes no invitados: la policía. Pasaron meses y me aburrí de ellos. La informática es fría, y calculadora, además de no haber apenas afinidad entre nosotros. Ni siquiera me dejaron ver la primera edición de Operación Triunfo y no me quedaba otra que dormir los lunes en el hogar familiar. Lo sé, a pesar de ir de moderno hoy día con cantantes que no conoce ni su madre, por aquel entonces la enorme Rosa me ponía la carne de gallina... 

   En un periplo por más de diez pisos, compartí vida con dentistas, estudiantes de Erasmus, jugadores de rol,  mecánicos,  camareros, etc.  Harto de suciedad, desorden y testosteronas desatadas y debido a que mi paupérrima economía sólo me permitía independizarme de esta forma, opté por una pretendida sensibilidad, armonía y bienestar: un piso de chicas.

   Cuando quedé con ellas para verlo me recibieron con los brazos abiertos. Al parecer llevaban bastante tiempo buscando un compañero pero ninguno se decidía por quedarse. En aquel hogar, los primeros días yo era el rey del gallinero y ellas… más guarras que las gallinas. Una era maestra y la otra cocinera. La maestra estaba en paro y  a la cocinera nunca le faltaban ingredientes ya que la Arguiñana no dejaba de sisarme comida y a mí, como que me daba vergüenza recriminarle la falta de guisantes o salchichas. La maestra todos los días era visitada por su novio yonki que por contrato de palabra, le exigía mínimo un polvo diario. Así me lo confesó ella tras insinuárseme el día que él no cumplió. He de  reconocer que, al ser mi habitación  contigua a la suya, alguna gayola no estipulada en las clausulas cayó. La cocinera, una peliteñida sempiterna aspirante a MHYV, tampoco curraba: la acababan de echar de la hamburguesería que trabajaba por robar. Así que todos los días las tenía en casa. Siempre emporradas y en estado de levitación,  organizaban fumatas blancas en el salón con gitanos que venían a suministrarles chocolate de valde. Yo no es que sea racista,… pero… ¡ni peros ni leches!, tener la casa llena de gitanos todos los días como que no, como que me acojonaba un poco. Por aquel entonces trabajaba yo en la noche, no de gogó ni de relaciones públicas, sino de telefonista en una central de alarmas y cuando llegaba al amanecer, me encontraba con gitanos durmiendo por toda la casa, en los sofás, babeando en la mesa de la cocina, desparramados en colchones de playa por los pasillos... Tenía que sortearlos hasta llegar a mi camita donde , cagado de miedo, me tapaba con el nórdico hasta las pestañas, buscando con mis húmedos ojillos objetos punzantes por todo el cuarto por si entraban allí, no ser que mi presencia les molestase y le dieran por meterme un navajazo.  

    Una día tuve que pasar por el salón para tender la ropa en la terraza. Abrí la puerta y todos estaban jaleando a la tele.  Todo era calcado  a aquella escena en la que los gremlins estaban liándola parda en una sala de cine.  Entre el  humo porretil y los destellos de los cordones y anillos de oro pude adivinar lo que tenían puesto: ¡Un dvd de la boda de Farruquito! Me quería morir. Mientras tendía, el tembleque me hacía no  atinar con las pinzas. Quería huir de aquella jauría como fuera. No sabía qué hacer, si romperme la camisa, la camisita que tengo o coger la sábana bajera y lanzarme al vacío en paracaídas, cosa harto  difícil pues vivíamos en un bajo con rejas. 

   Pasaron los días y la situación tornó en un infierno que se desbordó cuando al volver de un fin de semana en Cádiz me encontré con toda la familia de la cocinera, su madre y tres hermanos,  instalada allí, desahuciados por su casero. Aquello colmó la gota del vaso. La situación era insoportable y no me quedó más remedio que rendirme. Abandoné aquella pocilga en cuestión de horas.

   Esa misma semana, un grupo de estúpidos astrónomos decidió que Plutón dejaría de ser un planeta. Al quedar vacante su posible habitabilidad, decidí okuparlo, hasta hoy. De mis compartimentos con plutoníacos ya hablaré otro día...


  

viernes, 22 de febrero de 2013

ASAF AVIDAN


  Si me preguntasen alguna vez sobre cuál ha sido mi mayor influencia musical en los últimos años no respondería  Radio 3, Los 40 Mojones o Radio Chankete. Sin duda alguna diría Spotify.  En cuanto descubro mi nueva obsesión me taladro el hallazgo hasta el hastío. Me pasó con Florence + The Machine, Lana del Rey y ahora con Asaf Avidan. No, amigos, no voy a ir de guay por la vida, reconozco que en la estantería de  mi "doremifasol" particular reposa la música más ecléctica que os podáis imaginar: mis gustos van desde Paloma San Basilio, Rocío Jurado o Madonna hasta The XX o Kapput:



   La voz de Asaf Avidan ha logrado tremulizarme la carne sobremanera. Nacido hace 33 años en Israel y criado entre Jamaica y Nueva York, formó parte del grupo Asaf & The Mojos, de estilo folk, ya disuelto. Una canción de este grupo, "Recocking song", fue rememezclada por un productor alemán en 2012 convirtiéndose en un gran éxito, "One Day/Recockning song":


   A finales del año pasado lanzó en Israel un álbum en solitario, Different Pulses todavía no editado en formato físico en el resto del mundo. Sí queridos followers, soy un antiguo  y aún  sigo comprándome cd´s en formato físico. Su voz rasgada es un cóctel de muchas voces, desde Janis Joplin, Macy Gray a, por qué no decirlo, Amy Winehouse. De hecho,  en la primera escucha no esperas encontrarte con un hombre, guapísimo por cierto.

   Su primer sencillo da título al disco y este es su videoclip:


   Disco, las once canciones que lo componen, muy a tener en cuenta, altamente recomendable así como dañino, por ejercer un peligroso poder de adicción...







domingo, 17 de febrero de 2013

PAN Y CHOCOLATE


   Me hago mayor. Trabajo en turnos de mañana o de tarde y la semana que madrugo tengo que desistir, muy a mi pesar, del cafelito de la tarde.  Anteayer opté, después de un siestorro de hora y media, por una merienda de lo más infantil y festiva: un batido de vainilla y un hipermegabocadillo de chocolate.No era de Nocilla, sino chocolate de tableta,  como el que de niño solía prepaparme mi madre mientras yo me quebraba la cabeza entre conjuntos y subconjuntos... Empecé por el pico de la barra pero acabé con los dos tercios que quedaban. Ni una migaja dejé. Soy panadero y me temo que no cumplo lo de "en casa de herrero" y es que en mi casa se come pan en cantidades industriales.

   Os preguntaréis que qué quiero decir con esto, que a dónde quiero llegar. La explicación es muy sencilla: me sentí mal, fatal, como un cerdo famélico. En el almuerzo, el primer tercio de la barra de pan cayó junto a un platazo de calamares a la romana con abundante mayonesa, eso sí, acompañado con unas lechuguinas para compensar. Así que, cuando devoré el bocata, aún relamiéndome el chocolate que me había quedado entre los dientes, me puse el chándal y las zapatillas. Tenía que quemar como fuera esas calorías de más y salí a la calle con rabia. Recorrí cientos y cientos de metros a un paso de corredor de marcha hasta plantarme en un espigón junto al puerto de Plutón. Allí, sudandito a mares, me senté sobre una roca y presencié uno de los atardeceres más espectaculares que recuerdo haber visto en mi vida. Soy el tonto de las fotos así que  saqué el móvil y al hacer ésta me dije a mí mismo: "qué coño, por ver algo así ha merecido la pena el bocadillo de chocolate..."