Quien bien me conoce sabe perfectamente que tengo un ligero déficit de atención. Cuando me hablan me elevo al limbo, cuando veo una peli filmo la mía propia y cuando leo un libro me invaden las musarañas. Sí, es todo muy complicado de comprender, lo sé, o a lo mejor es que también tenéis ese déficit...
Esta tarde tenía el coche jodido y necesitaba comprarme unos zapatos para una boda. Me fui en el Cercanías y sentado hacía que leía 'La Escafandra y la Mariposa'. Me lo regalaron hace años y en uno de mis viajes de carretera lo metí en el equipaje. No lo leí en esas vacaciones pero, en una parada para repostar, encontré pegada a las rejillas del radiador una mariposa muerta y pensé que qué mejor sitio para disecarla. Vi la película que se hizo del libro y me impactó sobremanera. Habla sobre un editor francés de la revista Elle que tuvo un accidente de coche a consecuencia de un ataque cerebrovascular que lo dejó en coma durante tres semanas. Al despertarse, mediante un código de pestañeos, dependiendo del número de éstos equivalían a letras, logró escribir un libro con la ayuda de su enfermera.
En cada parada, en cada página, alzaba la vista para merodear por entre los pasajeros del vagón: un deportista con tiras terapéuticas en las rodillas, como las que me plantó mi fisio en el cuello con forma de conejito de Playboy; una señora con gafas de sol que adivinaba sobada por la posición de su cabeza; una joven gafapasta que tejía con brío una bufanda multicolor y de la que me proclamé ultrafans... Saqué el móvil para hacerle un Instagram cuando una señora marroquí con la cabeza cubierta por un pañuelo, también multicolor, se dirigió a mí:
-Perdone señor, ¿le importaría cambiarse?, es que si voy de espaldas me mareo.
-Sí, cómo no.- le contesté esbozando una sonrisa de complicidad al cederle mi asiento. Estas cosas me hacen sentirme bien pues con mi supuesta amabilidad le hago entender a la señora morita que no soy racista. A este tipo de estupideces mentales me refiero con lo de las musarañas, que mi cerebro no para de rular...
-Ay, me estoy mareando necesito tomarme la pastilla. ¿No tendrá agua verdad?,- me decía la mujer quejosa.
-No, no tengo lo siento,- le dije pasando la página sin enterarme de lo que decía la anterior.
-Es que esta mañana no me he tomado la pastilla y tengo la tensión por los suelos. Es que necesito la pastilla, me estoy mareando mucho. Me duele este lado, sólo este lado de la cabeza. Es que tengo miedo de que me pueda dar un infarto cerebral...
Lancé el libro al asiento de enfrente saliendo la mariposa muerta disparada, me levanté y asustado grité a todo el vagón:
-¡¡¡Agua, agua!!! ¡¿Alguien tiene agua?!
Esta tarde tenía el coche jodido y necesitaba comprarme unos zapatos para una boda. Me fui en el Cercanías y sentado hacía que leía 'La Escafandra y la Mariposa'. Me lo regalaron hace años y en uno de mis viajes de carretera lo metí en el equipaje. No lo leí en esas vacaciones pero, en una parada para repostar, encontré pegada a las rejillas del radiador una mariposa muerta y pensé que qué mejor sitio para disecarla. Vi la película que se hizo del libro y me impactó sobremanera. Habla sobre un editor francés de la revista Elle que tuvo un accidente de coche a consecuencia de un ataque cerebrovascular que lo dejó en coma durante tres semanas. Al despertarse, mediante un código de pestañeos, dependiendo del número de éstos equivalían a letras, logró escribir un libro con la ayuda de su enfermera.
En cada parada, en cada página, alzaba la vista para merodear por entre los pasajeros del vagón: un deportista con tiras terapéuticas en las rodillas, como las que me plantó mi fisio en el cuello con forma de conejito de Playboy; una señora con gafas de sol que adivinaba sobada por la posición de su cabeza; una joven gafapasta que tejía con brío una bufanda multicolor y de la que me proclamé ultrafans... Saqué el móvil para hacerle un Instagram cuando una señora marroquí con la cabeza cubierta por un pañuelo, también multicolor, se dirigió a mí:
-Perdone señor, ¿le importaría cambiarse?, es que si voy de espaldas me mareo.
-Sí, cómo no.- le contesté esbozando una sonrisa de complicidad al cederle mi asiento. Estas cosas me hacen sentirme bien pues con mi supuesta amabilidad le hago entender a la señora morita que no soy racista. A este tipo de estupideces mentales me refiero con lo de las musarañas, que mi cerebro no para de rular...
-Ay, me estoy mareando necesito tomarme la pastilla. ¿No tendrá agua verdad?,- me decía la mujer quejosa.
-No, no tengo lo siento,- le dije pasando la página sin enterarme de lo que decía la anterior.
-Es que esta mañana no me he tomado la pastilla y tengo la tensión por los suelos. Es que necesito la pastilla, me estoy mareando mucho. Me duele este lado, sólo este lado de la cabeza. Es que tengo miedo de que me pueda dar un infarto cerebral...
Lancé el libro al asiento de enfrente saliendo la mariposa muerta disparada, me levanté y asustado grité a todo el vagón:
-¡¡¡Agua, agua!!! ¡¿Alguien tiene agua?!
La próxima vez no te asustes, los infartos cerebrales no suelen avisar mucho.
ResponderEliminarSi es que eres un 'predestinao' joer! pues no debía haber peña en el tren...
ResponderEliminarEn fin! Un beso y cuídate esos nerviossss :)
me encanta hacer eso, mirar a la gente e imaginarme cosas, yo también me pierdo en las musarañas...........
ResponderEliminaramancia.................