domingo, 26 de diciembre de 2010

BLUETOOTH

Entre insultos y amenazas hui abochornado de aquel apartamento dejando atrás a una pareja que forcejeaba violentamente y un perro que se desgañitaba ladrando. Con la camisa abierta e intentando sujetar el botón del pantalón, bajé en volandas por las escaleras. Cuando abrí la puerta de la calle una hostia de aire frío me rompió la cara. Corrí por una calle a oscuras hasta que una luz al fondo me guió hacia un cajero. Eché el pestillo y tras una columna arrastré mi espalda hasta dar con el suelo. Allí, escondido, en apariencia a salvo, intenté calmar mis aún aceleradas pulsaciones por el coitus interruptus. Miré hacia arriba y comprobé ojiplático el desencaje de mi cara a través del monitor de seguridad. Balanceé mi culo para reubicarme y mi móvil resbaló del bolsillo. Al cogerlo, activé accidentalmente el Bluetooth iniciándose una búsqueda automática de dispositivos. La suspensión del "Buscando..." culminó con un solo nick en pantalla; un nick que por nada del mundo esperaba encontrar a menos de 100 metros de mí.


jueves, 9 de diciembre de 2010

LOLITA


" Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía. Lo-li-ta: la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos desde el borde del paladar para apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Lo.li.ta...."

viernes, 19 de noviembre de 2010

INAUDITO

Tengo un problema cuando intento dormir que ya me gustaría poder sufrirlo en silencio. Mi problema es el ruido. En el cajón de mi mesita de noche, aparte de gayumbos, calcetines y un Durex Play que nunca se acaba, no puede faltar una pequeña cajita con tapones militares para los oídos. Aún recuerdo aquella noche en el que todos los ruidos del mundo se elevaron a la máxima potencia...

En una muy fría de invierno, en la que no suele apetecer nada más que acurrucarse con una mantita en el sofá, andaba yo, sin embargo, restregándome con el granito de las paredes más caliente que el palo de un churrero. Una ronda de perfiles por el Gaydar, un chateo rápido, un conectar y bajar la cam, un SMS y una dirección en el SMS de retorno bastaron para decidir a hacerme cuarenta kilómetros y plantarme en la casa del que sería mi amante aquella noche. Mi efímero amante resultó ser francés y hablaba en un tono muy alto, algo que me pareció extraño pues tenía en mi cabeza la idea de que todos los franchutes eran expertos susurradores. Mi amante ocasional era pintor y tenía la casa repleta de cuadros abstractos con imposibles imágenes que rozaban lo gore. Su estilo era de estos que desvelan un prototipo de artista con un pasado truculento marcado por algún trauma infantil o tragedia familiar. Mi amante Van Goh era sordo. En un giro, cuando me mostraba una de sus creaciones grotescas, adiviné un pinganillo en su oreja izquierda que parecía un audífono. Me cogió de la mano y, a medida que subíamos las escaleras rumbo a una habitación abuhardillada, la decoración de la casa iba dando un giro timburtoniano. Ya arriba, al fondo, un enorme catre de 2x2, escoltado por cuatro postes de madera pintado con motivos cebriles, presidía una amplísima estancia. Animales disecados colgados en las paredes y en el techo, decenas de estampas religiosas desperdigadas por toda la estancia y una personalísima versión del Saturno devorando a un hijo encima del cabecero, conformaban la visión de la romántica morada de mi amante artista. Tras un ligero sobeteo, ya en pelota picada, nos metimos en la cama. Mucho calentón y tal pero el frío de aquella noche podía con el fuego de los dos. Mi amante taxidermista, en un alarde de poderío, pulsó un botón de su mesilla e hizo que se deslizara un plasma del techo parando justo a los pies del camastro. Muy especial y espacial todo. Previamente por el chat habíamos acordado que, para no hacer el encuentro tan frío, veríamos antes una peli en V.O. dado que su dominio del español era paupérrimo y a mí, el argumento de Saw, como que me daba igual.

Aquello fue casi un sacrílego ritual plagado de gritos y alaridos: los descuartizamientos y automutilaciones del matadero catódico se alternaban con los jadeos de mi amante teniente, que rozaban lo animalesco, próximo al relinchar de un caballo; así como un pitido intermitente que indicaba que a su sonotone se le acababa la pila. Una tormenta eléctrica en la calle se anticipó a la extenuación de los dos. Mi equino amante se quedó más frito que un huevo y yo empecé a extrañar mi cama. El reloj que colgaba de uno de los postes tictacteaba como un condenado. Paró cuando quité la pila pero un humidificador que había al lado de la ventana empezó a borbotear como si un niño chico soplara una pajita en un vaso de Cola Cao. Abajo en el jardín, un aspersor comenzó a regar y a mi derecha oí cómo una cinta de vídeo empezó a reboninarse sospechosamente… La dirección de mis ojos no daba abasto. Se oyó un truenazo y comenzó a caer un aguacero que hacía retumbar continuamente el techo de uralita de la habitación contigua, donde se había grabado en vídeo lo que captó el ojo-cámara del buitre; el que nos acechaba inmóvil desde la cómoda de enfrente. Mi amante ajeno, inmutable a todos estos ruidos, comenzó a roncar como un poseso, anulando por goleada los decibelios allí desatados. Mis chasquidos de lengua para callarlo fueron inútiles. Su sordera ya era fulminante, casi letal. La tormenta afuera seguía cayendo con fuerza y yo, como un rayo, acabé saliendo escopeteado a la calle en busca de ella.


miércoles, 3 de noviembre de 2010

Te hiero mucho (Historia del amante guisante)


Hoy voy a hablaros del amante guisante,
el hombre que montó un gran show por los aires
con su casco plateado, traje verde y
bambas a reacción.

Montó en aquella lanzadera dorada,
acto seguido escribió coordenadas
y en su capa había escrito
un "te amo" en luces de neón.

Un asteroide, ahí va ...
amante guisante, nuestro héroe total.
Mira qué original,
surcando los aires por su amor virginal.
Y al divisar su hogar,
la capa de alto voltaje enciende un mensaje especial.

Cuando la brisa hace bailar sus mejillas
mira hacia abajo y ve a su amor de rodillas.
Qué crueldad, crueldad,
¿qué hacen tantos hombres, por Dios?

Mientras su amada ve un avión por las nalgas,
guisante nota un gran incendio a su espalda.
No hay frenos ni hay dirección,
creo que ha perdido el control.

"Un asteroide, ahí va",
decía su amada, viendo al héroe quemar.
"Un meteorito, ahí va",
y mientras miraba su placer fue bestial.
"Alas de fuego, un flash",
son cosas que nunca se olvidan, nunca se olvidan,
no se podrán olvidar.

Bajó en picado hacia un colegio de niñas,
iba a hacer trizas vestuario y letrinas,
y al ver el fin no sufrió,
cosas del estado de shock.

Mamma, mamma ... no hay dolor.
Mamma, mamma ... no hay dolor.
Mamma, mamma ... viva el dolor,
Mamma, mamma ... no muerdas, no.
Mamma, mamma ... no pares, no.
Mamma, mamma ... no pares, no,
Mamma, mamma ... no hay dolor.

Bye, bye, guisante, bye,
vaya acto de héroe, vaya imbecilidad.
A reveure, adéu,
tan sólo en los cuentos puedes idealizar.
Auf Wiedersehen, au revoir,
la musa es el medio, nadie es puro en verdad.
Ciao, sayonara, au revoir,
¿un mito o un tipo suicida?, dime qué opinas,
¿o el problema es siempre hormonal?
Ya nadie nota un guisante en la cama.



viernes, 22 de octubre de 2010

Largo encuentro nunca cuajado

A veces, entre alarmas y llamadas, el sueño interrumpido hace que te rindas a la nostalgia más cruel, más punzante, y escribir al alba provoca en ti un mea culpa que te exonera. Se tumoriza en tu cabeza un recuerdo martilleante, que constantemente te repite que algo hicisteis mal, que no acabó bien aquello. Lo que mal acaba no se deshace porque es indeleble y de infinitos fragmentos indelebles que no se unen está hecha la vida. Nunca fueron buenas las melancolías porque siempre fueron despiadadas contigo. Esta madrugada intentas ordenar el desorden de una oda al amigo que ya no está. Aquél que murió ahogado al tragarse, como el amigo del hijo de la novia, un tango de casi diez años. Un lamento continuo de situaciones inventadas o exageradas; otras, las que menos,de verdades amargas pero igual de infumables y correosas que las mentiras. Cuando recreas las noches de juergas descubres que nunca fueron más que eso: etílicos abrazos evaporados con la resaca de continuas exaltaciones de la nada. Porque te duele admitir que no fueron reales, porque nada fue y porque aún no sabes si quieres que lo sean. Otro falso abrazo, éste apresurado, torpe e inconcluso, casi encorvado, sirvió de colofón para aquel encuentro de diez años, porque con resignación aceptas que no era más que un largo encuentro nunca cuajado. Un mentiroso "nos vemos" que ya dura casi un lustro. Una mentira tan grande como la película que acababais de ver.


Misread - Kings of Convenience

sábado, 25 de septiembre de 2010

T'introduire dans mon historie...


La vida a veces es tan breve

y tan completa que un minuto
- cuando me dejo y tú te dejas -
va más aprisa y dura mucho.

La vida a veces es más rica.
Y nos convida a los dos juntos
a su palacio, entre semana,
o los domingos a dar tumbos.

La vida entonces, ya se cuenta
por unidades de amor tuyo,
tan diminutas que se olvidan
en lo feliz, en lo confuso.

La vida a veces es muy poco
y tan intensa -si es tu gusto...
Hasta el dolor que tú me haces
da otro sentido a ser del mundo.

La vida; luego, ya es nosotros
hasta el extremo más inmundo.
Porque quererse es un castigo
y es un abismo vivir juntos.


sábado, 4 de septiembre de 2010

Escándalo en el plato

Fue salir de la piscina, abrir la puerta del vestuario y escapárseme un ¡CÓOOÑÓ!. Sí, este "CÓOOÑÓ" no es una errata, este coño fue con dos acentos y en mayúscula. Al fondo, una bestia se secaba ante la estupefacción de los ocupantes de los platos de ducha. En aquel humedal de sudor y cloro en repentino estado de patidifusión, los pasivos dilataban, los activos ereccionaban y los heteros claudicaban ante el monstruoso pollón del sujeto. El trípedo animal, proclamado por unanimidad monarca de la especie, se pavoneaba ante sus súbditos dándose contínuos pirindolazos con la toalla. El que suscribe, tras un segundo boquiabierto y paralizado de la impresión, se refugió en las taquillas de aquella recién instaurada falocracia. Acojonado ante la incomensurabilidad del aparato, no se atrevía a quitarse su bañador. Nunca antes recibió quejas de los de su raza, pero sospechaba que la situación podría ser más que delatora. Sin dejar de mirar al espejo que reflejaba estratégicamente a su rey, se bajó temeroso el Speedo. Las comparaciones suelen ser odiosas pero en este caso fueron catastróficas. El pene, por obra y gracia de unos cuarenta largos de crol, cambió de denominación: se había convertido en una pequeña cuca, minúscula y chuchurría. Intentó disimular su inesperada tara estirando el pellejo. No hubo éxito; como si de un caracol se tratase, cuanto más estiraba, más se engurruñía el mandao. Tres tirones le bastaron para rendirse a la evidencia. Cual chulo-piscinas, metió barriga y como si dos alacranes se hubiesen instalado en sus sobacos, se dirigió con andar zambo-macho hacia el plato que quedaba libre. Eso sí, sin dejar de ocultar con la toalla su ya inexistente picha.


Monster - LADY GAGA - The Fame Monster

miércoles, 18 de agosto de 2010

Síndrome de Florencia


El síndrome de Stendhal (también denominado Síndrome de Florencia) es una enfermedad
psicosomática que causa un elevado ritmo cardíaco, rtigo, cOnfUsiÓn e incluso alucinaciones cuando el individuo es expuesto a una sobredosis de belleza artística, pinturas y obras maestras del arte.



lunes, 12 de julio de 2010

La siesta


Quitó el silenciador y rotó la mazorca para asegurarse de
que no quedaran balas. Extrajo el cilindro y con un cepillo de dientes mojado en disolvente eliminó los residuos de pólvora. Ayudado con una varilla impregnada en aceite limpió el cañón. Acabó el ritual repasando con un trapo de algodón el armazón. Tras montarla de nuevo, sin dudar, la escondió detrás de la columna del lavabo, encima de donde guardaba el estropajo con el que limpiaba el baño.


La ola de calor africano rugía con fuerza a las cuatro de la tarde de aquel julio en la urbanización. Los rayos de Sol horadaban a sus anchas la persiana del dormitorio. Se acercó al balcón, fijó su frente al caliente plástico y descendió su ojo hasta dar con el rectángulo perfecto. Desde aquel luminoso objetivo contempló con satisfacción su hazaña: En una piscina teñida de rojo, flotaban dos cuerpos que minutos antes hacían saltos bomba. En el césped, junto a unas toallas y chanclas manchadas de sangre, una pequeña radio-cd escupía la última canción del disco de Lady Gaga. Poco antes, con Disco Heaven, cuatro niñas rubias de unos seis o siete años, fiambres ahora como los hombres bomba, coreografiaban a su diva ajenas a que aquel sería su último baile. La calma total era inminente y parecía que el tiempo se hubiese detenido en aquel conjunto residencial. Arguifonte, orgulloso de su provocada quietud, se sentó sobre la cama, abrió el cajón de su mesita y se colocó unos tapones en los oídos. Inocente él, presintió que ya podría echar una muy cálida, aunque placentera siesta.


martes, 25 de mayo de 2010

Gora Jon!


Ramón, bilbaíno, 25 points, posee dos magníficos gatos tumbaos encima de los ojos. Dueño de un flequillazo imitado hasta la saciedad por las mariquitas más modernas, Jon Kortajarena, su nombre artístico, es nuestro Top Model más internacional (con permiso de Velencoso). En 2005 nos descubrió, melena al viento, la fórmula joven de El Corte Inglés y desde entonces su casi insultante rostro de rasgos perfectos ha sido explotado por los más grandes modistillos: Gaultier, Versace, Guess, Cavalli, Armani, D&G... hasta que llegó Tom Ford, lo secuestró y lo convirtió en el muso de sus últimas campañas. Tom transformó a su querubín en un chapero en “A Single Man”, magnífica película sólo estropeada por los quince minutos en los que sale Jon. La mismísima Madonna, tan gran actriz como Jon, no pensó lo mismo y, ávida de carne joven, quiso echarle el lazo tras ver la peli. No aceptó. Jon siguió prefiriendo a Tom y la vieja no le perdonó. Aquí abajo, los mortales del montón, te perdonamos la actuación a cambio de que, calladito, sólo poses para nosotros.

martes, 27 de abril de 2010

El Curioso Caso de Brad II


Brad, actor oklahomanés de 47 años, empezó en esto del faranduleo disfrazado de pollo para una cadena de fast food. Ya en 1991, con sus quince minutos en Thelma & Louise dejó a las salas noqueadas al atracarnos con un secador en mano tras echar un polvazo con la Davis. Alcanzó la gloria como vampiro y nos dejó con un sie7e en el corazón al descubrirnos la cabeza de la Paltrow. A esta pava le siguió otra, Jennifer, hasta dar con una gacela en celo permanente; uno de los animales más bellos del mundo: Angelina. Comprometidos los dos con todas las causas, incluida la de mantener la perpetuidad de la especie, llegaron a afirmar que no se casarían hasta que en los USA se aprobase el matrimonio homosexual. Brad, que lo mismo te hace de gitano que de policía o te coge un arma (secador de pelo según el caso), que te llora como un niño chico, tiene varios títulos olvidables como la almibarada Leyendas de Pasión o la infumable ¿Conoces a Joe Black?, cuya participación en esta última debió acabarse cuando, merecidamente, lo atropellaban en la primera escena. Brad, con un estilo imitado hasta la saciedad, fue nominado al tito Oscar haciendo del más mono de los doce. De los que más de mis doce.

domingo, 11 de abril de 2010

Desinstalado

Hace un par de semanas que ando desinstalando Plutón. Desinstalando un planeta del que me apropié para corromperlo con historias. Apenas queda nada en mi otrora adulterado apartamento, sólo dos copas y un cava para brindar cuando le dé el cerrojazo definitivo. Con egoísmo y vanidad, me aferré con ansias a mi soltería pero un terremoto vital ha provocado que se desplace el planeta cuatro calles de órbita. En estos días mantengo una lucha constante por preservar en mi nueva morada vestigios del pasado. Mi nuevo hogar, mi nuevo Plutón, es mucho más espacioso y la infiltración de memoria no ha hecho más que empezar, sin embargo, ya rebota en sus paredes el eco de discusiones por colocar una estantería, un cuadro… incluso por la posición de una bola de discoteca: testigo poliédrico de excepción en mi antigua morada. El proceso de ensamblaje en la pareja se hace duro en estos días. Asistimos con coraje y cierta resignación, día sí, y día también, a una lucha constante de egos por mantener la especie que fuimos en aras de una utopía que no llega, que quizá no exista, pero que me proporciona calma al pensar en ella. Ahora que vivo placenteramente amarrado y exento de navaja con la que rasgar la cuerda, vislumbro a veces la felicidad esquivando con maestría la tormenta que desató la mudanza. Esta noche, cuando regrese a casa, me apuesto lo que sea, incluso mi bola de discoteca, a que volverá la tempestad para después calmarla, como siempre, follando y/o amando mi anhelada utopía.



viernes, 26 de marzo de 2010

Condenados

CORINTIOS, CAPÍTULO VI

1¿Cómo se atreve alguno de vosotros, teniendo un asunto contra otro, a ir a juicio delante de los injustos y no, más bien, delante de los santos? 2¿O no sabéis que los santos han de juzgar al mundo? Y si el mundo ha de ser juzgado por vosotros, ¿sois indignos de juzgar pleitos tan pequeños? 3 ¿No sabéis que hemos de juzgar a los ángeles? ¡Cuánto más las cosas de esta vida! 4 Por tanto, en caso de haber pleitos con respecto a las cosas de esta vida, a los que para la iglesia son de poca estima, ¿a éstos ponéis para juzgar? 5 Para avergonzaros lo digo. Pues, ¿qué? ¿No hay entre vosotros ni un solo sabio que pueda juzgar entre sus hermanos? 6 Pero hermano va a juicio contra hermano, ¡y esto ante los incrédulos! 7 Sin lugar a duda, ya es un fracaso total para vosotros el que tengáis pleitos entre vosotros. ¿Por qué no sufrir más bien la injusticia? ¿Por qué no ser más bien defraudados? 8 Sin embargo, vosotros hacéis injusticia y defraudáis, ¡y esto a los hermanos! 9 ¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No os engañéis: que ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales, 10 ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los calumniadores, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios. 11 Y esto erais algunos de vosotros, pero ya habéis sido lavados, pero ya sois santificados, pero ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios.

sábado, 20 de marzo de 2010

Tony Ward, el antimodelo


Tony Ward pertenece a una extraña raza de hombres a una nariz pegada. Modelo, actor, fotógrafo y pintor, se crió en una granja al norte de California. Encumbrado al olimpo de los dioses gracias a otra astuta nariz, la de la ambición rubia, protagonizó sus dos vídeos más guarros así como su controvertido SEX. Estuvo allí con las chicas picantes y practicó el fabuloso aquítepilloaquítemato de Jorge Miguel. Muy indie él, fue chapero en Hollywood en Hustler White del director porno BruceLabruce, copihomenaje descarado del Flesh de Morrisey. Antimodelo bisexual reconocido, ha trabajado con los más transgresores del fashioneo mundial y aún sigue en activo a sus 47 libidinosos points. En su tiempo libre, además de escribir, colecciona pipiol@s con Shinobu, su mujer.


sábado, 6 de marzo de 2010

Un rosario de torturas

Rosario llegó a eso de las nueve. Tras una breve charla con su vecina, se despidieron no sin antes citarse para minutos más tarde desayunar juntas en la cafetería de Ramón. La media hora siguiente resultó ser pesadillesca. Subió la persiana de la joyería que regentaba, abrió la puerta y desconectó la alarma. Rosario no se percató de que la habían estado observando desde la acera de enfrente. Colocó las llaves sobre el mostrador y empezó a quitarse el abrigo que tenía chorreandito por la intensa lluvia de la mañana. No pudo hacerlo. Escuchó a su espalda las palabras "puta, dale a la luz". Era una voz de mujer. Una voz extranjera. No le dio tiempo a volverse cuando la mujer venida del Este la estaba agarrando por el pelo. Rosario pensó que la chica iba sola pero comprobó con horror que no era así: al encender la luz descubrió a un hombre grandísimo detrás de ella. Los dos llevaban pasamontañas. La rusa repetía muy nerviosa que le diera las llaves de la caja fuerte, pero Rosario, aturullada, le intentaba explicar que no sabía si las había traído. La mujer la empujó varias veces contra la puerta del baño hasta que la rompió con la cabeza. Cuando le abrió la caja fuerte, la chica volvió a dirigirse a ella en tono despectivo. «Puta, dame el sobre», le dijo. "Unos cinco mil euros en efectivo y otros cuarenta mil en brillantes", calculó por encima Rosario a la vez que rotaba su mano derecha...

Rosario continuó relatando en comisaría su particular via crucis ante un cariacontecido policía que lo transcribía todo. "No les pareció suficiente. Querían más. Me llevaron arrastrando a patadas hasta el mostrador", gimoteaba Rosario. "Me dijo que era poco dinero y me preguntó: '¿Qué te quemo, el pelo o la cara?'. Rosario le suplicó que por favor que el pelo, que no le tocara la cara. La agresión se convirtió en una tortura. Con un mechero intentaron quemárselo, pero como aún lo tenía mojado no pudo. La rusa, presa de la ira, tiró de mala hostia el encendedor y buscó algo cortante en la trastienda hasta dar con el cúter que el marido de Rosario utilizaba para los arreglos de piezas. Mientras la balcánica la trasquilaba, el hombre grandísimo la cogió de un brazo y comenzó a hacerle cortes con una cuchilla de afeitar. Hasta siete contó el forense . En el otro brazo, le hicieron una extraña marca, algo parecido a "XIT". Rosario, nombre ficticio pues prefiere permanecer en el anonimato, aprovechó un instante en que los ladrones desvalijaban las vitrinas para pulsar el botón de atraco. El teléfono empezó a sonar. Era la central de alarmas. La rusa empezó a gritar como una loca, quería seguir atizándole, aseguraba Rosario, pero él le recriminaba diciendo: '¡Police, police!'. Fue entonces cuando la agresora le puso una bolsa en la boca y empezó a liarle la cabeza con cinta adhesiva. Lo hizo con tanta fuerza que le rompió las patillas de las gafas.

Golpeada y amordazada, la rusa no se apiadó de ella y antes de marcharse, dio una última vuelta de tuerca a la tortura: Le abrió un pequeño agujero en la bolsa que le tapaba la boca y le introdujo, una a una, las pastillas de una tableta de valiums que Rosario llevaba en el bolso. «Eso fue lo que me permitió respirar», apostilló la comerciante. Los rusos huyeron con el motín no sin antes atarla de pies y manos. Media hora después, Manuela, su vecina, al ver que Rosario no venía a desayunar, se asomó a la rendija de la puerta metálica entreabierta y se la encontró maniatada, golpeada y con el pelo chamuscado en el suelo. Sus ojos imploraban auxilio, ojos que no conseguía cerrar pese a los tranquilizantes que le pincharon posteriormente en el hospital. Aún así, acabó su declaración dando las gracias a Dios porque había vuelto a nacer. Semanas más tarde, Rosario creyó morirse cuando la policía se presentó en casa para detenerla por presunta estafa y denuncia falsa.

*Cualquier parecido con la realidad no es pura coincidencia.

domingo, 28 de febrero de 2010

Un perro andaluz







Tengo mucho miedo
de las hojas muertas,
miedo de los prados
llenos de rocío.
Yo voy a dormirme;
si no me despiertas,
dejaré a tu lado mi corazón frío.

¿Qué es eso que suena
muy lejos?
Amor. El viento en las vidrieras,
¡amor mío!

Te puse collares
con gemas de aurora.
¿Por qué me abandonas
en este camino?
Si te vas muy lejos,
mi pájaro llora
y la verde viña
no dará su vino.

¿Qué es eso que suena
muy lejos?
Amor. El viento en las vidrieras,
¡amor mío!

Tú no sabrás nunca,
esfinge de nieve,
lo mucho que yo
te hubiera querido
esas madrugadas
cuando tanto llueve
y en la rama seca
se deshace el nido.

¿Qué es eso que suena
muy lejos?
Amor. El viento en las vidrieras,
¡amor mío!

Aire de Nocturno



viernes, 19 de febrero de 2010

Brad I, le Male

Hubo un Brad antes del actual: Brad Davis. Nacido en Florida, llegó a ganar con 17 años un concurso de talentos musicales. Estremecedor en su papel de prisionero en Turquía en El Expreso de Medianoche y palpitante adonis asesino en Querelle. Tatuado este último en la memoria más turbada de muchos, se inspiró en él Gaultier para sus perfumes Le Male. Brad, muerto a los 41 años, triunfó también en teatros allá por 1985 con "The Normal Heart", drama sobre el SIDA, bicho que se lo llevaría por delante en 1991.


domingo, 14 de febrero de 2010

Espejos



Pinza
en mano la señora
se cuida las cejas. El chófer
desenfrenado la observa en el
espejo. La señora no ceja. El chófer frena
bruscamente. Pinza en mano la
señora sin espejo siente que
su ojo la mira desde la
cuneta.


Jorge Montealegre
Santiago, Chile (1954)

sábado, 6 de febrero de 2010

La piscina

Un verano en una provincia costera puede ser divertido a no ser que a tus padres se le ocurra la genial idea de comprar una casita en el campo. Tras los montes que rodeaban a la capital, existía un pequeño núcleo de casas de autoconstrucción que en el futuro llegaría a ser ciudad-dormitorio. La choza, con 1000 m2 de terreno para trabajarlo, estaba en lo más alto, en el quinto pino, en la quinta puñeta, en el quinto coño. Allí, rodeado de gallinas, pollos, conejos y estiércol pasaría yo varios estíos hasta que me hice un hombre. Según mi padre, criado en el campo y desde los nueve años cotizando en la Seguridad Social, hacerme un hombre consistiría en aprender varios oficios a la vez para saber de todo. Tareas como cavar el huerto; plantar tomates, berenjenas y pimientos; limpiar gallinas o cerdos y matar pollos o conejos para paellas domingueras eran combinadas con las del Vacaciones Santillana. Bienvenidos a mi primer verano en Plutón de la Torre: Ciudad de Ocupaciones.

Cuando caían la noches, un fascinante acontecimiento se producía en el campestre lugar. Las vecinas de la zona, tras cenar y dejar a sus maridos viendo la tele pelotazo en mano, bajaban con sus sillas e improvisaban una tertulia en la puerta de Mercedes La Tendera, algo así como un “Sálvame“ doméstico a la fresca, pero mucho más jugoso y sin mariquita mala por moderador. Yo, por aquel entonces un acneico Arguifonte, bajaba también con mi silleta de la playa y me colocaba entre mi madre y mi hermana para asistir embobado a semejante despliegue de cotilleos… La intimidad del vecindario no asistente quedaba al descubierto... que si Pilar, la niña de Alfonso "El Gasofa", se había echado un novio que trabajaba en El Corte Inglés y que seguro que la colocaba a ella; que si Paco "El Follaviejas" se había quedado otra vez parado; o cómo a Mariloli, la niña de Encarna, la que vende huevos casa por casa, la había pillado su marido en plena faena con Pepillo El Mecánico “desatascándole el motor“. Se meaban todas de risa al imaginársela, gordoncha ella, corriendo como las locas por el carril cuesta abajo... Las veladas estivales, amenizadas con cortes de vainilla y chocolate, pipas o un vasito de agua, dependiendo de la generosidad de Mercedes, acababan siempre a eso de las dos y era curioso cómo los altibajos del sonido de las charlas dependían de la jugosidad del cotilleo o la cercanía del vecino mentado. Uno de los chismes, que para casi todas pasó inadvertido, me llamó poderosamente la atención. Mientras las vecinas se tronchaban con lo de La Mariloli, pude oír cómo Rosa y Amaranta, las mozuelas del corrillo, cuchicheaban entre risillas nerviosas, algo acerca del alemán que había alquilado la casa de Romualdo...

Al día siguiente, tras cumplir mi jornada de trabajos forzados, decidí averiguarlo, motu propio. A la hora de la telenovela, mientras mi madre y mi hermana comprobaban in situ cómo Gabriela Suárez, La Dama de Rosa, se convertía en Emperatriz Guzmán para vengarse de Tito Clemente, cogí la Mobilette Cady de mi padre y puse rumbo hacia el gran aljibe que suministraba a todo el poblado. Desde aquel otero podría divisar perfectamente a mí objetivo germánico. La odisea no fue fácil. El carril no estaba asfaltado y el terrizo hizo que se obturase la bujía con una china por lo que tuve que parar. Subsanado esto, adelanté unos metros pero, por culpa de la pronunciada cuesta, el motor no dio más de sí, por lo que media subida la hice a patita arrastrando la moto. Una vez arriba, la escondí detrás de una caseta y esperé sentado en un pedrusco. Mejor vista del chalé de Romualdo era imposible. La sombra de la montaña acechaba ya el jardín de atrás. Montada la guardia, saqué el paquete de Fortuna y dos cigarrillos bastaron para que alguien se manifestara allí abajo. A las 16.43, según mi Casio negro, salió por la puerta de atrás un hombre, de unos cuarenta años con una toalla anudada a la cintura. El inquilino germano era bien parecido por lo que desde arriba podía intuir. Sin dilación, se deshizo de la toalla arrojándola al césped y, exento de marcas ni telas en su blanco y fibroso cuerpo, bordeó de puntillas la piscina habiforme. Paró un segundo para tocar con un pie el agua y se subió al trampolín. Ya en el filo de la tabla, se dio un tirón del prepucio revelándome así el esplendor de su miembro. Dubitativo, comenzó a dar pequeños saltos cada vez mayores hasta alzar los brazos y lanzarse de cabeza. Ni qué decir que el salto fue limpio y magistral, como ruidoso y excitante fue mi aplauso desde allá arriba, donde Dios dio la última voz.

viernes, 22 de enero de 2010

Pequeño Joe

Paquete de la portada del “Sticky Fingers” de los Rolling Stones y torso del primero de The Smiths. El pequeño Joe que caminaba por el lado salvaje, según Lou Reed y protagonista de la trilogía “Trash”, “Flesh” y “Heat” del tándem Warhol/Morrisey. De macarra adolescente a chapero y actor porno evolucionó para convertirse en mito del cine underground. Joe Dallesandro, icono sexual de los 60´s y 70´s ( y mío de los 90´s), se ha ganado un más que merecido sitio en este particular Olimpo de Doce hombres, doce causas por las que, entre otras cosas y parafraseando a Gloria Gaynor, I am what I am...

jueves, 7 de enero de 2010

La habitación precintada

Exasperante. Sí. Así podría denominar aquel miércoles en la central de alarmas. Con sólo nueve horas por delante para irme de vacaciones, el panorama que se avecinaba no era muy alentador: dos robos y un atraco real, tres cortes de teléfono, doce avisos para un servicio técnico que nunca llegaría.... Aquel turno de aquella bochornosa tarde de 2004 lo recordaré como uno de los más largos que haya hecho en los nueve años que llevaba en la empresa. Mi querida Jefa de Sala, además de amargar las jornadas a sus súbditos con gritos en sus orejas, pone especial énfasis en no perder de vista el control de otro mando, el del aire acondicionado. Según ella, el frío le ataca a los huesos, por lo que en las tardes de verano en el zulo, debidamente precintado por motivos de seguridad, deciden reunirse toda clase de fuertes olores vespertinos, que, dependiendo de su grado de intensidad, se intuye a qué departamento pertenecen sus propietarios. Gana siempre por goleada el, por mí denostado, gremio de vigilantes.

-¿Y a dónde vas a ir de vacaciones Arguifonte? Si es que puede saberse, claro...-, se interesó, en un tono chismorreante mi encargada, sosías perfecta de Gollum y ex-compañera de departamento. Encaramada en el escalafón de los lameculos del universo orwelliano de cámaras que es mi empresa, llegó a su actual puesto gracias a regalar horas extras a la compañía, llegando incluso a realizar altruístamente jornadas de catorce y hasta dieciséis horas. Mi Jefa de Sala, al igual que su clon tolkiano, tenía una personalidad bondadosa-maléfica, una especie de Señorita Topisto sumisa y esclava de su superior, dispuesta a heredar la empresa a costa de pisotear a quien sea. "Pues claro que sé adonde me voy zorra, maldita zorra", pensé. La habitación precintada se envasó al vacío. Por un momento desaparecieron todos los olores y un gran signo de interrogación botaba pausadamente sobre su cabeza....Tras varios segundos de silencio y titubeos, y ante la atenta y desafiante mirada de Gollum, no me quedaba otra que desvelar el destino, cancelado en mitad de la palabra, fortuita y afortunadamente, por una nueva llamada requirente del servicio técnico. Seis, siete... "¡Joé que caló!"...

Ocho. Mi jefe y sus secuaces, esto es, vigilantes del turno de día, técnicos, informáticos y administrativos abandonan la sala para desplegar su feticidad sobre el polígono. Nueve y cuarto, solos Gollum y yo. El silencio queda en la sala sólo interrumpido por la intermitente impresión de eventos y alguna que otra llamada descolgada. En aquel habitáculo coexistían un hombre y una mujer que jamás habían tenido una conversación de más de tres frases seguidas en años. Ya habían parado de saltar las alarmas. A esa hora casi todos los comercios y naves habían cerrado por lo que ya no quedaban idiotas que se confundiesen al marcar el código de cierre; ni rezagados que se quedasen charlando en la puerta con la alarma conectada; ni hijos de puta que la hiciesen saltar adrede para ver si estabas pendiente al evento-trampa. Yo picaba billete a las once pero, ¿y ella?. Siempre era un misterio, ni siquiera ella lo sabía. Allí estábamos los dos, enclaustrados en la sala y vigilados por tres cámaras y es que mi jefe lo veía todo desde su casa vía internet. Yo mismo, gracias al reflejo del monitor apagado de mi izquierda,- todavía no teníamos pantallas TFT-, la espío con cierto hastío.

Riingg, Riiiing..... "Buenas noches, le atiende Arguifonte, dígame". Escucho a mi interlocutor sin apartar la mirada de la pantalla negra. Ella se levanta súbitamente de su mesa y se acerca a mí, folio en mano.-"Fírmame esto, por favor"- me dice con una voz melosa y entrecortada cerca de mi oído. Había aprovechado el momento de la llamada para entregarme la ansiada firma del período de vacaciones. Su proximidad y su ahora agradable olor provoca en mí una extraña sensación que recorre toda la habitación hasta anclarse en mis dientes. Le retengo la mirada desde mi posición inferior y me levanto. El teléfono cae al suelo con la vocecita del cliente gritando desde el auricular. Súbdito contra Jefa. El folio tiembla al son de sus manos, piernas, labios.... Arguifonte contra Gollum, frente a frente, cara a cara, besándose, sobándose y mordiéndose como dos bestias. Desprendimiento de uniforme, blusa y bragas. Apagón de ordenadores, receptoras, impresoras y luces. Dos lenguas atrapadas y mi mano hurgando en el fragor de un seguro y apacible lugar.Un movimiento brusco. Penetración...

-Fírmame esto por favor.- me dice en tono chirriante.

-Ya está, aquí tienes.

-Vale, gracias, que te lo pases muy bien y que ligues mucho.- me desea mientras apaga el ordenador y recoge su bolso.

-De eso puedes estar segura.- mascullé.

Suena el despertador a las cinco de la mañana de un julio de 2004 , el año anterior a mi desarmarización. Recojo todo rápido para largarme. El vuelo sale a las 7. Viajo por primera vez solo a Barcelona: la ciudad de las Ramblas, del parque Güell, del Barrio Gótico, de Gaudí; también la ciudad del Exaimple...