Exasperante. Sí. Así podría denominar aquel miércoles en la central de alarmas. Con sólo nueve horas por delante para irme de vacaciones, el panorama que se avecinaba no era muy alentador: dos robos y un atraco real, tres cortes de teléfono, doce avisos para un servicio técnico que nunca llegaría.... Aquel turno de aquella bochornosa tarde de 2004 lo recordaré como uno de los más largos que haya hecho en los nueve años que llevaba en la empresa. Mi querida Jefa de Sala, además de amargar las jornadas a sus súbditos con gritos en sus orejas, pone especial énfasis en no perder de vista el control de otro mando, el del aire acondicionado. Según ella, el frío le ataca a los huesos, por lo que en las tardes de verano en el zulo, debidamente precintado por motivos de seguridad, deciden reunirse toda clase de fuertes olores vespertinos, que, dependiendo de su grado de intensidad, se intuye a qué departamento pertenecen sus propietarios. Gana siempre por goleada el, por mí denostado, gremio de vigilantes.
-¿Y a dónde vas a ir de vacaciones Arguifonte? Si es que puede saberse, claro...-, se interesó, en un tono chismorreante mi encargada, sosías perfecta de Gollum y ex-compañera de departamento. Encaramada en el escalafón de los lameculos del universo orwelliano de cámaras que es mi empresa, llegó a su actual puesto gracias a regalar horas extras a la compañía, llegando incluso a realizar altruístamente jornadas de catorce y hasta dieciséis horas. Mi Jefa de Sala, al igual que su clon tolkiano, tenía una personalidad bondadosa-maléfica, una especie de Señorita Topisto sumisa y esclava de su superior, dispuesta a heredar la empresa a costa de pisotear a quien sea. "Pues claro que sé adonde me voy zorra, maldita zorra", pensé. La habitación precintada se envasó al vacío. Por un momento desaparecieron todos los olores y un gran signo de interrogación botaba pausadamente sobre su cabeza....Tras varios segundos de silencio y titubeos, y ante la atenta y desafiante mirada de Gollum, no me quedaba otra que desvelar el destino, cancelado en mitad de la palabra, fortuita y afortunadamente, por una nueva llamada requirente del servicio técnico. Seis, siete... "¡Joé que caló!"...
Ocho. Mi jefe y sus secuaces, esto es, vigilantes del turno de día, técnicos, informáticos y administrativos abandonan la sala para desplegar su feticidad sobre el polígono. Nueve y cuarto, solos Gollum y yo. El silencio queda en la sala sólo interrumpido por la intermitente impresión de eventos y alguna que otra llamada descolgada. En aquel habitáculo coexistían un hombre y una mujer que jamás habían tenido una conversación de más de tres frases seguidas en años. Ya habían parado de saltar las alarmas. A esa hora casi todos los comercios y naves habían cerrado por lo que ya no quedaban idiotas que se confundiesen al marcar el código de cierre; ni rezagados que se quedasen charlando en la puerta con la alarma conectada; ni hijos de puta que la hiciesen saltar adrede para ver si estabas pendiente al evento-trampa. Yo picaba billete a las once pero, ¿y ella?. Siempre era un misterio, ni siquiera ella lo sabía. Allí estábamos los dos, enclaustrados en la sala y vigilados por tres cámaras y es que mi jefe lo veía todo desde su casa vía internet. Yo mismo, gracias al reflejo del monitor apagado de mi izquierda,- todavía no teníamos pantallas TFT-, la espío con cierto hastío.
Riingg, Riiiing..... "Buenas noches, le atiende Arguifonte, dígame". Escucho a mi interlocutor sin apartar la mirada de la pantalla negra. Ella se levanta súbitamente de su mesa y se acerca a mí, folio en mano.-"Fírmame esto, por favor"- me dice con una voz melosa y entrecortada cerca de mi oído. Había aprovechado el momento de la llamada para entregarme la ansiada firma del período de vacaciones. Su proximidad y su ahora agradable olor provoca en mí una extraña sensación que recorre toda la habitación hasta anclarse en mis dientes. Le retengo la mirada desde mi posición inferior y me levanto. El teléfono cae al suelo con la vocecita del cliente gritando desde el auricular. Súbdito contra Jefa. El folio tiembla al son de sus manos, piernas, labios.... Arguifonte contra Gollum, frente a frente, cara a cara, besándose, sobándose y mordiéndose como dos bestias. Desprendimiento de uniforme, blusa y bragas. Apagón de ordenadores, receptoras, impresoras y luces. Dos lenguas atrapadas y mi mano hurgando en el fragor de un seguro y apacible lugar.Un movimiento brusco. Penetración...
-Fírmame esto por favor.- me dice en tono chirriante.
-Ya está, aquí tienes.
-Vale, gracias, que te lo pases muy bien y que ligues mucho.- me desea mientras apaga el ordenador y recoge su bolso.
-De eso puedes estar segura.- mascullé.
Suena el despertador a las cinco de la mañana de un julio de 2004 , el año anterior a mi desarmarización. Recojo todo rápido para largarme. El vuelo sale a las 7. Viajo por primera vez solo a Barcelona: la ciudad de las Ramblas, del parque Güell, del Barrio Gótico, de Gaudí; también la ciudad del Exaimple...
-¿Y a dónde vas a ir de vacaciones Arguifonte? Si es que puede saberse, claro...-, se interesó, en un tono chismorreante mi encargada, sosías perfecta de Gollum y ex-compañera de departamento. Encaramada en el escalafón de los lameculos del universo orwelliano de cámaras que es mi empresa, llegó a su actual puesto gracias a regalar horas extras a la compañía, llegando incluso a realizar altruístamente jornadas de catorce y hasta dieciséis horas. Mi Jefa de Sala, al igual que su clon tolkiano, tenía una personalidad bondadosa-maléfica, una especie de Señorita Topisto sumisa y esclava de su superior, dispuesta a heredar la empresa a costa de pisotear a quien sea. "Pues claro que sé adonde me voy zorra, maldita zorra", pensé. La habitación precintada se envasó al vacío. Por un momento desaparecieron todos los olores y un gran signo de interrogación botaba pausadamente sobre su cabeza....Tras varios segundos de silencio y titubeos, y ante la atenta y desafiante mirada de Gollum, no me quedaba otra que desvelar el destino, cancelado en mitad de la palabra, fortuita y afortunadamente, por una nueva llamada requirente del servicio técnico. Seis, siete... "¡Joé que caló!"...
Ocho. Mi jefe y sus secuaces, esto es, vigilantes del turno de día, técnicos, informáticos y administrativos abandonan la sala para desplegar su feticidad sobre el polígono. Nueve y cuarto, solos Gollum y yo. El silencio queda en la sala sólo interrumpido por la intermitente impresión de eventos y alguna que otra llamada descolgada. En aquel habitáculo coexistían un hombre y una mujer que jamás habían tenido una conversación de más de tres frases seguidas en años. Ya habían parado de saltar las alarmas. A esa hora casi todos los comercios y naves habían cerrado por lo que ya no quedaban idiotas que se confundiesen al marcar el código de cierre; ni rezagados que se quedasen charlando en la puerta con la alarma conectada; ni hijos de puta que la hiciesen saltar adrede para ver si estabas pendiente al evento-trampa. Yo picaba billete a las once pero, ¿y ella?. Siempre era un misterio, ni siquiera ella lo sabía. Allí estábamos los dos, enclaustrados en la sala y vigilados por tres cámaras y es que mi jefe lo veía todo desde su casa vía internet. Yo mismo, gracias al reflejo del monitor apagado de mi izquierda,- todavía no teníamos pantallas TFT-, la espío con cierto hastío.
Riingg, Riiiing..... "Buenas noches, le atiende Arguifonte, dígame". Escucho a mi interlocutor sin apartar la mirada de la pantalla negra. Ella se levanta súbitamente de su mesa y se acerca a mí, folio en mano.-"Fírmame esto, por favor"- me dice con una voz melosa y entrecortada cerca de mi oído. Había aprovechado el momento de la llamada para entregarme la ansiada firma del período de vacaciones. Su proximidad y su ahora agradable olor provoca en mí una extraña sensación que recorre toda la habitación hasta anclarse en mis dientes. Le retengo la mirada desde mi posición inferior y me levanto. El teléfono cae al suelo con la vocecita del cliente gritando desde el auricular. Súbdito contra Jefa. El folio tiembla al son de sus manos, piernas, labios.... Arguifonte contra Gollum, frente a frente, cara a cara, besándose, sobándose y mordiéndose como dos bestias. Desprendimiento de uniforme, blusa y bragas. Apagón de ordenadores, receptoras, impresoras y luces. Dos lenguas atrapadas y mi mano hurgando en el fragor de un seguro y apacible lugar.Un movimiento brusco. Penetración...
-Fírmame esto por favor.- me dice en tono chirriante.
-Ya está, aquí tienes.
-Vale, gracias, que te lo pases muy bien y que ligues mucho.- me desea mientras apaga el ordenador y recoge su bolso.
-De eso puedes estar segura.- mascullé.
Suena el despertador a las cinco de la mañana de un julio de 2004 , el año anterior a mi desarmarización. Recojo todo rápido para largarme. El vuelo sale a las 7. Viajo por primera vez solo a Barcelona: la ciudad de las Ramblas, del parque Güell, del Barrio Gótico, de Gaudí; también la ciudad del Exaimple...
te tiraste a Gollum??? yiughhh!
ResponderEliminarNo sé quién será Gollum, pero hace tiempo que -sexualmente hablando- para mí todas las mujeres lo son... ups, sorry por el comentario y que nadie se moleste. Besos a plutón y los plutoníacos!
ResponderEliminarOLE OLE Y OLE¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡
ResponderEliminarTUS HUEVOS¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡
por hacerle ese "homenaje" a la Antonia, esta genial¡¡¡¡¡¡¡¡¡
que bien la describes, es igual es Gollum, me ha encantado la escena de sexo, jajajjjajajaj ni en sus mejores y calientes sueños, jajajjajaja,
Besosssss
Amancia
Que subidón sexual niño!!Me ha encantado!
ResponderEliminarBesos
Me ha encantado el post. Escribes muy bien. Por cierto por si has visto la contestación en mi blog, la camiseta es de Sfera. Un saludo.
ResponderEliminarVaya curro...conozco a algunos de esos...
ResponderEliminar(y no te tiraste a la gollum, fue sólo un pensamiento pasajero).
Flipado, acabo de quedar totalmente flipado.
ResponderEliminarno sé yo si el Gollum y la Antonia son personajes que vienen de algún sitio... yo pensaba que la cosa iba de olores, sentido que tengo poco desarrollado, hasta el sorprendente final, un poco fuertecito para estas horas.
ResponderEliminarun abrazo.
No me extraña que decidieras desarmarizarte ipso facto... no hay nada peor que un trepa o una trepa, y que esos ambientes electrizantes -en el peor sentido- que se respiran en determinadas empresas privadas.
ResponderEliminar¡Insumisión!
Un besote
Y a mi que esta Antonia me suena. Me he encontrado con alguna en mi vida laboral. Sabes si finalmente quedó preñada? Porque en esos arrebato pasionales es normal un desliz.
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