De ruinas y tragedias, de dioses y monstruos, de amor y desamor... De todo esto está hecho Antes del anochecer, o mejor dicho: Antes de... Trilogía medular y latente, como la vida misma, no se entiende la una sin las otras. Su director, Richard Linklater, no podía haber elegido mejor escenario para la tercera parte que Grecia, país origen de la palabra "crisis". Con una trama simple pero con diálogazos retorcidos, agradecí infinitamente que en la sala se me tratase como un ser inteligente. En la película, los cuerpos de los protagonistas acusan el paso del tiempo mostrando sin pudor arrugas, redondeces, afeándolos incluso. Personajes imperfectos los de Cèline y Jesse que sin embargo edifican un conglomerado perfecto, un todo que se lanza al espectador de forma brutal, tan abismal que hasta duele. Individualidades unidas que caminan hablando, a veces de la mano, con la ilusión y el fracaso presente, con el temor a que se acabe el bienestar quizá ficticiamente creado. El miedo a que el otro le robe al uno su ego, el superego y demás egoísmos que no está dispuesto a compartir y que caló muy hondo en el que escribe, posiblemente inhabilitado para dar, o lo que es lo mismo: amar. No es que me sienta identificado con los personajes— con Cèline más que con Jesse—, es que sencillamente no sé si seré capaz de soportar otros nueve años sin saber de ellos.
jueves, 4 de julio de 2013
ANTES DE
De ruinas y tragedias, de dioses y monstruos, de amor y desamor... De todo esto está hecho Antes del anochecer, o mejor dicho: Antes de... Trilogía medular y latente, como la vida misma, no se entiende la una sin las otras. Su director, Richard Linklater, no podía haber elegido mejor escenario para la tercera parte que Grecia, país origen de la palabra "crisis". Con una trama simple pero con diálogazos retorcidos, agradecí infinitamente que en la sala se me tratase como un ser inteligente. En la película, los cuerpos de los protagonistas acusan el paso del tiempo mostrando sin pudor arrugas, redondeces, afeándolos incluso. Personajes imperfectos los de Cèline y Jesse que sin embargo edifican un conglomerado perfecto, un todo que se lanza al espectador de forma brutal, tan abismal que hasta duele. Individualidades unidas que caminan hablando, a veces de la mano, con la ilusión y el fracaso presente, con el temor a que se acabe el bienestar quizá ficticiamente creado. El miedo a que el otro le robe al uno su ego, el superego y demás egoísmos que no está dispuesto a compartir y que caló muy hondo en el que escribe, posiblemente inhabilitado para dar, o lo que es lo mismo: amar. No es que me sienta identificado con los personajes— con Cèline más que con Jesse—, es que sencillamente no sé si seré capaz de soportar otros nueve años sin saber de ellos.
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Y yo sin conocerlos...
ResponderEliminarSinceramente, no sé cómo has podido sobrevivirlos.
ResponderEliminarTendré que remediarlo
Eliminarhe visto las tres películas en sus estrenos, siempre el primer día, y aunque las tres me fascinaron me quedo con antes del atardecer.... por su escenario, sus diálogos, la escena del taxi, la magia, el final, por ella desquiciada, por él encantador... se hace raro no volver a saber nada de 2 personajes que llevan 18 años acompañándonos... gracias por la entrada, y no permitas mi salida
ResponderEliminartu amigo anónimo
Joyas en medio de unos tiempos en los que se nos trata poco más que como tontos.
ResponderEliminarLa acabo de ver con mis primas. Para mí la más triste de las tres, la he visto con un nudo en la garganta, porque es en la que la realidad entra de sopetón en el cuento de hadas, pero yo sigo creyendo en los finales felices...
ResponderEliminarSé que no la habrá, pero quiero otra parte!!! Dentro de unos años Cèline y Jesse seguirán teniendo cosas que contarse y contarnos.
Gracias por la entrada!!