Advirtieron al joven que cuando llegase a Plutón tuviera cuidado con los amores de verano. Hizo caso omiso. Dudoso e inseguro se entregó finalmente a la causa. De la copa al sudor, de las risas a la resaca, de la cama al sofá, de la ducha a la cama... Así pasaban las horas pegajosas de aquel estío. A pesar de casi doblarle la edad, el viejo buscaba en el joven protección, una suerte de abrazo compacto que le provocase una sonrisa de bienestar. Todo en él le resultaba curioso: su soltura, su desparpajo, su inocencia huidiza, su pasmosa agilidad mental; incluso los patinazos propios de sus veintiún años le parecían magistrales. A veces, además de fotografiarse entre sábanas, simulaba mandar wasaps para tomar notas y poder así retener algunos momentos en su memoria. Agosto fluía pero ninguno de los dos se daba cuenta de que el tiempo pasaba y que el sudor de esas sábanas iba secándose poco a poco. Desde el principio habían acordado que aquella historia fuera finita y septiembre acechaba a la vuelta de la esquina. Les importaba poco y es que, como escribió Cortázar, "nos mirábamos y sentíamos que eso era el tiempo..."
martes, 20 de agosto de 2013
AMOR DE CANÍCULA
Advirtieron al joven que cuando llegase a Plutón tuviera cuidado con los amores de verano. Hizo caso omiso. Dudoso e inseguro se entregó finalmente a la causa. De la copa al sudor, de las risas a la resaca, de la cama al sofá, de la ducha a la cama... Así pasaban las horas pegajosas de aquel estío. A pesar de casi doblarle la edad, el viejo buscaba en el joven protección, una suerte de abrazo compacto que le provocase una sonrisa de bienestar. Todo en él le resultaba curioso: su soltura, su desparpajo, su inocencia huidiza, su pasmosa agilidad mental; incluso los patinazos propios de sus veintiún años le parecían magistrales. A veces, además de fotografiarse entre sábanas, simulaba mandar wasaps para tomar notas y poder así retener algunos momentos en su memoria. Agosto fluía pero ninguno de los dos se daba cuenta de que el tiempo pasaba y que el sudor de esas sábanas iba secándose poco a poco. Desde el principio habían acordado que aquella historia fuera finita y septiembre acechaba a la vuelta de la esquina. Les importaba poco y es que, como escribió Cortázar, "nos mirábamos y sentíamos que eso era el tiempo..."
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Me ha gustado tanto que me ha parecido demasiado breve
ResponderEliminarMm... no. No me gustó. Dos peludos
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