Aquel reencuentro fue para uno de ellos más bien espinoso, para el otro glorioso. Cuando el uno fue a limpiarse, el otro, con el semen horadando su ombligo, le rogó que le besara. Quería sellar de esta forma, aunque todo oliera a mentira, el que posiblemente había sido uno de los polvos más memorables que había echado en su vida. Definitivamente, aquella madrugada le habían follado el alma.
Nos queda por saber cual de los dos eras tú...el follado o el follador. En cualquier caso, el del culito de la foto...bueno mejor me callo.
ResponderEliminarThis is gorgeous!
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