jueves, 18 de junio de 2009

De putas


A los dieciséis, aparentando más de dieciocho, estaba en plena ebullición hormonal y feromónica. Ningún objetivo claro al que disparar pero a todo apuntaba. Maneras también. Ya casi acabado el contrato en un currelo que me busqué ese verano, una semana antes de finiquitar, recibí, y lo que es peor, acepté un dinero como anticipo a cambio de una relación sexual, nunca llevada a cabo, con mi jefe. Veinte mil pesetas, el resto, ciento ochenta mil, las percibiría de la venta de un bonsai de su colección al museo del jardín botánico de la ciudad; una vez cumplido el "contrato", claro. Nunca fue explícita la petición del patrón pero no me iba a dar ese dineral por mi bella cara, aunque bien que podría haber sido por esta causa y es que a los dieciséis muy callo tienes que ser para no estar medio apetecible. No sé por qué, pero ese dinero me quemaba en los bolsillos por eso decidí deshacerme de parte del motín-chantaje de la forma más rápida posible. Había algo que llevaba trajinando desde hacía tiempo. Busqué un periódico y un par de llamadas bastaron para tener un plan esa tarde:

-Estamos en Avenida de Sorrento, 43. Es un chalé que hace esquina. Llamas al timbre, dices "Severine" y entras.

Allí que me planté en Sorrento. Aparqué el Vespino cerca del chalé. Saqué cinco mil pelas del sobre y las quince mil restantes las escondí dentro del sillín de la moto. Miré por todos lados antes de quitarme el casco, para comprobar que no hubiera nadie conocido por la zona. Hacía un par de semanas que había ido por primera vez a un Sex Shop y me encontré con la sorpresa de que mi siniestro vecino, el del tercero, ése que pasaba desapercibido para todo el bloque, era ni más ni menos que el dependiente del impúdico local. ¡Vaya cara que se me quedó!...

39, 41, 43. Aquí es.

-Estoo...¡Hola qué hay!,....ehm...,¡Severine!.

La verja se abrió sola y entré en el chalé. La puerta estaba abierta. Allí, en la entradita de la casa, me esperaba una señora rubia, una Madame. "Madame". Me parece divertida la idea de denominarla así a pesar de que la señora en cuestión no le hacía honor a tan estiloso nombre. Nada qué ver con la Madame Lysiane de Querelle. Ésta iba sin maquillar, desaliñada y con un rubio platino que pedía a gritos ser teñido. Con voz aguardentosa me pidió que la acompañase a otra estancia y obedecí al leve gesto que me hizo la Madame acomodándome en un sofá de skay rojo que había en el salón.

- Estas son mis chicas: Jessica...,Amaranta...,Natalia...,Raquel...,Susana...,Lola...

La Madame las iba nombrando lentamente conforme van saliendo. Desfilaron sus chicas por el salón en bragas y sostén. Mi atención se centró sobretodo en las incipientes estrías y celulitis de la mayoría de las chicas, la mala cara de algunas, el antimorbo de sus ligueros de encaje y el lunar pintado encima del labio que llevaba Raquel.

-Raquel, me quedo con Raquel.

Raquel parecía la más profesional, la más experta, en definitiva, la más puta de todas. Una morenaza de metro setenta y pico, generosamente dotada en curvas y tetas. Ella era la que debía obrar el milagro: levantármela. El hecho de estar seguro en la decisión y el tono que empleé en la elección hizo que la orden diera más credibilidad a una supuesta virilidad. Raquel, en un intento de parecer encantada , magnífica actriz por cierto, me regaló una gran sonrisa prometedora y me cogió de la mano conduciéndome hasta una habitación color lila al fondo del pasillo. Durante el camino me explicó que serían quince minutos, prorogables, y que si quería besarla tendría que pagar un plus. Raquel tenía un inusual acento guamaqueño: una extraña mezcla entre borde y pasteloso. En su primer intento de conquista, ya sentados en la cama, al desabrocharme la camisa mientras me mordisqueaba la oreja, al ver mi espalda me soltó un "Mmmm... hombre pecoso, hombre sabroso..." que hizo que mi líbido se desparramase por completo por los suelos. Notó Raquel mi nerviosismo y mi inexperiencia. Las piernas me temblaban y las manos me sudaban, aunque en realidad poco debía importarme un fracaso ya que ante la más que probable posibilidad de un gatillazo, siempre tendría la socorrida excusa de la primera vez.

- Ven. Acompáñame.

Me llevó al cuarto de baño y allí me bajó los vaqueros.

-Siéntate en el bidé...Mira, así. Mirando para el grifo. -hizo el ademán de sentarse.

Cogió un bote de gel de la bañera y se echó un poco en las manos.

-No te preocupes por nada cariño. Verás qué bien lo vamos a pasar, mi amor...

15 comentarios:

  1. Se lo hubiera pasado mejor decubriendo los juguetes eróticos de la tienda de su vecino, y quizá con su vecino. Anda, que la posición en el cuarto de baño tuvo que ser como la de un enfermo al que van a practicar un tacto rectal.

    ResponderEliminar
  2. ehhh?? nos vas a dejar con la miel en los labios? guaaaa, me has dejao con la intriga! Cuenta más, y sobre todo cuenta como SÍ te liastes con el jefe (aunque fuera mentiraaaa)!

    ResponderEliminar
  3. Conclusión: fue un dinero bien invertido. Ya nos contarás que conclusiones y aprendizajes sacaste de la experiencia.

    Me hizo mucha gracia lo de "hombre pecoso, hombre sabroso", a lo mejor Raquel creía que en vez de una espalda estaba ante un plato de lentejas con chorizo...

    ResponderEliminar
  4. Vaya!!!! Nos dejas con la intriga de si se te levantó o no, imagino que si, porque como dices, a esa edad, y en ese proceso hormonal, se levanta con cualquier estímulo, aunque éste lleve un lunar pintado.
    Besos

    ResponderEliminar
  5. Espectacular principio, interesante desarrollo y esperando que continúe, es que uno tiene vena marujera, jejejejejeje, y es que hay cosas y situaciones que necesitan confirmación, jajajajajajaja

    ResponderEliminar
  6. El que paga exige. Menos en esa primera vez...
    Sentarse en el bidé como preludio a la limpieza de sable exige haber pegado antes muchos tiros.
    De otro modo corres el riesgo de que te ocurra lo del chiste de "a mi no, a mi no".
    Lo de la contraseña es grandioso... !Severine! ¿Ballesteros?.

    ResponderEliminar
  7. Severine... como el alias de Penélope Cruz en Los abrazos rotos, qué gracia...
    Nunca he ido de putas, me dan pena, en serio, comprendo al que lo hace e incluso a la que se dedica por gusto o necesidad a ello, pero no puedo, es superior a mí, No le veo es morbo y el glamour, ni la gracia...

    Por favor, queremos leer la continuación.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  8. Espectacular manera de pasar del 'cobrar x follar' al 'pagar x follar'. El final de la historia está implícito en la edad del protagonista: seguro que sí se te levantó. Lo realmente intrigante es si no te arrepentiste de no haberte 'tirao' al jefe,jeje.

    ResponderEliminar
  9. Bueno, aquí nos has dejado en lo más intrigante. Esto no se hace!
    Te sigo.

    ResponderEliminar
  10. ¡¡¡¿¿¿y???!!!
    me temo que te hubiera ido mejor con tu jefe...

    ResponderEliminar
  11. Severine es caterine deneuve en Belle de jour, tb la Lena de almodóvar (en homenaje a buñuel).
    así que tu madame es, por lo menos, cinéfila...

    y lo pasaste bien? amor...

    ResponderEliminar
  12. AHora voy de paso.
    Pero prometo un buen comentario mañana.
    Gracias por estar en la lista de seguidores.
    Un abrazo arguifonte!

    ResponderEliminar
  13. Bueno pues la idea de "la primera vez" siempre es el pretexto mas usual aunk el menos creído jajajaja.
    La verdad es que me dejaste con el viro de pie y ahora no se como terminará todo esto.
    Por favor debes continuar.
    Abrazos

    ResponderEliminar
  14. A diferencia de los demás, no quiero que continúes el relato, no porque no me interese, sino porque hay historias en las que lo más interesante es el planteamiento.. la sensación que se percibe, lo que significa, y eso ya ha quedado muy bien expuesto con lo que has escrito... es sugerente así.

    Lo demás nos lo podemos imaginar, ¿verdad?

    ResponderEliminar
  15. ...Y así fue como me salieron las ladillas, señor doctor...

    ResponderEliminar