No veía el momento de cortar la llamada. Tentado estuve un par de veces y es que no soportaba tanto detalle: nombre, perfil de Facebook, aficiones, estudios… Incluso me contó que iba a dedicarle una entrada en su blog. Mi ex, ahora más ex que nunca, me confirmó aquella noche que había iniciado una relación con otro. Mi ego fue brutalmente acuchillado. “Antes que yo, no ha pasado ni un año, tanto no me querría…” Sí, lo sé. Fui muy egoísta al pensarlo. Yo ya había mantenido varias relaciones, algunas con cierta ilusión, pero ninguna cuajó. Intenté, no sé si con éxito, ejercer de “neoamigo” aconsejándole que tuviera con él una felicidad libre de euforia. A pesar de la reyerta emocional, procuré dejar bien patente mi "alegría" por su nuevo estado. El final de la charla se acercó y nos despedimos queriéndonos mucho, como siempre, como seguramente siempre será. Cuando colgué, mi ego damnificado venció a mi corazón pellizcado, por lo que decidí llamar al último tío al que le comí la polla.
Bravo.
ResponderEliminarLo llamarías, seguro, para que te consolara el ánimo, claro.
ResponderEliminarBah! seguro que el "otro" es un gilipollas, sobre todo comparándolo contigo. Al tiempo.
ResponderEliminarEs que es muy difícil mantener una relación de amistad con un ex no? Hay muchas cosas detrás y comparar suele hacerse inevitable.
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