sábado, 29 de junio de 2013

LA FUGITIVA




'Un juramento que fue promesa fugitiva, una mirada que fue mentira...'




(Canción de Agustín Lara dedicada a primera mujer. Pasaron los años pero ella nunca dejó de amarlo.)

miércoles, 19 de junio de 2013

NEGATIVO



Rescate de un relatucho escrito  hace 5 años. La historia se repite hoy con el mismo resultado.



MIÉRCOLES, 14 DE JUNIO DE 2008

   Cuelgo el teléfono y comienzo a alterarme. Ansiedad. Puta ansiedad. Vuelve a aparecer. Busco síntomas y me pregunto que por qué a mí. Tecleo atropelladamente palabras en 'Google'. Palabras que prometí no volver a buscar:"sudoración", "lengua blanca", "pérdida de peso", "pérdida de masa muscular"... No sé aún lo que tengo pero me ataca la cibercondia. Dejé de fumar hace nueve meses y apenas he engordado un kilo. Podría ser un aviso. Cada vez que mis amigos me ven siempre me dicen lo mismo: Estás más canío,¿no?- Lo que debería ser un halago pasa a convertirse en un insulto hacia mi aspecto. Miro fotos actuales y antiguas de hace más de tres años. Antes y después de empezar a "ejercer" regularmente, este último año con más asiduidad que nunca. Noto claramente la diferencia. Dejé de ser un loco, casi la tengo plastificada pero empiezo a acordarme de los que jodí y de los que me jodieron. El sexo ya ha pasado a ser una cuestión de jodienda y no placer. Pudo ser él, o el otro, o aquél... Seguro que fue con el de este fin de año, sí sí, seguro que fue con el brasileño ese. Con tanto cava y whisky se me fue un poco la polla, pero sólo un poco, sólo la puntita, pero en un momento de lucidez a duras penas alcancé el condón. Me levanto, me miro en el espejo. Es cierto. Ya no tengo los mofletes que tenía hace tres años en Ibiza.

   Pido cita para que me hagan la prueba. La enfermera, en un tono teatral y didáctico me hace un cuestionario personal. Miento un poco en las respuestas. Tiro por lo bajo en cuanto a cantidad de parejas sexuales, sin embargo, aparecen todos en mi cabeza alineados, como si estuvieran en una rueda de reconocimiento con un rótulo debajo preguntando: '¿Quién de estos hijos de puta habrá sido?' Me pinchan y veo cómo se rellena la jeringuilla de una sangre roja oscurísima casi negra. No me parece normal ese color, seguro que es sangre infectada. 'En quince días te damos el resultado', me dijo. ¡¡Joder macho!! ¡¡Quince días!! ¿A dónde van los análisis? ¿A la NASA?. Mi actual pareja, aún no sé si sólo sexual o sentimental, no sabe nada de esto. Cada noche, en estos días, es abrazado de modo indulgente, como si cada apretón significase un "perdóname".

 Catorce, trece, doce, once....siete, seis, cinco, cuatro...Abandono Granada para reunirme en Madrid con amiga confidente pero no me atrevo a contarle nada. Justo cuando bajo del autobús, en el andén de la Estación Sur, recibo una llamada inesperada de mi última y primera pareja sí sentimental. Tenemos una charla amistosa y confusa, acabo de llegar y no sé por dónde salir. A la pregunta final de si estoy bien le respondo con voz temblorosa de que bien, muy bien. Le omití que durante el viaje había estado tramando dos o tres formas de quitarme del medio para cuando me diesen el resultado el viernes a mi regreso. Recuerdo entonces el lunes negro del año pasado. Pasé por este trance pero a la inversa y es que aquella vez el analizado era él. Incluso me hice pasar por éste sin que lo supiese para evitarle esa desesperante espera de apertura del sobre.

   Dos, uno... El día D es el viernes pero llamo el jueves desde la estación, ya de vuelta:

—Hola, buenos días. Mi número de expediente es el número 555, ¿podría decirme si han llegado los resultados de la analítica que me hice?.

—Un momento-, me dice una señora mayor al otro lado del teléfono.

   Mantengo la respiración y mi corazón empieza a bombear:

Sí, aquí están- me confirma la señorita que me atiende.
Bien, verá, estoy en Madrid y bajo ahora para Granada, me gustaría recogerlos cuando llegue. Estoy un poco nervioso. ¿Podría decirme si todo está bien?
Tranquilo, puede venir con tranquilidad- esa tranquilidad que me piden desde el otro lado me irrita aún más.
Pero ¿está todo bien?, necesito que me diga esas palabras. "Está todo bien",.- ya le subo un poco el tono.
No podemos decirle nada por teléfono. Venga con toda la tranquilidad del mundo. Buenos días- me deseó y me colgó.

   'Tranquilo', 'tranquilo'... Me martillea esa palabra durante cinco horas de viaje en autobús hasta Granada. 'Tranquilo', ¿por qué me dice que esté tranquilo? Si me dice que me tranquilice es que tengo que preocuparme por algo, seguro que es por eso. Nunca he odiado ese parsimonioso acento granadino tanto como ahora. Joder, en Plutón me habrían dicho un no te preocupes, todo está bien. La situación consigue sacar lo peor de mí. Llego al destino y cojo otro autobús que me lleva hasta el centro. La ciudad ahora me parece fea, vieja, calurosa, apestada de hippies y pintadas. No le encuentro el encanto que tenía hace unos días. Ultima parada. Arrastro la maleta por una pedregosa acera hasta llegar al monumental edificio, sigo las indicaciones que hay. Un cartel. 'Centro de E.T.S., Sida'. Sigo la puta flecha. Entro en la sala de espera, respiro hondo y pido de nuevo el resultado. La administrativa que hay allí se niega a dármelo. Me habla de una jodida ley de protección de datos y me comenta que es el médico el único autorizado para hacerlo. Se había retrasado. Debía empezar la consulta a las cuatro. Quince minutos pasaban ya de esa hora.

   Entra un señor con bata blanca y recoge el maldito sobre con mi número de expediente. Su aspecto es decrépito, desalentador. Bajito, delgaducho y rondando los setenta casi, al menos en apariencia. 'Vaya esperanza de vida que me das con ese aspecto', pienso mientras le sigo por el corredor hasta llegar a la consulta de gas. Nos sentamos, abre el sobre y dicta sentencia:

—Negativo, eres negativo.


domingo, 16 de junio de 2013

PESQUISA

   
   Se enganchó tanto a él que le hizo crujir. Sollozando como un niño chico con el corazón encogido, se separó para mirar sus ojos fríos y en un grito desesperado le preguntó:

    —¿Es que no lo sientes? ¿Es que no sientes este abrazo como yo?


martes, 11 de junio de 2013

CUARENTA DE MAYO

  
   La sola imagen de mí bailando rodeado de niñatos me hacía sentir ridículo. Tuve y retuve, a pesar de mis casi cuarenta años, pero mi cara estaba lo suficientemente desencajada por las generosas dosis de alcohol y drogas de la noche. Quizá por eso nadie se atrevía a acercase a mí. Ni yo a ellos... Sevilla, 40 de mayo. Había huido hasta la capital que siempre me engulle después de cada ruptura. Digo 'cada' y es que mi vida comienza a ser una sucesión de amores, la vida de un monógamo de muchas parejas. 

   Serían las siete u ocho de la mañana cuando salí tambaleante de allí. Cerraba aquella discoteca al aire libre donde minutos antes habían danzado malditos púberes a ritmo de house. El sol comenzaba a alumbrar  mi careto perpetrado por la toxicidad y como pude conseguí llegar hasta el puente que cruza el río, un falso río que discurre por otro canal ajeno al suyo, como ajeno era yo a la ciudad aunque la adore más que la mía propia. Cabilaba con mis cosas cuando un niñato casi hombre que también salía del local me adelantó a un paso lento pero vacilón. Como en un pique de coches en la carretera, le aventajé aunque el caminar de los dos fuera pausado. Paré a unos diez metros de él y me apoyé en la barandilla para mirar pretéritamente a lo lejos. Cuando me alcanzó, adoptó la misma posición junto a mí, nos miramos y sin titubear, nos besamos. Cerré los ojos. El beso era placentero y muy reconocible, como si lo hubiese catado antes. Tosco y violento a veces; suave y caprichoso, otras. Tanta empatía me extrañó y abrí los ojos. Tenía frente a mí a un monstruo de cuatro cabezas, un monstruo con las caras de mis cuatro ex-novios. Reflejaban cada uno el drama de la última vez, el momento doloroso del llanto desconsolado del día que corté con ellos. No soporté tanto daño. Me sentí tan desolado y ruin que, en un acto reflejo, lo agarré  por los huevos y de una pierna, y al río, al falso río  lo tiré.



sábado, 1 de junio de 2013

HABLO CONMIGO

   
  Quiero hablar de mi a veces extrema timidez, de los pocos amigos que me quedan, de mi falta de elocuencia, de mi hermana muerta, de mi otro hermano desaparecido, del sobrino que viene en camino al que aprendo a querer, de la belleza de los bancos vacíos, de los museos que me atrapan, del sentimiento de amor frustrado, de la melancolía, de las anhedonias nocturnas, de lo raro e insoportable que puedo llegar a ser y de la maldita genética que me lo ocasiona, del abuso de cervezas,   de las lorzas que circundan mi osamenta,  del coche que estreno el lunes, de los dos días que llevo sin tele  y de mi dimisión irrevocable como amante.