martes, 16 de diciembre de 2008

La vieja

Siempre que oigo el timbre de mi casa me sobresalto. A mi casa no viene ni el Tato. Siempre están los amigos: "Ay….que tengo que ir a tu casa, a ver cuando quedamos, de la semana que viene no pasa…bla bla bla...Ya lo decían en "Blade Runner" y lo cantaban Los Piratas: "Promesas que se quedarán en estas cuatro paredes, como lágrimas en la lluvia se irán…" El timbre de mi casa sólo lo pican mis padres, mis novios y mis amantes furtivos de media hora.

Eran las once de la mañana y me levanté reinventado en Mr. Propper con ganas de limpiar la cocina. Tenía a la Madonna puesta a toda pastilla, intentando reconciliarme con su "Hard Candy" duro de roer... "Give it to meee…yeah…"cuando sonó el píííííííiiiiiiii atronador del timbre de mi casa. El sonido del timbre de mi casa no es ding don ding, es un pííííííííí largo y desagradable que se te mete en el sentío. Saco la mano del guante y meto el ojo en la mirilla. La mota del centro casi no me deja ver a una vieja octogenaria de pelo largo, lacio y muy blanco.. "Uff.. Qué raro, seguro que viene a llamarme la atención, supuse". Abro la puerta y le lanzo un "hola" amistoso, como si me alegrase de verla.

-My husband!!, my husband!!….
-Oh! What happens?.- A veces me sorprendo de mí mismo por la habilidad pasmosa que tengo para manejarme en mi bloque de Babel con el Spanglish…y es que ese “Oh, what happens” me salió de un británico….
-“My husband has fallen down! My husband has fallen on the floor!“…La vieja me cogío de la mano y me llevó hasta su apartamento.

Su marido estaba tirado en el suelo del dormitorio. Su cuerpo escuálido vestía tan sólo unos calzoncillos blancos muy holgados, como que los que solía llevar mi abuelo. Me acordé entonces, con cierta melancolía, de él cuando vivía con nosotros en el pueblo. Todas las mañanas, recién levantado, se dirigía hacia el cuarto de baño en calzoncillos, con su escupidera en la mano para vaciarla en el váter. Al pobre, debido a la holgura de sus calzoncillos blancos, le asomaba siempre un huevo por alguna de los dos ingles.

Al ver al viejo inmóvil, pensé en un principio que estaba muerto. Lo agarré desde atrás por el tronco y noté cómo mis dedos se hundían en sus costillas. Balbuceaba algo en inglés que no logré comprender. Supuse que le hacía daño pero su cara reflejaba más miedo que dolor. Lo incorporé en un sillón que había en el salón. El anciano miraba hacia la nada. Un perro golpeaba repetidamente con sus patas el cierre de cristal desde la terraza, llena de cagarrutas.

- I´ll call de doctor.
-No, it´s not necessary. We have the emergency button. It´s OK, It´s OK, Thank you. Thank you..- Me dice la vieja mientras me iba empujando "amablemente" hacia la salida. La vieja me lanza un beso llevándose dos dedos a los labios mientras me cierra la puerta casi en mis narices.

A pesar de la crudeza de la escena, mi sentido cotilleador ya venía activado desde que cerré la puerta de mi casa: El apartamento estaba sucio. Había varios retratos polvorientos de jóvenes melenudos rubios en una repisa, de hijos supongo; un disco de vinilo de los Judas Priest apilado junto a otros en un mueble así como periódicos ingleses atrasados sobre la mesa. La minúscula cocina acumulaba restos de comida y bolsas de basura de varios días. El apartamento olía a viejos, olía a pipí. Diógenes campaba por allí a sus anchas.

Ya en casa, con mi nueva calva y mis recién estrenados músculos, frotando los azulejos, recordé entonces que era la misma vieja del ascensor del verano pasado. Desde entonces no habíamos coincidido. Me llamó la atención la mínima conversación que tuvimos bajando siete pisos. Me miró esa vez con unos ojos brillantes pintados de azul y me comentó en un tono seductor:

-Oh… you smell very nice…" -me quedé con la sonrisa partida intentando traducir lo que me decía, deduje por su mirada que no se refería al tiempo.
-What´s your perfum? -me halagó su pregunta y le contesté en un acento francés, como al que le preguntan en una alfombra roja de qué vas vestido…
-It´s Jean Paul Gautier.
-Oh, so nice, very nice…-El sonido susurrante del último “nice”, alargado exageradamente por la vieja, hizo que me pusiera los pelos como escarpias...

Pasaron dos semanas y Mr. Propper había pasado a mejor vida…“Píííííííííííííííííí´”. Meto el ojo en la mirilla. Sigue allí la mota pero reconozco al instante a dos seres pequeños y regordetes con abrigos marrones. Una rubia con labios pintados de rojo y el otro canoso con gafas ahumadas.
-Hola, ¿qué hacéis aquí? No me habéis llamado antes. Pasad, pasad.
-Ay, hijo…¿Es que tienes visita?.-Esa frase ha pasado a convertirse en un código entre mis padres y yo. Preguntar que si tengo visita es lo mismo que preguntar si hay un tío en mi cama.
-No qué va… ¿qué visita voy a tener? Anda ya, pasa, pasa...

Mi madre viene con una bolsa cargada de tuppers y se me cuela en la cocina abriéndome la nevera, golismeando así lo que tengo dentro. Mi padre, periódico en mano, se sienta en el sofá y pone el televisor.

-Mira te he hecho pisto con bacalao, cómete eso hoy. Y esto es paella, esto te dura por lo menos tres días en la nevera; y sopa de verdura; y el pescao este que lo congelas, y jamón, ¡¡Niñooooo!!, el queso que no lo hemos echao…¡¡ayy…qué cabeza!!...

El hecho de vivir en un apartamento de ellos, a cambio de pagarles una cantidad irrisoria en concepto de alquiler, sin papieuribors de por medio, hace que desde hace un par de años haya adoptado un papel de hijo idílico bastante convincente: Que me trae un mantel horroroso lleno de floripondios fluorescentes con servilletas a juego, pues yo lo acojo en casa como si fuese la cosa más cool del momento. En verano, en mis vacaciones, les cedía el pisito gratuitamente durante quince días. A mi madre se le llenaba la boca cuando le decía a sus vecinas que se iba su apartamento de la playa. Lo decía con el único fin de darles envidia y es que ellas se cocerían de calor en el pueblo.

Nos sentamos con mi padre en el sofá. Las visitas de mis padres son siempre express. Nunca duran más de veinte minutos:

-Ay niño, cuéntame, ¿estás con alguien ahora? Como no te pasas por la casa…-Me pregunta mi madre poniéndome la mano en la rodilla, mi padre se hace el interesado por el debate político del Cuatro, pero le pillo mirándola de reojo. Eludo la pregunta con otra.:
-Ay, se me olvidaba, ¿tú conoces al matrimonio inglés ese?, el de tres puertas más para allá.- Tiene gracia, pero es ponerme a hablar con mi mami y se me pegan sus expresiones.
-Oy, sí, si esa es mi amiga inglesa. Yo este verano estuve en su casa muchas veces, sí, sí, que tiene un marido que está ciego…Uno de sus niños tenía un grupo muy importante de música rara jevi de esa..Ay la pobre, antes tenía la casa limpísima, muy curiosa, pero este verano la tenía comía de mierda...- Mi madre no para de charlar y darme lecciones de vecindad: que si debería llamar yo a Asuntos Sociales para que les limpiase la casa un poquito; que yo que sabía inglés por qué no la visitaba de vez en cuando; que porqué no le tiraba la basura cuando yo lo hiciera…. Bla, bla, bla…
-Venga, niña, vámonos.- Se levanta mi padre cogiendo su chaquetón del perchero.
-Ay, este hombre, siempre con las bullas, mira nene, me tiene en un sin vivir eh… -me mira mi madre con los ojos vueltos para arriba mordiéndose el labio.
- Que te comas to lo que te he traído eh. Ah, y dame los tuppers de la semana pasada.

Les acompaño hasta el ascensor. En ese momento la vieja de tres puertas más para allá abre la suya. Mi madre que siempre está con el “oy” por delante emite un “oy, mírala” y se va directa hacia ella.

-¿Qué pasa, cómo estamos?- le chilla mi madre a la vieja. Cree que así la entiende mejor.
-How are you!.- le contesta la vieja en un tono aunténticamente británico.
Mi madre me mira. Me necesita. Me uno al par de vecinas para hacer de intérprete.
-¿Y su marido cómo está?.- Le dice mi mami cogiendo las venosas manos de la vieja. Ésta no se entera de nada, no puedo entender cómo dice mi madre que es amiga suya.
-How is your husband?.- le traduzco.
-Oh, my husband is gone. Two months ago.- Hace un gesto de que se ha ido hacia arriba, de que ha fallecido. ¿Dos meses? Sólo hacía dos semanas que había recogido yo al marido del suelo, qué raro...La vieja parecía que iba a bajar a hacer algún mandao pues estaba muy maquillada y con su largo pelo canoso recogido en un moño, como la vez que se subió conmigo en el ascensor.
-Oy, mamá, que se ha muerto el marido.-le digo a mi mami con voz temblorosa.
-Oiiíí, lo siento muchísimo, hija. Oy qué pena…- mientras mi madre cierra los ojos con gesto lloroso, la vieja me mira con cara desafiante.

-Oy, de verdad que lo siento muchísimo, ea ¡pues
aquí está mi niño pa lo que usted quiera eh!.- se despide chillándole mientras le suelta las manos. La vieja se despide de nosotros agitando la mano, metiéndose en la casa de nuevo no sin antes dedicarme un guiño desconcertante.

-Bueno niño, que nos vamos, dame otro beso anda...
Cerrándose las puertas del ascensor, oigo cómo mi madre le dice a mi padre:

-Oy niño, que rara está, ¿la has visto? Mírala, tanta pena no tendrá cuando está tan maquillá.

15 comentarios:

  1. Suprimí el timbre del jardín de mi casa y el de la entrada. Quizá es una idea que lanzo al aire.
    Cuando vaya a visitarte te llamaré antes por teléfono para poder pillarte en slip.

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  2. Pues yo creo,y bajo mi punto humilde de vista q deberias de indagar mas en esa pobre pareja de ancianos...pq nose....no estaran muy bien...!!!....
    Yo siempre se lo digo a mi terelu,q ayude al projimo siempre!!!...
    un beso,q la silvia pantoja me esta llamando,dice q me tiene q poner al dia en copletistas!!!...

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  3. Ay, qué chulo, tus historias tienen un no se qué, que enganchan. Me ha encantado, espero que la cosa siga, esa vieja es muy interesante. Levanta un montón de incógnitas: ¿estará realmente muerto el marido? ¿lo tendrá metido en la casa? ¿serán los padres de Ozzy Ousborne?

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  4. Que buena la hostoria,un claro ejemplo de la poca importancia que damos muchas veces a la soledad de los mayores...

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  5. Aunque gracioso y me ha hecho reir, tiene un fondo triste tremendo. Pero me ha gustado. Eres un artista!

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  6. uy...qué miedo!!! yo de ti me mudaría...saludos.

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  7. Joer con la vieja...tiene más peligro que la miss Marple.Yo,con mi mente retorcida de siempre,opto por la opción de que la vieja junto a un noviete que se ha echado ha mandado a su "husband" a criar malvas(por cierto,que en los jardines ingleses se dan muy bien,anda que no sin cukis..arreglaos pero informales).

    Yo de ti no me montaría con ella en el ascensor...esa imagen de la vieja alagándote como hueles me ha puesto los pelos como escarpias.
    Sigue atento y cuéntanos las novedades que vayan surgiendo...por cierto,también estaría bien un informe sobre el "jamonero",ese personaje tiene de donde "cortar"(te has dado cuenta que juego de palabras ehhh??)

    Antes de fin de año,las dos que tu ya sabes,te haremos una visitilla...por favor,no salgas en gayumbos que no respondemos!! XD

    "Munchos" besos y hasta pronto!!

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  8. Parece como si todos los padres estuviesen cortados por el mismo patrón.

    Cada vez que voy a verlos me encuentro a mi padre custodiando el mando a distancia, aferrado en su mano, con la tele a todo bombo mientras él está roncando como un poseso.

    Mi madre se traga el partido de futbol con tal de no despertarle. Pero no le importa. Está está muy entretenida sentada en su butaca junto a la ventana, su puesto de observación desde el que controla todas las entradas y salidas de los bloques que tiene a su alcance.

    Me pone al dia de todas las novedades de la calle, quien ha cambiado de coche, si hay algun vecino nuevo o quien ha muerto en el barrio.

    Acto seguido me pregunta si quiero comer algo, unos dulces, unas rosquillas, un cafe.

    "No,no, mamá, acabo de merendar en casa".

    Da igual. Ella pone sobre la mesa un surtido de dulces que ya lo quisieran en "Artepostre". Tras insistir 3 o 4 veces en que estoy quedandome muy delgado, me resigno y empiezo a comer dulces.

    Justo cuando me voy a marchar, mi padre se despierta. "Hola, ¿llevas aquí mucho tiempo? ¿Niña, porque no me has despertado?. Anda, ponle unos dulces la niño que se está quedando mu dergao".

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  9. Ese oy al principio de las frases me recuerda a mi madre y mi tía, que lo usaban para sus expresiones de júbilo: oy que cos más bonica, oy que ojos oy que susto mhas dao jomío. El relato te ha quedado muy gracioso, con el fondo de tristeza por la soledad de los viejicos que señalan más arriba.

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  10. JAJAJA.Es buenísimo. Que gracia lode la pena y el maquillaje. Saludos.

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  11. Dios mío... qué miedo, una guiri atacada de síndrome de Diógenes y con un marido cuya muerte baila en fechas... eso merece al menos una investigación. Un saludo y feliz navidad.

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  12. Gracias a todos por vuestros comentarios. Es curioso esto de que escribes algo con una intencionalidad y luego ves que provoca a veces en alguno de vosotros el efecto contrario. Besos y abrazos para todos.

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  13. Soy fans de tu madre y sus "oy" xD.

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