sábado, 30 de abril de 2011

๑۩۞۩๑PLUMISFERIA๑۩۞۩๑


Había que llamar antes para que nos apuntaran en la lista. “Cuatro, somos cuatro: dos parejas”, le dije a un afeminado interlocutor. Llevaba poco tiempo inaugurado, pero todas las noches colgaban el cartel de completo. El boca-oreja, y el boca-boca, hizo que se corriera su fama por toda la ciudad para acabar convirtiéndose en lo más cool del momento, un insufle de aire fresco para el ambiente tan depauperado que existía por entonces en Plutonia. Mi novio y yo acabábamos de cenar con Amancia y su recién estrenado amante en un pijísimo restaurante de las afueras, por lo que el listón había quedado muy alto. Epatar con nuestra propuesta, ésa era la intención. Paco el Ganfas, amigo y colega nuestro, había estado la semana pasada y no dejaba de recomendárnoslo. En los postres les solté, así de sopetón, el gayófilo plan, sin caer en la cuenta de que ella, justo hacía un año, había puesto fin a una relación de quince con un marido que resultó ser de nuestra especie. No pareció en principio importarle la idea a pesar del brillo absorto de sus ojos y pedir la venia a su pareja. Él no nos miró: nos perpetró. Sin embargo, tras la masacre instantánea a la que fuimos sometidos, en cinco minutos estábamos montados en su BMW con rumbo a Plumisferia.

La ubicación del club, frente a la catedral, le daba ya un halo transgresor que prometía. Ejercieron en la puerta su derecho de admisión y accedimos a un interior donde drags postmodernas servían copas en un garito dividido en pequeños salones ikeizados. Allí, las plumas, los crucifijos y customizados Airganboys compartían pared con enormes cuadros de divas setenteras. La inquietud del desconocimiento, del local y de nosotros mismos, había que romperla con la primera ronda. A Amancia, sólo le bastaron un par de sorbos para adherirse al entorno como una camaleona. El novio, más cauto, intentaba ganarnos mostrándose afable y no ajeno al lugar. Se sentía escrutado ante cualquier extraña reacción que tuviera, quizá distorsionado por la imagen televisiva que de las maricas malas tenía. Aún así, a pesar de su cautela, perdió dos comodines en su táctica de juego. Dos metidas de pata, infalibles por otra parte en las primeras citas con un par de maricones: un “a tomar por culo” y “yo tengo un amigo mariquita que...". Tras indultarle por esto, la noche fluía cordialmente y las conversaciones, brindis y sustancias varias eran aderezadas por un pinchadiscos que mezclaba con maestría éxitos de Gino Paoli, Mina o Little Tony con los patrios Raphael, Rocío Jurado o Pepa Flores. A las tres de la mañana mi estado era ya alucinógeno y me entretuve un instante en examinarla yo a ella. La buscaba pero no la encontraba. Se la veía feliz, radiante, pero distinta. Una mujer diferente a la que conocí hace quince años. Más relajada, menos tensa. Me resultaba extraño verla en este nuevo espacio y con este nuevo novio. Un hombre que la desnudaba con sólo preguntarle si quería otra copa. Un novio que la sacó a bailar cuando sonaban los primeros acordes del Cuore Matto. Un tío enganchadísimo hasta las trancas de ella. No se puede bailar así de ridículo si no se está enamorado.



Little Tony - Cuore Matto

11 comentarios:

  1. Uno de los daños colaterales cuando se está enamorado es la pérdida del sentido del ridículo .
    Por cierto, donde está esa plumisferia? Suena sugerente.
    Cuore Kisses

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  2. Digo yo que tendrá que estar enganchado a algo más que a ella para ponerse a bailar con desenfreno friki con estos temitas, no sé, a algo fuerte que destruya neuronas de mil en mil o así.

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  3. Si es que no hay nada como la terapia de choque y unos temas clásicos para romper el hielo, los prejuicios y la tensión creada. Un saludo.

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  4. Uuuuuuuuuuufff tenemos una amiga que tiene nuevo novio, pero lo vemos muy difícil meterlo en un sitio como éste, sin embargo el anterior se movía como pez en el agua, salvo para ir al lavabo que teníamos que acompañarlo.

    Ummmmmmmmm un cuore matto!!!

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  5. Esos novios nuevos que van donde haga falta ahora que la cosa está naciendo y después que harán, cuando ya no sea necesario complacerla para logara lo que quieren.

    En fin, una de las cosas que tengo que hacer en mi vida, tipo misión divina, es meter a un buen amigo mío en un antro de osos de la ciudad, a él lo violetean seguro y yo me puedo reír lo más grande.

    Un abrazo. Respecto al texto, me quedo con el misterio de por qué ella estaba tan en su salsa cuando se supone que tenía que sufrir (aunque yo soy de los que tienen tendencia de poner a todos a penar porque me da la santa gana).

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  6. Pasaba por aquí para daros las gracias por los comentarios. Para qué engañaros: me da un subidón que te cagas el que algún plutoníaco diga algo. Espero asimismo que los protas del relatucho se manifiesten y me disculpen la paranoia.

    Besos para tod@s.

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  7. Sabe qué recomendar y por dónde moverse. Echando mi imaginación a volar, pensaba que era un local de intercambio, algo así como plumisheteroferio. Ya lo que faltaba... ;) Paranoia aceptada.

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  8. A mi me encantan "esos" locales, pero no por voyeurismo. Me recolocan en una realidad que se nos oculta/ais en lo cotidiano y además "normaliza" que ya va siendo hora de olvidarse del "amigo mariquita" coño! (con perdón... jeje!) y voy siempre que puedo, que tampoco es muy a menudo, porque para disfrutar de verdad, de momento hay que ir con "cicerone", si no lo más probable es "quedarse out"
    Eso sí, me "jarto" de pensar: ¡pero que pérdida pa el mundo femenino my god! En fin...
    Pos eso, aquí el Guadiana... que reaparece de nuevo.
    Un beso Argui.

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  9. Después de salir de su boca aquel "tengo un amigo mariquita...." intentó continuar la frase como si nada. La cara apenas consiguió disimular el gesto de metedura de pata hasta las trancas. En cada reunión siempre se le escapaba un comentario de ese tipo.

    Cuando al final de la noche se quedaron solos le preguntó a Amancia si se había dado cuenta del comentario en forma de patonazo homófobo involuntario.

    - !Que va, no me he dado cuenta de nada.... Y seguro que ellos tampoco!

    Le abogiaba que los amigos de Amancia pudieran sentirse ofendidos por aquella chorrada, así que aquellas palabras le tranquilizaron un poco. Es verdad -pensó-, seguro que no se han dado cuenta.

    Está visto que además de bailar como el culo, otro efecto secundario de estar enamorado hasta las trancas es que te conviertes en un perfecto crédulo.

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  10. Después de salir de su boca aquel "tengo un amigo mariquita...." intentó continuar la frase como si nada. La cara apenas consiguió disimular el gesto de metedura de pata hasta las trancas. En cada reunión siempre se le escapaba un comentario de ese tipo.

    Cuando al final de la noche se quedaron solos le preguntó a Amancia si se había dado cuenta del comentario en forma de patonazo homófobo involuntario.

    - !Que va, no me he dado cuenta de nada.... Y seguro que ellos tampoco!

    Le abogiaba que los amigos de Amancia pudieran sentirse ofendidos por aquella chorrada, así que aquellas palabras le tranquilizaron un poco. Es verdad -pensó-, seguro que no se han dado cuenta.

    Está visto que además de bailar como el culo, otro efecto secundario de estar enamorado hasta las trancas es que te conviertes en un perfecto crédulo.

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  11. Me encanta Plumisferia,
    cuando quedamos???
    no te puedo engañar,
    es un placer aparecer en tu blog,
    Amancia
    para siempre

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