La noche, cada vez menos joven y más carca, avanzaba por entre
la mariconada congregada en Pandemónium , el único garito que quedaba con ambiente
a esas horas en Terrormolinos. Mi recién
estrenado amigo previamente enamorado de mí, Aketza, y yo, comenzamos a dar la putivuelta
a la barra circular como cada semana, a la caza de algún guayabo de interior
que hubiese venido a pasar el puente a la costa, sin embargo, en aquella ocasión, no llegamos a completarla. Me encontré
de sopetón con un ex, mi penúltimo ex. La relación que mantengo con él es extraña. No
lo veo mucho, por no decir nada y nuestro vínculo se basa exclusivamente en ser
amigos inertes del Facebook. Nuestra
historia se finiquitó hace cuatro años tras una noche de juerga, borrachos y el
alcohol provocó que el llanto se
prolongara hasta la extenuación. Nunca le he dicho por qué corté porque es
algo que me duele, me atormenta, algo que nunca me perdonaré. No se merecía
tanto daño. Por eso, cada vez que
mantenemos algún contacto es algo así como un Acto de Contricción y
aquella noche no fue menos. Le noté distante o frío, quizá porque estaba su
novio delante ,sin embargo, la conversación discurrió con aparente cordialidad.
Como ya sé que no me lee tengo que confesar que siento cada vez que lo tengo
cerca de mí. Si no me hubiese controlado lo hubiera abrazado hasta crujir, como cuando nos echábamos nuestras “abraziestas”. No quise molestar más de lo necesario y con
la excusa de que había dejado a mi amigo Aketza solo, me largué al otro extremo
del bar, para no incordiar demasiado pero no dejé de buscarlo con la
mirada en lo que quedó de noche. Le escrutaba con envidia, por tener novio, por haber conseguido mantener una relación aparentemente consolidada y porque me dijeron que se iban a casar.
El último hit de Brinny sonaba cuando por la puerta del
bar entró otra pareja conocida, amigos esta vez de
mi último ex. Ésta, muchísimo más consolidada que la anterior, también tenía planes de boda. Con piso propio recién amueblado, llevaban casi
cinco años juntos. Recuerdo incluso que en cenas compartidas habían hablado de la posibilidad de adoptar. Me puse un poco tenso al verlos a los dos allí
y en seguida presenté a mi acompañante con la intención de dejar claro que sólo
éramos amigos, quería evitar un posible chisme. Me ausenté de ellos para ir al servicio.
Había visto cómo mi segundo ex bajaba también. Quería tener un poco de intimidad, más
cercanía, sin novios por delante. La
puerta del baño estaba abierta y le observé de espaldas mientras meaba. En ese momento hubiera
dado lo que sea por tener el valor de encerrarme con él. Quería romper a costa de lo que fuera tanta consolidación. Me tuve que conformar con un guiño cuando
salió y con que me pasara su cerveza
para subirse la bragueta.
-Oye , tú no irás al cuarto oscuro ¿verdad?,- bromeó conmigo.
-¡Qué dices tío, ni loco!,- le contesté cortado. Ladeé mi cabeza por el rubor descubriendo para mi sorpresa cómo la pareja conocida que acababa de
saludar accedía a la habitación negra. Habitación de la que salía mi primer ex.
Lo primero y sabiendo que esto está basado en hechos reales y personalísimos me disculpo por lo que voy a decir, y es que esta frase: "Quería romper a costa de lo que fuera tanta consolidación". Me parece cojonuda aunque sabiendo que detrás hay una realidad...
ResponderEliminarLas historias que no se cierran nos mantienen jodidos hasta que tenemos el valor de darles carpetazo. Todos tenemos de esas, un beso y consolídate en otros campos quillo!
Me ha gustado mucho, tu texto, simple y complicado como la vida misma. Pero lo pasado es pasado y es mejor nunca echar la vista atrás, sólo al frente que es mucho más interesante e inquietante que el pasado que ya conocemos :-). Yo soy de los que pienso que la vida está llena de oportunidades y por tanto de chicos :-)
ResponderEliminarEn cuanto al bar, ojalá fuese así :-) oye a qué esperaste? A qué se fuesen todos, para hacer la foto, no lo creo porque acabó muy limpio, ja, ja, ja, Tampoco creo que fueses de los primeros en llegar. Mejor para ti, porque te ahorraste ese apestoso olor a “naftalina” (creo que se dice así), que nunca entenderé porque lo usan. En ningún lugar del mundo he visto cosa parecida! Y para terminar, ojalá fuese rosa, porque en realidad es de un verde bastante poco favorecedor, ja, ja,
En cuanto a los ex hay de todo, con los que te llevas genial aunque te hayan dejado, ja, ja, y con los que no vale la pena ni que los mires, cabrones habrá siempre. Yo pienso que en mi vida forman parte de ella, quienes quieran estar, a los demás: “encantado de haberles conocido” y camino hacia delante, que estoy convencido que muchas cosas buenas aún están por pasarme :-) a los hechos me remito :-)
Saludos, y que todo te vaya bien, de veras :-)
Creo que es difícil que se destruyan todos los sentimientos que una vez se tuvieron hacia ciertas personas. Es algo mucho más profundo e inherente al ser humano en una etapa "prehumana", son sentimientos anidados en el ADN "protohumano" muy difícil de eliminar o deshacer. Cada vez que me encuentro o quedo con algún ex no puedo evitar sentir una atracción que es exactamente igual que aquella que me llevó a tener una relación.
ResponderEliminarPero siempre es mejor no dejarse llevar por ello, porque como humanos tenemos la capacidad de razonar y llegar a la conclusión de por qué no funcionó con esa persona.
Es mejor dar oportunidades a alguien nuevo.
Pero entiendo perfectamente esa sensación de fracaso que se proyecta como un holograma ante ti cuando te encuentras con tu ex y ves que ha conseguido construir una nueva relación y, por contraste, tu fracaso en esa materia se intensifica.
Besos