domingo, 9 de febrero de 2014

SUITE 703


We go on
Heart beats strong
Still whole
Unbroken
As we divide
Our love goodbye
Thanks for the time,
the time of my life

Happy without you, oh!

   Plutón no es un planeta, Plutón es la reivindicación de él. Hace mas de siete años que me instalé aquí, en la habitación 703 de un antiguo aparthotel de la Costa del Sol. Denominé así a mi sitio por lo enano que era, por lo alejado que estaba de los míos y porque coincidió en el tiempo con la decisión que tomó un grupo de estúpidos astrónomos de eliminar con una rúbrica su importancia dentro del Sistema Solar. Plutón, Sol, planeta enano, apartamentucho, Costa del Sol... me lo pusieron en bandeja para darle nombre a este cada vez más absurdo aunque terapéutico blog. Digo terapéutico pues todo empezó por una necesidad imperiosa de vomitarlo todo tras una ruptura fatal. Mis amigos, los de verdad, descansaron para siempre cuando creé este engendro de vaivenes emocionales con algunos picos nivel montaña rusa. El número de habitación coincide con la de una conocida página porno gay, suite703.com, y  aunque sexo y lujuria no ha faltado nunca en esta cama sobre la que poso, me temo que no me queda otra que salvar las distancias. De acuerdo, reconozcámoslo, no voy a ir de santo ahora, por ella han desfilado decenas de cuerpos, quizá más de cien,  no tantos si consideramos que más de dos mil quinientos días han pasado desde que planté aquí mis cojones. Millones de sus espermas mezclados con los míos permanecen aún fosilizados en estas paredes. Dejé de fumar en aquel tiempo y aún no he pintado esta choza de estilo bukowskiano... Bukowski, autor maldito y maldito sea el día que lo conocí. Tuve un amante, uno de estos con los que rara vez he repetido, erudito y traductor, que tras un polvo me descubrió al escritor: «No sé por qué pero me recuerda mucho esta habitación a Bukowski, claro que tú no sabrás quién es...», me dijo con un lefazo reseco en su cara. Razón no le faltaba. Me hizo sentir tan imbécil que estuve semanas  obsesionado con  meterme en vena a  Chinaski, su alter ego. Otros amantes no me dieron tantos quebraderos de cabeza: policías casados, compañeros de trabajo, vecinos, negros, brasileños, venezolanos, cubanos (¡que viva América Latina y su generosa raza coño!), han plutonizado en este humilde y  placentero catre que hoy os presento. En esta caverna de sexo, mentiras y espermatozoides en la pared también hicieron escala cinco novios. Lo sé, quizá cinco sean demasiados. Mi credibilidad para el amor está por los suelos. Si hubiera que clasificarme pudiera decirse que soy un novio maldito: obsesivo, autodestructivo, raro, bebedor y con fecha de caducidad. Este planeta les pertenece a ellos tanto como a mí pues además de follar amar, les abracé, les respiré y les quise más que nunca cuando se ausentaron para siempre de él. Pobres... Felices y  descansando se quedaron cuando huyeron de aquí. Felices sin mí.



3 comentarios:

  1. Duro escribir esto y enfrentarse a los fantasmas.

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  2. Tremendo texto, enhorabuena!!!!

    Plutón no es un planeta, es una reivindicación de la vida real, como la que cuentas (con dulzura y con amargura). Me gusta tu camiseta de Bowie, tu relato bukowskiano e Irreversible, pero sobre todo este blog en su complejidad.

    Un fuerte abrazo

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  3. En Plutón, en la suite 703, o de apuesto panadero, tienes un estilazo ¡que te cagas! (sin perdón)

    ¿Te he dicho que me encantas?

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