Estaba a punto de cerrar cuando Manuel empujó la puerta. Vecino del bloque de arriba, siempre apuraba hasta el último momento para ir a cortarse el pelo jodiéndole esta vez al barbero el capítulo final de su serie favorita. A regañadientes giró la silla para que se sentara. Cortó una cinta blanca, se la enroscó bien prieta al cuello, le colocó la capa y mirándole a través del espejo le preguntó:
-¿Quieres que empiece por la barba?
- Como tú quieras…-le contestó mientras bicheaba el móvil.
Así fue. Tras pasarle la brocha enjabonada por el rostro, deslizó la navaja a contrapelo comenzando desde el cuello. Paró un segundo, miró hacia el techo y de un corte seco le arrancó de cuajo la nuez.
Esto me da cosquillitas en el cerebro. En general las peluquerías me dan cosquillitas mentales.
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