lunes, 15 de febrero de 2016

EVA

   Mi primer amor se llamó Eva, como la primera mujer. Eva y yo íbamos a la misma guardería y con tres años nos dábamos besos babosos debajo de la banca e incluso una vez le toqué su no teta. No se me olvidará nunca aquella rara sensación húmeda al rozar sus labios con los míos. Eva y yo nos gustábamos mucho y pasábamos el día juntos rodeados de mocos, plastilinas, ceras y cartillas Palau. Un día, nuestro amor se truncó y se fue a la mierda: literalmente. La señorita Pilar estaba limándose las uñas y en un alzar la vista nos pilló dándonos un pico. Descruzó las piernas, soltó la lima y se fue para nosotros con una regla atizándonos varias veces en la palma de la mano. No contenta con esta humillación, nos mandó a cada uno a una punta de la clase mirando contra la pared. A Eva desde la otra esquina podía oírla llorar desconsolada y yo, queriendo preservar mi hombría, quise aguantar el tipo pero me puse muy nervioso y me hice caca encima. La señorita Pilar zanjó aquel esperpento llamando a casa para que me limpiara mi puñetera madre.

   Desde aquel día Eva y yo nunca volvimos a ser novios. La mami de ella, una viciosa fija del Bingo París según la mía, fue informada de nuestro affaire y le prohibió tener contacto alguno conmigo. En el aula yo pasé a ser invisible para ella y enfuruñado la veía cómo se juntaba con otros niños para hacer figuritas de plastilina, especialmente con Dieguito. No entendía ese pasotismo ni que me hiciese vacío aunque por ese entonces ni siquiera entendiera estos conceptos. Un día mi amor por ella mutó en odio y me vengué. Raulito cumplía años y repartió a toda la clase caramelos Sugus. Cogí cuatro y me los metí del tirón en la boca. Le cantamos el "Cumpleaños Feliz" y aplaudimos. Aproveché el follón para ponerme detrás de ella pegarle los caramelos ya hechos bola de chicle en su pelo rubio, su precioso y largo pelo rubio.

   Eva al día siguiente vino a la guarde con el pelo corto a lo garçon. Al verla aparecer, no pude evitar volver a enamorarme...

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