Salieron a correr esa tarde como casi todos los días. Era veroño, sí, noviembre y con treinta grados a las seis de la tarde de aquel miércoles. Verano, veranillo de San Miguel, veranillo de San Martín... Aquel año no hubo otoño, del verano pasaron directamente al averno. Luis y Carlos se conocían desde que eran unos chaveas, desde hacía más de veinte años. Carlos, un año menor, recordaba perfectamente aquel primer día de curso de 3º de BUP. Luis repetía en el mismo instituto y Carlos era nuevo en la ciudad. En el pasillo, antes de que empezara la clase de Filosofía, Carlos se percató del despiste propio del primer día que tenía el chaval y le ofreció un Fortuna. Un simple acto que bastó para eternizar aquella relación. Luis tiraba más por Letras, Carlos por Ciencias, por lo que separaron sus rumbos que no sus caminos. El primer año de facultad, Luis empezó a salir con la hermana de Carlos, dos años mayor que él así que de mejores amigos pasaron a ser cuñados, familia cuando lo rubricaron diez años después: el día de la boda. Carlos por su parte hizo el Erasmus en Bélgica donde conoció a un estudiante de Química polaco y se hicieron inseparables follamigos. El polaco encontró curro en una petroquímica catalana y continuó su lío con Carlos, pero cada vez más espaciado en el tiempo. Ni Luis, ni su hermana ni la madre que los parió se enteraron de nada. "Es un picha brava, el flautista de coñolín..." le llamaban sus colegas de toda la vida. Razón no les faltaba, cuando salían de juerga era el puto amo y se llevaba a todas de calle, que no de cama, y es que nunca consumaba. Claro que de eso no se quincaba nadie... Tras casi una hora corriendo pararon un rato en el espigón y de paso vieron el atardecer. Molaban los de ese mes raro. Luis se quitó la camiseta, Carlos dubitativo al principio, también. Carlos aprovechó aquel descanso para soltar de un tacada lo que en su cabeza rondaba los últimos siete kilómetros que habían trotado por el paseo marítimo. "De hoy no pasa que se lo diga." pensó. Miró a los ojos de su cuñado y desembuchó:
- Luis, todavía no me has pagado la Primitiva de esta semana.
- Luis, todavía no me has pagado la Primitiva de esta semana.
Tú, y tu punto tantas veces 'passoliniano'. Además del texto, esa foto, lo es total y absolutamente!
ResponderEliminarBesossss!!!
Gracias preciosa mía. Sí, suena mal decirlo pero estoy muy orgulloso de esta foto. Respecto a lo de Passolini, me he levantado tantas veces de pequeño de madrugada para ver sus pelis... Besos!
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