domingo, 22 de noviembre de 2015

MOMMY


   Quienes me conocen saben que bailo como el culo pero aún así nunca he dejado de hacerlo. Desde pequeño, los espejos de mis ascensores han sido testigos de mis fechorías danzantes. No os quiero ni contar los “voguings” o “georgemiachelazos” que me marcaba yo a principios de los 90´s durante seis plantas. Quizá por timidez o por temor a que se me notara el lado femenino que implícito llevamos todos los maricas dentro, adopté en aquel entonces frente a mi público potencial una actitud hetera en las cuestiones del movimiento, con espasmos desacompasados no exentos de una presunta actitud chulesca. "Iberismo danzante" podría denominarse. Aquí en Madrid he bailado mucho. En los bares, en mi casa, en la de los de los demás. De vez en cuando voy a pisos en los que me recibe la gente bailando a deshora, sin motivo, sin necesidad de celebrar algo si acaso la alegría de vivir. Bailar como respuesta a la cosa chunga que a veces nos rodea, como medio catárquico para exorcizar nuestros miedos.


   Anoche cuando vi Mommy, de Xavier Dolan, ocurrió la magia. Puto enfant terrible cómo lo amo. Cuando todo parece que se desmorona, que no hay solución ni escapatoria e irremediablemente se va a la puta mierda, el colega pone a sus personajes a bailar. Qué cabrón...


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